lunes, 25 de diciembre de 2017

divide et impera

A mediados de diciembre Pedro Pablo Kuczynski asomaba como un cadáver político. Tras la revelación de los pagos de Odebrecht a sus empresas personales cuando era ministro de Toledo, parecía que no le quedaba otro camino que la renuncia o la vacancia. Por la simpatía que el personaje me generaba en ese momento pensé que iba a tomar el mismo camino que Richard Nixon (que renunció por mucho menos), no obstante el presidente decidió tomar otro camino, el de aferrarse al poder por lo que se suponía que correría la misma suerte que Abdalá Bucaram o Fernando Lugo, amenazando incluso con que si lo vacaban, con él se irían también sus vicepresidentes Martín Vizcarra y Mercedes Araoz por lo que el fujimorista Luis Galarreta, como presidente del Parlamento, asumiría la primera magistratura y cómo la Constitución manda le quedaría convocar a Elecciones en octubre de 2018.

Salvo una falta mayúscula o una afrenta personal, la simpatía por un personaje no se disipa así nomás. Mi filiación con PPK se remonta a su buena gestión como ministro de Toledo, convirtiéndose en el principal artífice de la recuperación económica del país y que viviéramos un crecimiento sostenible a lo largo de la primera década de este milenio. Hijo de un médico alemán filántropo que se dedicó a erradicar enfermedades tropicales en la selva, estudiante de Economía y Filosofía en Oxford, reconocido financista en Wall Street, magíster en la Universidad de Princeton, graduado de piano y flauta en el Royal College of Music, primo carnal de Jean-Luc Godard, primo ‘político’ de Jessica Lange por parte de su esposa Hope Lange. protagonista (no muy santo) de los dos gobiernos de Belaúnde Terry, hincha confeso de Alianza Lima... por todos estos pergaminos me comí el cuento de que estábamos ante un candidato ‘de lujo’ y lo apoyé en la primera vuelta de 2011 y en primera y segunda vuelta de 2016. Pensé que a pesar de su edad avanzada, era el hombre indicado en el momento indicado, aquel que tendría la visión moderna y progresista para llevar a un Perú con recursos al desarrollo social que tanto anhelamos. La empatía hace pues que uno sea indulgente y pueda pasar por alto ‘pecadillos’ en su hoja de vida como su participación en la famosa página 11 que favorecía a la IPC o la controvertida ‘Ley Kuczynski’ en desmedro a los intereses del país cuando fungió como ministro de energía y minas. Ingenuamente creí que el viejito lobbista antes de ingresar definitivamente en sus cuarteles de invierno, volcaría toda su experiencia y sus buenas relaciones a nivel internacional al servicio del país que lo vio nacer; lamentablemente tras año y medio de gestión en el que se han visto pocos avances y queda claro que en megaobras como el Aeropuerto de Chincheros sigue pensando en lobbies que favorezcan a los capitales extranjeros, se me hace difícil seguir apoyándolo. Creí que al quedar en evidencia las gruesas comisiones recibidas por sus asesorías a Odebrecht, Pedro Pablo asumiría su responsabilidad y le cedería el paso a Vizcarra, pero no, optó por aferrarse al cargo y no perder con ello la inmunidad que le otorga su investidura.

El proceso de vacancia, el pasado jueves 21, los peruanos lo vivieron como un partido en definición por penales y yo lo viví con sentimientos encontrados. Reconocía por una parte que PPK merecía ser vacado por ser un hombre de negocios antes que un presidente y velar por sus propios intereses antes que por los intereses de la nación, pero por otro lado aparecían como adalides de la moral y lucha contra la corrupción, el fujimorismo cavernícola, la mayoría abusiva en el Legislativo, la que con su política obstruccionista se había encargado de petardear al gobierno desde el principio, con un récord inusitado de ministros interpelados, que impedía todos los intentos de investigar a su lideresa (defendiéndola a capa y espada), la que cuenta con varios parlamentarios con ‘anticuchos’ con la Justicia. Si bien la vacancia había sido promovida por el Frente Amplio, fueron los fujimoristas Salaverry, Becerril, Bartra, Chacón y Salgado quienes se apoderaron de la moción. Ante la platea vimos pues a una sarta de presuntos corruptos, estafadores, coimeros pidiendo la cabeza de otro lobbista como ellos y debo reconocer que ante ese apane televisado mis simpatías volvieran a recaer en Kuczynski, deseando que saliera bien librado no porque lo mereciera, si no porque la mafia naranja se saliera con la suya. A las once y quince de la noche, la votación quedó: setenta y nueve a favor, diecinueve en contra y veintiún abstenciones, es decir las necesarias para no alcanzar las ochenta y siete que degeneran en la vacancia. No estaba en los cálculos de nadie que Kenji Fujimori y otros nueve congresistas de su bancada iban a voltear el marcador con tuit a la medianoche alucinándose el Rey León, quedando clara la jugada que el Perú sufriría sesenta y siete horas más tarde.

Para quienes creían que a Kuczynski o a sus asesores les faltaba olfato político, indultar a Fujimori a poco de la Nochebuena fue una jugada que juega a favor de su permanencia en el poder. Primero, porque eligió una fecha en que la opinión pública está medio adormecida por las fiestas. Por más que el chocolate y el panetón hayan tenido sabor amargo para muchos, las protestas tendrán un efecto tibio por estos días de celebración y resaca y cuando la gente vuelva a involucrarse en el acontecer nacional en los primeros días hábiles de 2018, medio a que se habrán acostumbrado a que uno de los hombres más odiados del país se encuentre suelto en plaza. Segundo, porque si bien se acaba de granjear el repudio de los antifujimoristas, agrupados básicamente en los sectores de Izquierda, hace buen tiempo que sus otrora aliados del Frente Amplio y de Nuevo Perú que se oponen a su gobierno neoliberal, así que políticamente no ha perdido mucho. Tercero, y más importante, porque con el apoyo de Kenji y de los otros nueve naranjas disidentes (y se prevé que habrán más) ha ganado un nuevo aliado fuerte para su fuero y ha traído por los suelos al principal bloque opositor con lo que Keiko y sus huestes, sus principales enemigos, han perdido peso político y posición para hacerle daño. El famoso divide et impera pronunciado por Julio César hace más de dos mil años vuelve a cobrar plena vigencia en el Perú de hoy y le permitirán al presidente respirar tranquilo... al menos por un tiempo. 

Si bien este indulto convenido causará daño y propiciará luchas internas por el poder dentro del seno del fujimorismo (no hay mal que por bien no venga), considero que por los crímenes cometidos, por ser uno de los presidentes más corruptos de la historia y por habernos envilecido cultural y socialmente, Alberto Fujimori merecía podrirse en la cárcel, pero confío que el Destino o la llamada  ‘justicia poética’ ya le pasará factura por lo que le falta pagar.

Si eres de los que siente asco por estas maniobras y que se siga gobernando para los lobbies y los grandes negociados en detrimento de la salud y calidad de vida de los peruanos, piensa que la madeja de Odebrecht recién comienza a desenredarse y nombres como el de Keiko, Alan y varios congresistas pronto se verán sacudidos por los testimonios que los involucran y quizá tengamos la suerte de verlos tras las rejas. Si eso no sucede, al electorado de 2021 nos corresponde identificar a todos los políticos con rabo de paja de derecha, centro o izquierda y si no se les puede encarcelar, al menos defenestrarlos a través del voto ciudadano consciente. Si volvemos a colocar los mismos nombres cuestionados, nosotros mismos seremos los culpables.   

2 comentarios:

Politicamente Incorrecto dijo...

Creo que el odio a Fujimori suele ser más una pose que una realidad, no creo que sea tu caso, pero en general es así..... tampoco creo que la mayoría lo deteste o lo crea de los más corruptos (sin que esto signifique que sea un santo), la realidad política del Peru suele sorprender y ser muy compleja, creo que el Chino tiene un importante apoyo popular a pesar de todo lo paso y de todo lo que hizo, no le veo un futuro político activo, su edad y condición son un impedimento real, pero si creo que aún es capaz de manejar algunos hilos y algunos títeres...... la política es extraña, sucia pero fascinante a la vez (ojo no soy fujimorista, pero tampoco me trago el discurso políticamente correcto de la caviarada, que pontifican pero son tan corruptos como los demás). Un abrazo

Luis Tamiche dijo...

La política es muy corrupta, eso siempre me ha molestado, sobre todo los abogados en Chiclayo he tenido varios problemas políticos y los abogados no me han podido responder o solucionar problemas que de verdad necesito resolver, ojala llegue el día donde podamos contar con esas personas