“Seguro
el cholo de Alfieri quiere ir a ver al Tri”, comentó uno de mis amigos la noche anterior del concierto, expresando lo que para muchos representar Alex Lora y compañía: la chingada a la ene potencia. Así ha sido siempre, tanto en el Perú como en el propio México. La banda despierta tirrias y aficiones por igual. El Tri para sus detractores es chirriante, malaspectoso. El disfuerzo y la voz mezcalera de su líder resultan simplemente insufrible. En algo tienen razón. Ver a un Lora envejecido por la tele gritando: “¡Enciende la grabadora, mami, sale El Tri de Méxicooo!” es de muy mal gusto, pero no creo que lo suficiente como para eclipsar su relevancia en la escena rocanrolera de América Latina.
Mi afición por El Tri se remonta a la adolescencia. Se dio a conocer en el Perú en el verano de 1986 con El Vicioso, más adelante sonarían otros temas como Triste Canción, Metro Balderas —pirateada a Rodrigo González—, Mente Rockera —que ya habían grabado en su etapa Three Souls— y Nunca digas que no. Desde sus inicios, la banda se dirigió a un público marginal, música para estratos bajos, orgullosos representantes de los mexicanos de a pie, los perros negros negros y callejeros, sin hogar, sin hembra y sin dinero. Era 1968 —el año de la masacre de Tlatelolco— y se hacían llamar Three Souls in my Mind. Políticamente incorrectos, tenían cojones para cantar entre tanta represión: Vivir en México es lo peor / Nuestro gobierno está muy mal / y nadie puede protestar porque te llevan a encerrar. En un país unipartidario, casi una dictadura solapada, el trío no tuvo cabida en los medios a pesar de su creciente popularidad. En 1971 estelarizaron Avándaro, esa especie de Woodstock charro, que acabó antes de lo previsto por culpa de los changos azules y listos para atracar (léase policías). Su espíritu era contestatario y se la jugaron en un tiempo difícil. Cuando en Nostalgia de fin de siglo hablan de haber sido rebeldes y contestar rayos, no lo hacen por pose.
Tres de la tarde del domingo 8 de junio. Para el concierto de El Tri en la Asociación de Caballos de Paso hay tres precios: 100 soles platinum, 50 media caña, 25 populorum. Voy y me topo con cuatro gatos haciendo cola para entrar. “No van a vender entradas y en Jano’s ya se agotaron, quizás en Teleticket”. Ese ‘quizás’ me hace ir al
Wong de California para enterarme que carecen de ese servicio. “Vaya al Wong de
Larco”, me dicen, voy y tampoco encuentro. “Quizás en el
Metro del centro”. Voy al centro y me entero que en Trujillo no existe el
famoso servicio de Teleticket. Desanimado bajo hacia el Jano’s y encuentro que
efectivamente no venden entradas, salvo dos rollizas revendedoras que creo
haberles comprado entradas cuando ha jugado Alianza en el Mansiche. “Tengo
sólo de 25 pero a 30, ¿se anima?”, me incita la más joven y también la más
pendeja. Atraco. Ya que voy a estar al fondo al menos ir temprano. Me aparezco
a las seis de la tarde. Un patín me ofrece a 35 soles su entrada de 50. Reatraco. Le doy
a 20 la entrada que me costó 30 más 15 soles para que atraque también. Entro.
El sol languidece. Una de las tres bandas teloneras que tendré que soportar
toca buenos covers en español. Por siete mangos me vacían una Cusqueña de 620 ml. En un
vaso descartable. Espero, mucho, muchísimo, mientras me tomo seis de esos. Hace
frío. Un viento helado corre por el descampado. ¿Vale la pena sufrir tanto?
“Hace
veinte años venía El Tri y no lo pensabas, ¡ibas!”, me dijeron la noche
anterior y tenían razón. Para mí en Latinoamérica Charly García es John Lennon
y Alex Lora Keith Richards. Mi desapego vino después de editado su tercer disco
y desaparecer de la escena peruana. En 1991 se presentan en La Movida, el programa de la chaparrita
Verónica Castro y encuentro que a Lora lo acompañan cuatro zamarros
que distan mucho de tocar como los miembros originales. ¿Dónde estaban Sergio
Mancera, Mariano Soto, Arturo Labastida? En escena estaba Alex, su esposa Chela
—negada para la música como
Yoko Ono y Linda Eastman— y el fiel Rafael Salgado en la armónica. Ese cambio
de integrantes fue lo que nunca pude perdonarle a Lora. Me lo imaginé conflictivo.
En 1983 se pelea con Carlos Hauptvogel, cofundador de Three Souls, y éste se
queda con los derechos del nombre. Decide refundar la banda y la llama a secas
El Tri, como ya era coreado por sus seguidores, y con los miembros que luego
expectoraría, edita Simplemente,
disco fundamental en la historia del rock en nuestro idioma. Luego seguirían Hecho en México y Niño sin amor. La guitarra de Mancera, el saxo de Labastida y la
asincronía de Soto en la batería lograron una amalgama única, irrepetible, que
insensatamente Lora había desmantelado.
En 1998 radicaba en Lima y una noche de
domingo fui de compras al otrora Santa Isabel de Benavides con Alcanfores. La
noche anterior El Tri había tocado en Arequipa y en ese momento en el stand de
cd’s estaba Alex Lora junto con su esposa. Habiendo abordado en pos de un
autógrafo a Facundo Cabral semanas atrás en la puerta de la Embajada Argentina
(dedicado a Madelayne, la flaca que me acompañaba en ese instante), no dudé en
hacer lo mismo y un Lora amable me autografió en la parte no impresa de un
volante anunciando una tocada de su banda en Guadalajara. Al estrechar su mano
y notar su flaccidez (la misma que noté en Pil Trafa de Los Violadores cuando
se presentaron en La Barra en 2006) no pude evitar preguntarle por los miembros
originales y él, sin ocultar su desazón, me dijo escuetamente: “se están
dedicando a otra cosa”. No le creí. Tres buenos músicos no cuelgan así nomás
los instrumentos. Mancera por ejemplo seguía —y
sigue— haciendo música. En
solitario editó el álbum Películas
de muy buenos comentarios en la web.
Diez de la noche. El frío avanza y la cerveza también. Comentan por ahí que Perú acaba de
perder 4-0 contra México. “¡Pinches cabrones!” Cerca de mi ubicación se
encuentra un chaparro barbudo vistiendo una polera de El Tri con la Virgen de
Guadalupe. Elaboro dos versiones: o es mexicano y miembro del staff o es
peruano y le han regalado la polera. Resultó ser lo primero. Su nombre es
Arturo Ramírez, natural del D.F., 34 años aunque aparenta más. Desde el 2005 es
luminotécnico de la banda. Su cordialidad aumenta conforme desfilan los vasos
de Cusqueña.
“Anteayer en Chimbote, ayer en Chiclayo, hoy tampoco paro”. “¿De iluminar?”, le
digo. “No, de tomar” y orgulloso me muestra una botella de José Cuervo que alterna con
los vasos de ron Cartavio
que le ofrecen sus asistentes peruanos. Mientras más larga se hace la espera y
se ha consumido media botella de tequila puro, le comentó mi dolor con El Tri: cambiar
a los originales por los que tocan ahora. “Pos güey, no te imaginas lo que en
mayo fueron los cuarenta años de El Tri, vieras el espectáculo de luces que
preparé para el acto; y no me creerás, en la tocada estuvieron Mancera, Soto y
Labastida, ¡los meros-meros, cabrón!, y todo fue un loquerío”.
A
la medianoche, cuando el alcohol no era suficiente para soportar la demora,
apareció El Tri, no transportado en helicóptero como Mick Jagger o en limosina
como Led Zeppelin, sino en un colorido bus de dos pisos de transportes El Sol.
Minutos más y suben al escenario. Suspiro. En mayo de 1987 los había visto
tocar en vivo por primera vez junto con Kenny y los Eléctricos en el Gran
Chimú. Diez años después se presentaron en el megaevento de Pilsen Trujillo pero yo
trabajaba en Lima y no los vi. Arrancan con un tema de su último disco: Nunca es tarde, como nadie
la conoce, el ambiente permanece tibio. Viene A.D.O. de la última etapa de Three Souls y la
reacción sigue tibia. Somos pocos los
que conocemos sus temas setenteros gracias a que Iempsa —competencia de El Virrey que había editado los tres primeros discos de El Tri— lanzó el disco 15 grandes éxitos.
Con Metro Balderas
la gente estalla. Como un mar incontenible, todos los que pagaron 25 soles
arrasan las barandas y se colocan junto con los que pagaron 50. Es tal mi
excitación que no me importa formar parte de una sola masa. Mientras tanto,
cambiaba el coro de Metro
para decir: “¡Chíngate a tu madre, Hugo Chávez!” y luego lo mismo para Evo
Morales. Llega Agua mi niño
y pienso que la entrada y mi espera está recontra pagada. Nunca antes —ni en video—
había escuchado que El Tri tocara esa canción en vivo, lo cual era un desperdicio
porque es una de las rolas más potentes de su repertorio.
En La raza más chida, Lora cae
en la tentación de ser patero y combina las palabras ‘peruanos’ con ‘mexicanos’
y ‘pisco’ con ‘mezcal’. Luego vienen Nunca
digas que no, Muchacho
chicho, El
cantinero, Nostalgia
de fin de siglo, Perdedor
y Pobre soñador.
Antes de la siguiente canción, Alex habla de un chamaco que no quería perderse
la gira por Perú. Aparece entonces Arturo Labastida, con la barba larga entrecana
y la camisa arremangada. “¡Con ustedes, Ataucusi redivivo!”, bromea Lora y el
saxofonista original de El Tri toca el intro de La pantera rosa para Mente
rockera, la misma canción que abrió su concierto trujillano hace 21
años. Tras los clásicos Triste
canción y El
vicioso, Lora se despide y sólo queda en el estrado el venerable
Labastida quien alienta al público para que vuelva la banda a escena. “No he
venido desde tan lejos para tocar tan poco”, exclama y con el griterío
reaparece Lora y su gente para tocar Cuando
tú no estás y cerrar definitivamente con la hipercoreada: las piedras rodando se encuentran, y tú
y yo algún día nos sabremos encontrar. Mientras tanto cuídate, que te bendiga
Dios, no hagas nada malo que no hiciera yo. Turut-tuturu.
Son
las dos de la mañana. Extirpado el fantasma que tenía adentro, regreso a casa en medio
de la gente. Antes de salir, paso por la mesa de controles donde Ramírez el
luminotécnico continúa agazapado de los controles, borracho como me lo había
anticipado pero no con José
Cuervo pues al irrumpir la gente de popular patearon la botella y
su fino tequila ahora serviría como pasto para los caballos. “Te gustó el
concierto —dijo al estrechar mi
mano—, pos sino les digo que
lo repitan”… Cualquier día de estos, maestro. Cualquier día.
3 comentarios:
muy bueno el blog, Juan Pablo Peralta
www.portaldelperiodista.blogspot.com
a el tri?
no será a+el=al?
al tri?
bueno el nombre de la banda es El Tri, entonces decídete porque en varias partes solo escribes el Tri, empezando por el título cholo alfieri
...ya no quiero q seas mi chava es mejor para los dos...es lo mejor para los dos...es lo mejor uuuuuuhhhhh.....o.....oye cantinero sirvame una copa por favor, quiero estar borracho quiero sentirme de lo peor pues la mujer q quiero con otro fue a parar....
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