viernes, 3 de junio de 2011

marketing político para el futuro

Las campañas electorales se arman según la coyuntura, el espacio histórico-temporal como decía Haya de la Torre. Sin embargo, en cuanto a marketing político se refiere, es probable que las próximas elecciones municipales o generales sean semejantes a las de este 2011. El presente proceso electoral ha dejado varias lecciones que los comunicadores deberemos tomar en cuenta.

I. CONOZCA BIEN EL COMPORTAMIENTO DEL CONSUMIDOR. Hace rato que las elecciones dejaron de ser batallas ideológicas. Marxismo o liberalismo son términos que hoy pocos comprenden. La izquierda en el Perú, con mayoría en el centro y sur del país y la Derecha sectorizada en Lima urbana (no marginal) y norte del país, representan cada una un 20% del electorado, lo que equilibra la balanza. El desequilibrio y factor decisivo proviene del 60% apolítico, de quienes votan por simpatía o impacto emocional. El apolítico peruano es de dos tipos: A. EL CONSERVADOR: aquel conformista con el status quo y se inclinará por la candidatura que garantice el establishmentB. EL DISCONFORME: aquel que cree necesario un cambio social-económico-político. Un marketero antes de lanzar su producto —léase candidato— debe estudiar el mercado, sintonizar con los gustos y necesidades de la masa apolítica y diagnosticar  si hay predomina el conservadurismo o la disconformidad, ya que ninguna de estas posturas permanece inmutable. El comportamiento de los electores varía según las circunstancias.       
 
II. PREPARE UN BUEN PRODUCTO. Las elecciones son una plaza donde los electores votan (compran) determinada marca sin derecho de devolución hasta cumplirse los cinco años como fecha de expiración. Para hacer un branding electoral efectivo debemos tener: A. UN CANDIDATO MEDIÁTICO: O sea con cierto renombre entre las multitudes. Ni siquiera los outsider emanan de improviso (lo de Fujimori en 1990 es un fenómeno sui géneris y posiblemente irrepetible). Todo candidato debe haber ejecutado alguna acción con repercusiones para que tenga recordación entre los electores. Levantarse en Locumba o ser hija de un ex mandatario funcionan para estos casos. B. UNA BUENA PLANCHA: Seleccione personalidades sin máculas y procesos penales (y si los tienen que sean lo menor posibles). Procure que gocen de las simpatías de buen grupo del electorado. Intente extirpar a los ‘otorongos’ de la lista congresal. Incluya como mínimo a un discapacitado, un deportista o un miembro de la farándula, de toda raza, sexo, edad y credo religioso. C. UN PLAN DE GOBIERNO SIN MEDIDAS EXTREMAS: Posturas radicales, de Izquierda o de Derecha, ahuyentan votos. Proponga cambios pero redáctelos de manera ambigua, que ofrezcan doble lectura o interpretación. No cometa el error garrafal de Humala y compañía de cambiar a cada rato de plan de gobierno, eso espanta electores. D. UN BUEN EMPAQUE: Aplique photoshop en las fotos oficiales y diseñe un símbolo político (logotipo) legible y con colores vivos. Procure que el símbolo haga alusión directa al nombre del candidato antes que al partido político, no por narcisismo sino porque los peruanos de hoy ya no eligen partidos sino individuos. No en vano la O de Ollanta y la K de Keiko fueron las clasificadas a la Segunda Vuelta.

III. EN COMUNICACIÓN VALE TODO. Deje de lado sus principios morales y éticos, prepárese a elaborar una estrategia demoledora que consiste en: A. UN ESLOGAN FUERTE: Elabore un mensaje generoso, que ofrezca solucionar carencias y frustraciones, una promesa de venta con anhelos y aspiraciones nacionales. El lema de campaña debe ser fonético y legible, sin necesidad de que sea creativo o innovador. El “Seguridad y Oportunidades” de Keiko no suena muy original pero es bastante efectivo ya que hace eco a un clamor y demanda popular. B. TELEGENIA Y ELOCUENCIA (pero que no hable de más): La sonrisa y el parloteo rinden generosos dividendos, pero cuidado porque el pez por la boca muere y muchos postulantes han perdido contiendas por un calificativo o una frase de infeliz recordación, propia o de personas de su entorno. Si lidera las preferencias, lance puyazos con elegancia y no busque la confrontación directa. Recuerde que quien está arriba no necesita responder a los segundones. Deje el  ‘trabajo sucio’ a otros aliados estratégicos fuera del Partido. Sirven para esa labor: periodistas, artistas, intelectuales y también cardenales. C. QUE TENGA RESILIENCIA Que sepa reponerse ante situaciones límite. Responda los ataques con soltura y procure no pisar el palito porque en política quien se pica pierde. D. BAÑOS DE POPULARIDAD: No sólo lo exponga en los medios, hágalo pisar las calles y recorrer todo el Perú. El marketing directo es efectivo si el producto demuestra espontaneidad, que uno es de carne y hueso (como cuando le cogieron las boloñas a PPK), que plantee una comunicación horizontal. El candidato debe mostrarse receptivo. Bailar, cantar, libar, ponerse una prenda típica si la ocasión lo amerita. Sonreír y disimular el desagrado si una mamacha sudorosa lo apachurra. Eso se llama mostrar ‘autenticidad’. E. PIEZAS PUBLICITARIAS EMPÁTICAS: La publicidad gráfica, radial, televisiva o interactiva debe ser cálida y esperanzadora, contar con un buen jingle o cortina musical. Los testimoniales siempre funcionan y si muestran a premios Nóbel o expertos en economía apoyando las propuestas del candidato, mejor. F. MODERE LA GUERRA SUCIA: El ataque excesivo contra los rivales pueden ocasionar un efecto de victimización, lo cual resultaría contraproducente. El terrorismo mediático es eficaz si la venta o preferencia de los medios hacia determinado candidato no resulta tan evidente y descarada. El apoyo mediático a Vargas Llosa en 1990, Fujimori en 2000 y ahora a Keiko en 2011 hizo al final que perdieran. La audiencia es manipulable pero no estúpida. G. EL DEBATE FINAL: Una teleplatea ávida de circo  le da a esta confrontación más importancia de lo que los analistas creen, es el momento de más alto rating de toda campaña. Prepare a su candidato para morder —sin insultar— de manera inmisericorde a su contrincante. Recuerde que a los electores no les interesan las propuestas, más impresiona el contendor que esgrime el mejor ataque-defensa.     

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