domingo, 11 de julio de 2010

por qué no me gustó el campeonato de españa

Se acabó el Mundial. Joder, España se coronó campeón por primera vez. Críticos, especialistas, futboleros les rinden pleitesías, corean al unísono su superioridad ante los demás participantes. Lamento no poder compartir las loas globalizadas. El juego de la ‘Furia’ no terminó por llenarme el ojo. Me parece que el nivel de este equipo es cualitativamente inferior al que se coronó campeón en la Euro 2008. La escuadra dirigida por Luis Aragonés era una sinfonía de agresividad, remarcaba su jerarquía vapuleándote con buen fútbol. La España de Vicente del Bosque carece de esa alegría, de esa decisión para marchar al ataque. Dominan, corren, asfixian, pero de cara al arco han sido hasta cierto punto irresolutos. Anotaron ocho goles en siete partidos, en la Euro doce en seis partidos, un descenso considerable en cuanto a efectividad.

España en la primera ronda mostró muy poco atrevimiento. Suiza le ganó —bien— en el debut. Honduras —con quien tenía una añeja deuda desde España ‘82— le ofreció muchas ventajas, pero igual fueron incapaces de llenarles la canasta. Chile, con diez hombres, jugó a empatarle y de haberlo conseguido, habrían quedado segundos obligándolos a enfrentar a Brasil que posiblemente los hubiera dejado fuera de carrera. Rendimiento muy discreto en la primera fase para una selección con etiqueta de ‘favorita’. Honestamente no pensé que podría superar los Octavos de Final. Si bien es cierto que posee el balón más que sus rivales ocasionales, en los últimos metros adolecen de precisión. Encaran poco, hacen siempre una de más. En los cuatro partidos incluido la Final, los hispanos repitieron el mismo marcador: uno a cero. Lo mínimo. Por más que en la cancha dejen por sentado una superioridad, dejan también un tufillo de mezquindad que hace que sus triunfos sean muy deslucidos. España doblegó a Portugal porque los lusos se contagiaron de las ganas de no jugar de Cristiano Ronaldo. Contra Paraguay el trámite fue muy parejo y su cacareado nivel superlativo pasó desapercibido. Si Cardozo convertía el penal otra podría ser la historia. Alemania traicionó a su tradición copera y se sintió disminuido desde el pitazo inicial. Extrañaron quizá la osadía de Thomas Müller, la grata revelación del torneo. Regalándole toda la iniciativa a la ‘Furia’, el gol —soberbio testazo de Puyol— se caía de maduro. Una Alemania que no parecía Alemania pecó de permisiva y catapultó a los españoles a la Final.

El mejor partido del campeón aconteció justamente contra Holanda. Sin embargo, durante los 90’ Robben tuvo la oportunidad más clara de anotar, pero el balón fue apenas desviado por el botín oportuno de Casillas. El partido terminó cero a cero y hubo que ir al tiempo suplementario. Cuando la ‘Naranja’ contaba con diez hombres y restaban cuatro minutos para ir a los penales, Andrés Iniesta, el cerebro de esta España, consiguió el gol que les permite ahora alzar la Copa. España es un plantel compacto y convencido de que son los mejores del mundo y por eso se coronaron campeones. Alemania y Holanda ‘compraron’ también esa supremacía y les permitieron campeonar. Debieron jugar fútbol en vez de tenerles miedo.

Como amante del ‘jogo bonito’ —Didí dixit— no me basta con que un campeón mundial sea superior, exijo vistosidad en su fútbol. Quiero que sean espectaculares, explosivos, que ofrezcan partidos memorables —de esos que quedan perennizados en la retina— y sean comentados por los aficionados por mucho tiempo. Fuera de la polémica que causaron los penales en el partido contra los guaraníes, no nos queda ninguna jugada, ni un gol notable, sólo una fría estadística que nos dirá que España se coronó campeón mundial por primera vez en 2010, pero pocos recordarán estas jornadas. La misma Final fue un partido mediocre, áspero, para el olvido (1). Sólo agradezco que lo supieran definir en la agonía de la prórroga. La ruleta de los penales son buenas para cualquier partido menos para una Final de Mundial. Los títulos de Brasil en 1994 y de Italia en 2006 carecen de brillo por ese motivo (2).

A España le faltó disputar un Holanda 3 Uruguay 2 —de lejos el mejor encuentro del torneo— o le faltó la contundencia de Alemania cuando le encajó cuatro pepas a Inglaterra y a la Argentina de Messi. Jornadas más memorables ofrecieron las Españas de Zamora en 1934, la de Zarra en 1950 o más recientemente, la de Butragueño en 1986, Luis Enrique en 1994 y la de Raúl en 2002. Claro que esta reflexión cualitativa no cuenta si no se consigue el objetivo de ser campeón. La miel del buen fútbol es placentera siempre y cuando vaya de la mano de la victoria. Menos mal que la FIFA —tantas veces desafortunada en sus designaciones— tuvo el tino de elegir como mejor jugador del Mundial a Diego Forlán (3) —artífice del milagro charrúa— y no designar a un oportunista como David Villa.

En el balance, calculo que son pocas las cosas rescatables de esta Copa del Mundo, que no fue tan mala como Italia ’90 —el peor Mundial que vi en mi vida— pero le restó poco. A. La oportunidad desperdiciada por los países del Mercosur de estar presentes los cuatro en una Semifinal. B. Los pronósticos acertados de Paul el cefalópodo (4), cagándose en todos quienes nos creíamos gurús en fútbol. C. Los escandalosos yerros arbitrales (5) que exigen a gritos el uso de la tecnología (a riesgo de matar la polémica y robotizar el juego, creo que valdría la pena probar. Se acabó el Mundial.
           
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1. Similar a la Final de Alemania ’06, pero ese partido al menos conservará para la posteridad el cabezazo de Zidane contra Materazzi.
2. Si bien no se puede evitar las definiciones por penales en los partidos previos de un Mundial porque existe una programación rigurosa que cumplir, pienso que en el caso de una Final, de terminar el marcador igualado en tiempo regular y suplementario, se debería programar otro partido en un lapso de 72 horas. Eso sería más justo y beneficiaría al fútbol (y también a la FIFA y a los organizadores pues contarían con otro match para lucrar).      
3. Mi equipo ideal en esta Copa del Mundo es: Casillas (España) en el arco, Lahm (Alemania) lateral derecho, Fucille (Uruguay) lateral izquierdo, Puyol (España) y Lucio (Brasil) defensas centrales, Pérez (Uruguay) y Busquets (España) volantes de contención, Müller (Alemania) y Sneijder (Holanda) de creación, Forlán (Uruguay) y Gyan (Ghana) en la delantera.
4. El pulpo Paul o la publicidad de un acuario de Oberhausen (Alemania) para levantar su alicaído nivel de visitas. No importa si recaen sospechas de que el molusco de marras actuaba drogado, pues por instinto debería rehuir de la luz y buscar la oscuridad, esta estrategia BTL será recordada por su inmediatez, oportunismo e impacto mundial. Que le entreguen el Cannes de Titanio.
5. El error más grosero fue el del colegiado uruguayo Jorge Larrionda quien anuló un gol legítimo a Frank Lampard, tras estrellar el balón en el travesaño y picar para adentro, negándole a Inglaterra el empate frente a Alemania. La justicia tarda pero llega. Los alemanes se cobraron una vieja deuda con los ingleses que se remontaba a la Final de Inglaterra ’66. En esa oportunidad el disparo de Geoffrey Hurst impactó en el travesaño pero picó para afuera. El árbitro suizo Gottfried Dienst validó la ‘conquista fantasma’.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Alfieri, ¿a esto te dedicas en hora de trabajo? ¡Joder!

Aquiles Martin dijo...

estoy contigo alfierro

Necia dijo...

hum... como pulpo paul, resultaste un buen cuy jimmy