Dos leyendas del cine, dos sex-symbols. Uno italiano del sur, la otra americana con algo de sangre escandinava. Uno falleció en 1926, la otra vino al mundo en ese mismo año. Marilyn Monroe nació el 1 de junio, fruto de la relación inestable entre un marinero y una mujer desequilibrada. Rodolfo Valentino pasó a mejor vida casi tres meses después, el 25 de agosto. Ninguno como ellos despertó tantas calenturas desde una butaca, incluso después de la muerte, aunque si nos regimos a los patrones estéticos de hoy quizá el aspecto físico de Marilyn ha ‘envejecido’ mejor que el de Rudy. En 1926 el latin lover de esa década le cedía su destino a quien luego sería la bomba rubia de los años 1950. Un ídolo del deseo le daba la posta a otro, compartiendo ambos la misma historia de gloria y tragedia.
Valentino nació el 6 de mayo de 1895 en Castellaneta (Bari), mismo año en que los hermanos Lumiere inventaron el cine. Quiso convertirse en oficial y luego en agrónomo, pero como tantos italianos de la época, se vio obligado a emigrar y arribó a Nueva York en 1914. Consciente de su atractivo, sobrevive alquilándose como amante occasional de señoras calentonas y homosexuales asolapados. Tras ser detenido por la policía vestido de mujer y envuelto en un escándalo de chantaje, Rudy emigra a Hollywood donde conoce a June Mathis, guionista de cine y una de las tantas lesbianas que rondarían su vida de ahí en adelante. Gracias a la Mathis obtiene varios papeles secundarios —principalmente de villano— hasta que la Metro-Goldwyn-Mayer accede en 1921 darle el papel protagónico de The Four Horsemen of the Apocalypse. Bastó su porte latino y un bien ensayado baile de tango para convertirse en estrella de inmediato. Siguieron otros títulos exitosos como: Blood and Sand, The Sheik y The son of the Sheik. La muerte lo sorprende cuando apenas tenía 31 años, a causa de los fuertes medicamentos que tomaba creyendo que podían detener su alopecia, cada vez más pronunciada. Su estómago temrinó hecho trizas.
El verdadero nombre de Marilyn era Norman Jean Baker y nació en Los Ángeles (California). Su infancia la pasó en orfelinatos hasta que contrajo nupcias a los 16 años. Separada de su esposo, se volvió modelo de revistas de moda, cambiando su destino cuando posó desnuda para un calendario con fondo de terciopelo rojo. En 1946 fue contratada por la Twentieth Century Fox con un sueldo de 125 dólares semanales, haciendo muchos papeles secundarios —apareciendo en obras maestras como The Asphalt Jungle o All About Eve—. En 1953 protagoniza junto con Jane Russell Gentlemen Prefer Blondes y el sexo en el cine nunca más volvería a ser igual. Siguieron otros filmes inolvidables como: How to Marry a Millionaire, The Seven Year Itch —la escena de la falda alzada es considerada la más famosa del cine—, Bus Stop o Some like it hot. Casada primero con el beisbolista Joe DiMaggio y luego con el dramaturgo Arthur Miller, se especula que fue amante de John F. Kennedy y también de su hermano Bobby. Marilyn murió misteriosamente por una sobredosis de barbutúricos, la mucama encontró su cadáver desnudo en la cama. Era el 5 de agosto de 1962, el mismo mes que Valentino falleció.
Valentino, el actor más taquillero del cine silente, pasión de muchas mujeres que nunca lo oyeron hablar, es casi seguro que su carrera se habría venido abajo con el advenimiento del cine sonoro —instalado al año siguiente de su muerte con The Jazz Singer— a causa del timbre aflautado de su voz. Ese fue el motivo que truncó la carrera de John Gilbert, otro famoso galán de la época, y murió alcoholizado a los pocos años. Marilyn, encasillada en papeles de rubia tonta cuando aspiraba a papeles más drámaticos —tuvo su año sabático alejada de las cámaras, estudiando actuación en Nueva York con Lee Strasberg— difícilmente hubiera soportado envejecer. En las escenas que se conservan de la inconclusa Something’s Got to Give se observa que su cuerpo estaba todavía en plenitud, por lo que quizás el destino obró al llevársela antes de terminar arrugada como una pasa. La eternidad siempre sera benévola con aquellos que mueren jóvenes.
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