domingo, 26 de agosto de 2018

1968, Lennon y el 2018


Mucho se ha escrito sobre la década de 1960, la década prodigiosa, la más relevante y excitante de la pasada centuria. De los años que la conforman, 1968 es particularmente peculiar por lo violento y caótico, principiando por el recrudecimiento de la Guerra de Vietnam, las revueltas de Mayo en Francia, el sangriento desplome de la ‘Primavera de Praga’ bajo los tanques soviéticos, la no menos sangrienta masacre estudiantil en Tlatelolco, los disturbios de Chicago, los asesinatos de Martin Luther King y de Robert Kennedy, etc. En ese escenario revuelto, el Perú no se quedó atrás con la llamada ‘Revolución Peruana’ de Velasco, defenestrada por muchos y valorada por muy pocos.

Por primera vez en la historia de la humanidad, en los años 1960 la juventud de todas partes se convirtió en protagonista de su tiempo, creyéndose con la capacidad de poder cambiar el mundo. En 1967, Influenciados por las ideas de Marcuse, los poetas de la Generación Beat, psiquiatras psicodélicos como Leary y las canciones de los Beatles —también de Dylan y los Stones—, los jóvenes adoptaron primero una postura de resistencia pacífica, por lo que John Lennon cantaba All You Need is Love y parecía que efectivamente el amor iba a ser el componente de los nuevos aires que se respiraban en Occidente y que se podía mejorar las cosas trastocando las armas por flores.

Un año después, los pacifistas se volvieron reaccionarios. Influenciados por la inmolación del Che Guevara y otros movimientos de guerrilla, los chicos salieron a tomar las calles y se toparon con una clase dirigente recelosa de ceder un ápice de su posición vertical y arbitraria, respondiéndoles con represión policial, militar y asesinatos en masa a través de grupos paramilitares. Ante la lluvia de balas y catanas, los revoltosos buscaron el apoyo de sus profetas musicales. Algunos entraron en onda. Mick Jagger les obsequió Street Fighting Man, Lennon, por su parte, parecía darles la espalda al considerar que la violencia no era la solución. Justo en Revolution les dice: “Cuando hablas de destrucción sabes que no puedes contar conmigo”. En el llamado White Album, publicado a fines de ese año, el beatle iría más lejos en lo que la mayoría de las personas encontraron incomprensible, en Revolution 9 —tema experimental en el que no participaron los otros beatles— a través de grabaciones pasadas al revés, ruidos, aullidos y crepitar de fuego, vaticinó que la violencia sólo podía generar el caos, de allí que un psicópata como Manson interpretara que era la puesta en escena del noveno capítulo del Apocalipsis (en realidad le había puesto ‘nueve’ porque había nacido ese día y era su número de la suerte). Lennon seguiría siendo consecuente con el amor y realizaría su propia protesta serena encamándose en un hotel de Monreal y cantando: Give Peace a Chance.               
Han transcurrido cinco décadas desde 1968 y salvo que el poder global lo continúa detentando los mismos de siempre, podemos afirmar que el mundo se ha transformado pero no necesariamente para mejor. La caída —o fracaso— del comunismo, socialismo y demás hierbas coloradas, ha traído como consecuencia una juventud menos idealista y aletargada, un mundo más egoísta y menos comprometido con su entorno, una sociedad hipercomunicada e informada solamente a cuenta gotas. Si hubiera una ‘Revolución 2018’ —algo que urge a gritos en el Perú por toda la podredumbre y corrupción de la que somos testigos— no me imagino todavía con que música marcharíamos. Si con Despacito de Fonsi o Felices los Cuatro de Maluma. Tal vez con ninguna, porque la música también es sinónimo de abulia o apatía y sin referentes musicales que puedan incentivar a los jóvenes a rebelarse, es probable que sus marchas no conduzcan a ninguna parte.          

0 comentarios: