domingo, 2 de marzo de 2025

el oscar y el cine de temática social

Hace unos días me entrevistaron unos estudiantes de la Universidad César Vallejo sobre los premios Oscar y su repercusión en la sociedad, así como si los estudiantes de ciencias de la comunicación que se inclinen por la producción audiovisual deberían producir contenido de temática social. Estas fueron mis respuestas.  

¿Cuál es el impacto de los premios Oscar en la sociedad y en la percepción de temas sociales a nivel global?

Pienso, particularmente, que las premiaciones de este tipo han perdido relevancia en los últimos tiempos. En el Perú, por ejemplo, hace años que ningún canal televisivo transmite la ceremonia y los interesados lo siguen a través del cable. Supongo que en otros países también ha disminuido el interés. Gracias a la buena audiencia global que antes captaba, hubo algunas manifestaciones de rebeldía social muy recordadas como la de una representante indígena que habló de la problemática de su pueblo al recibir el premio de mejor actor a nombre de Marlon Brando, o Michael Moore al recibir el galardón a mejor documental, mostró su disconformidad contra la invasión de Estados Unidos a Irak por parte del régimen de George W. Bush y tuvieron que cortar su perorata en vivo.

¿Qué películas premiadas por el Oscar destacaría por contener un mensaje relevante?

Toda película conlleva siempre un mensaje. Lo de su ‘relevancia’ es muy relativo y subjetivo. Entendiendo que por relevante hace referencia a producciones enfocadas en una problemática social, en cada edición la Academia premia documentales que abordan temas como la ecología, la intolerancia, el racismo, etc. Lamentablemente, son pocos los espectadores interesados en visionar este tipo de producciones.

¿Qué mensajes o reflexiones importantes se pueden encontrar en las películas nominadas este año y cómo cree que conectan con los desafíos actuales de la humanidad?

Es muy difícil tener acceso a varias películas nominadas en esta parte del año. Las que se han estrenado en la cartelera comercial han sido la segunda parte de Duna y La Sustancia. Como falta algunos meses para verlas en plataformas streaming, a través de plataformas piratas he podido ver Anora, Nickel Boys y Wicked, y de las nominadas a mejor película internacional, Flow, La semilla del fruto sagrado y La chica de la aguja.

¿Puede brindarnos un mensaje de las películas que menciona?

Anora es una versión retorcida y amoral de La Cenicienta que, comparada a Pretty Woman, lo deja como un cuento de hadas de Disney. Wicked repite la misma fórmula de Maléfica, donde héroes y villanos invierten sus papeles, en este caso la Bruja del Oeste de El Mago de Oz. Nickel Boys es la que se ajusta más a una temática social, se basa en hechos reales y denuncia los abusos de unos adolescentes de raza negra en un reformatorio en la década de 1960.

¿Y de las nominadas a mejor película internacional?

Flow es una película de animación donde en un mundo sin humanos, los animales deben aprender a unirse para sobrevivir. La chica de la aguja trata de una chica desempleada que se interrelaciona con Dagmar Overbye, la asesina serial que en la Dinamarca de 1920 asesinó con sus propias manos a una veintena de bebés. La semilla del fruto sagrado es una película ambientada en la Irán de 2022, durante las protestas de los estudiantes tras el asesinato de Mahsa Amini por parte de la policía por rebelarse a llevar el hiyab, donde el padre en cierto sentido representa el conservadurismo y la brutalidad del régimen teocrático iranio, la madre la aceptación del status quo y las hijas las que se quieren rebelar ante ese orden impuesto contra las mujeres.

Desde su experiencia, ¿cómo puede el análisis crítico del cine contribuir a la formación de profesionales más reflexivos y socialmente comprometidos?

El cine ha sido desde siempre una herramienta de comunicación propagandística. Casos de educación y manipulación ideológica los tenemos en cine producido en los regímenes de Stalin o de Hitler. Se ha tenido también cineastas comprometidos con causas políticas y sociales como Costa-Gavras en Francia, Miguel Littin en Chile o Pino Solanas en Argentina. Considero que el cine puede ser una herramienta pedagógica muy útil y que puede ayudar en la formación de los estudiantes. El ciclo pasado tuve la oportunidad de programar en el sílabo del curso Narrativa Transmedia, una sesión de películas silentes. Los alumnos mostraron en un inicio resistencia para ver producciones hechas hace más de cien años, pero luego se quedaron maravillados al percatarse que varios recursos técnicos y narrativos que ellos creían eran modernos, ya eran utilizados hace muchísimos años.   

¿Qué rol juega el cine como herramienta educativa, especialmente en carreras como Ciencias de la Comunicación?

Desconozco cómo mis colegas de los cursos audiovisuales programan el visionado de películas en sus respectivos sílabos y cómo construyen sus fichas de análisis crítico. Yo soy profesor de los cursos de publicidad. Como conocen de mi afición por el cine, algunas veces me envían a sus estudiantes a entrevistarme y a veces he tenido en clases debates con colegas sobre películas como Barbie de Greta Gerwig, donde resalté su puesta en escena artesanal en tiempos que todo es digitalizado. Otra película que debatimos fue la segunda parte de Joker que particularmente a mí me agradó bastante y considero que ha sido injustamente maltratada e infravalorada por las nuevas audiencias en redes sociales. Estoy seguro que en unos años esta secuela será revisada y revalorada por las nuevas generaciones. 

¿Qué recomendaría a los estudiantes que buscan usar el cine como medio para transformar realidades o generar impacto en su entorno profesional y social?

Ver mucho, muchísimo, cine. La mayoría de estudiantes de comunicaciones estudian la carrera deslumbrados por los productos audiovisuales comerciales, por las series vía streaming o por videos de plataformas como YouTube o TikTok. No existe una cultura cinematográfica que les permita tener acceso a cineastas de autor. El ojo para el buen cine es algo que se va educando y sería bueno que en las Facultades de Comunicación cuenten con su propio cine-club donde se programen ciclos de películas que nunca se estrenarían en el circuito comercial.

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