martes, 10 de septiembre de 2013

markarián, con más pena que gloria

Un día antes de consumarse nuestra eliminación frente a la ‘Vinotinto’, Markarián adelantó, de manera velada (casi discreta), su renuncia frente al combinado patrio; su no va más, tal como había prometido que pasaría si quedábamos fuera del mundial. Se va a pesar que comparado con otros técnicos —Popovic, Oblitas, Maturana, Autuori, Del Solar, etc.— su popularidad y simpatía se mantienen en buen porcentaje del aficionado que hoy le pide que se quede, que se respete el proceso y la continuidad con miras a Rusia 2018.

El crédito del ‘Mago’ tras el tercer puesto de la pasada Copa América sigue siendo muy alto, a pesar que queda claro que su magia no es la solución a nuestros treinta y tantos años de frustración. La crisis del balompié peruano no sólo pasa por la elección de un técnico apropiado, pasa también por nuestro torneo, dirigentes, arbitrajes, prensa, estadios y, sobre todo, por los jugadores, la materia prima. Si miramos el panorama de lo que tenemos en el presente, poco o nada tenemos podemos esperar en los próximos tres años.

Los planteamientos de Markarián no me agradan. Soy poco afecto al juego ratonero. Si bien simpatizo con Uruguay y deseo de corazón que esté en Brasil 2014 presto a realizar otro maracanazo, no me gusta tampoco los planteamientos del ‘Maestro’ Tabárez, muy similares a los del ‘Mago’ (por algo son uruguayos). Los orientales juegan de esa forma porque así entienden el fútbol. Se defienden con uñas y dientes y esperan que un Forlán (en Sudáfrica 2010) y ahora los Suárez y Cavani les resuelvan los partidos. En estos tres años de escuela ‘uruguaya’ se intentó que Perú adoptase la misma filosofía, sin enteder que para eso primero se necesita defensores de jerarquía, que no pierdan la concentración y se rajen hasta que suena el silbato.

Para un esquema ratonero no se puede jugar con defensas del medio local. Lo de la Copa América —admitámoslo de una vez— fue un champazo. Clasificamos a Cuartos porque México participó con un equipo amateur, a Colombia le ganamos de contragolpe en suplementario y el tercer puesto lo obtuvimos ante un Venezuela que a pesar de haber crecido una enormidad, está lejos de clasificar a un mundial. Para ratonear necesitas de una zaga que presione, que cometa faltas lejos del área, que no le ganen el ‘vivo’ en el juego aéreo, necesitas, en pocas palabras, jugadores de experiencia —no viejos y lentos—, con roce internacional, de aquellos que lamentablemente carecemos. En otros procesos hemos perdido porque fallábamos en todas las líneas. En esta oportunidad hemos tenido jugadores de peso adelante —Farfán, Pizarro, Guerrero, Cruzado— pero hemos otorgado facilidades en la retaguardia.

Estas eliminatorias comenzamos a perderlas temprano, en la segunda fecha, cuando la desconcentración de la defensa —sobre todo de Revoredo— provocó que estuviéramos 2-0 abajo en los primeros quince minutos. En la tercera, aguantamos el primer tiempo, pero luego Ecuador nos pasó por encima, como sucede con toda escuadra ratonera cuando juega, se asfixia, en la altura. De ahí vino un receso que nos cayó como el orto porque no contamos con varios titulares por diversas razones. El ‘Mago’ quiso hacer magia con jugadores improvisados —tal como le funcionó en la Copa América— y el experimento resultó fallido. Perdimos con Colombia tras un grosero resbalón de Revoredo —otra vez— y frente a Uruguay. Sumar cuatro derrotas fue lo que al final nos dejó afuera. Un equipo con pretensiones de clasificar no puede perder tantos puntos en un proceso que es más corto de lo que parece.

En la siguiente fecha doble sumamos cuatro cuando bien podíamos haber sumado seis ante la Argentina de un Messi apocado. De ahí se armó un equipo alterno y aclimatado —excelente decisión— que logró un empate en La Paz. Llegábamos pues al partido de Asunción, un partido clave con todos los titulares descansados frente a un Paraguay, hoy eliminado —lujo que se dan tras asistir a cuatro mundiales consecutivos—, donde varios rivales directos (Venezuela incluido) lograron sumar puntos. Nosotros sin embargo, caímos en la abulia ofensiva y una distracción defensiva —otra vez—permitió a los guaraníes ganar 1-0.

En ese momento, estuvimos en cuidados intensivos, comparados a otras selecciones —Argentina, Colombia y Ecuador— que por méritos propios se habían distanciado de las demás. Los triunfos ante Chile y Ecuador —por fin ganamos dos partidos seguidos— albergaron un hálito de esperanza, pero luego llegaría el partido en Barranquilla donde un penal —innecesario— de Yotún y una desconcentración aérea después significaron el 2-0. De nuevo a cuidados intensivos, pero con la tranquilidad de depender solamente de nosotros (no de las matemáticas, donde siempre salimos jalados). Si Perú le ganaba a Uruguay en Lima, estaríamos en este momento encaminados a Brasil. Lamentablemente no sucedió así. Perdimos un partido en menos de cuatro minutos con un penal —innecesario de nuevo— de Ramos y la expulsión de Yotún que cayó en la provocación a la que los uruguayos están acostumbrados (y los peruanos de Markarián no).

Haber caído hoy 3-2 frente a Venezuela es como una eutanasia, es como quitarle el respirador artificial a un desahuciado. Estamos eliminados y con esto se suman treinta y cuatro años sin pisar una Copa del Mundo. Pienso en cuantos peruanos nacieron, crecieron y murieron sin gritar siquiera un golcito peruano en un torneo de esta magnitud. Las eliminatorias pasadas significaron la despedida de los Palacios y Solano, las presentes de Pizarro, Lobatón y el ‘Mudo’ Rodríguez y quizá también de Guerrero y Farfán. Lo que preocupa es que miramos lo que nos resta y no queda mucho para ilusionarnos con una futura clasificación.

En Fernández hemos encontrado arquero para rato. Advícula o Yotún son dos laterales que pueden madurar. En la zaga central sólo nos queda Zambrano. Como compañero que se nacionalice un uruguayo o un paraguayo. No tenemos volantes de contención (Retamoso tampoco llega por edad). En creación nos queda Cruzado. La falta de nivel (y de huevos) hacen que dude de ‘Cachito’,Carrillo y Hurtado. Me las juego más por Benavente, Hinostroza o el propio Manco (si deja las botellas). Arriba asoma Yordy, todavía como prospecto, y... nada más. Ruidíaz para la selección es una broma de mla gusto. ¿Vale con un equipo así pensar en otro ciclo con Markarián? Creo que no. A un equipo de ratones hacerlos ratonear es hacerlos presa fácil del gato. Para mi gusto necesitamos otro tipo de técnico —y un escuadrón de psicólogos— que primero nos quiten el miedo y que nos inculquen que los partidos duran noventa minutos y descuentos por lo que hay que poner todo en cada momento.

Es tiempo de que Perú sea cantera de futbolistas, no de peloteros.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

lo primero q deben de ahcer es renovar gente nueva probar con jente de las provincias que juegan mejor q esos que están años en la celeccion y solo hacen quedar para el culo a los peruanos solo se necesita pensar en la juagar y no en los lios que se te presenta en el juego seamos realistas y punto carjo