Semanas atrás conversaba con Richard Licetti sobre dos artículos
publicados en diatreinta —edición de marzo—,
revista orgullo de nuestra Facultad. El primero en cuestión titulado ¿Y quién defiende a las mujeres?,
escrito por nuestra entrañable y siempre polémica Orietta Brusa; trata sobre el
papel de la Iglesia como ente represor del aborto y anexa —no en forma clara—
el coqueteo de los prelados con los círculos de poder. El segundo —y más
controversial, según mi querido Licetti— firmado por Ester Vargas, periodista
de Perú 21, quien publica una columna sobre sexo todos los miércoles y su blog
es uno de los más seguidos en todo el país. Bajo el título Luna de hiel en Huanchaco, Vargas describe los últimos y
tormentosos momentos de su relación con otra fémina en el balneario trujillano.
Sin dejar de reconocer que estaba bien redactado, Richard cuestionaba dos cosas:
la pertinencia del tema (relato de lesbianas en una revista universitaria) y si
podía considerarse periodística una crónica cuyo contenido rayaba en la ficción
literaria. Al primer cuestionamiento respondí que el homosexualismo es un tema
inherente en nuestra sociedad y por tanto es pertinente, sin importar el
enfoque crudo, descarnado o sentido de la autora. Vetarlo hubiera sido atentar
contra el espíritu libre pensante de la revista y de nosotros mismos como
comunicadores sociales. Sobre si el tema es periodístico o relevante, pues son
pocas las notas netamente ‘periodísticas’ publicadas en diatreinta, donde se le ha dado más cabida a las
experiencias vivenciales y puntos de vista, así que tampoco era un obstáculo
para su publicación. Finalicé la discusión —siempre alturadas y enriquecedoras
con mi dilecto colega— afirmando que la colaboración de la Vargas y la de
Alberto Alarcón de octubre pasado sobre el pueblo piurano donde el viento hacía
volar literalmente a los chanchos, era lo mejor que la revista había publicado.
—En Cajamarca el tema causó revuelo entre los alumnos de los
primeros ciclos —apuntó mi interlocutor—. ¿Hubieron también reacciones en
Trujillo?
—Ninguna —respondí encogiéndome de hombros—, y es preocupante,
Si los perros no ladran es señal que no avanzamos.
Ayer viernes, uno de mis alumnos de la clase de Fundamentos en
Cajamarca me dijo: “Profe, usted va a estar de panelista”. “¿Panelista de qué?”, inquirí. “En el debate
contra los de Derecho, pues profe. Quieren polemizar sobre los límites de la
libertad de expresión”. “¡Aleluya!”, pensé, a pesar que oficialmente
todavía no me notificaban de nada. Gracias Ester y Orietta por despertar las
iras santas y poner a diatreinta en el ojo del huracán.
A las siere de la noche —siete y media hora peruana— comenzó la
contienda. Yo por Comunicaciones, el profesor Pierre Pantoja por Derecho.
Richard Licetti fungió de moderador. La audiencia estuvo conformada por
profesores y estudiantes de ambas carreras, aunque la balanza numérica se
inclinó hacia el bando contrincante. A mí que no me correspondía defender la
publicación, pues no formo parte del comité editorial y tan sólo soy un
colaborador, expresé como comunicador mi punto de vista sobre la libertad de
prensa, acorde a la máxima de Voltaire: “No
comparto su opinión, pero lucharé por su derecho a que la divulgue”. Manifesté, en
pocas palabras, estar a favor de la divulgación de las ideas, sean erradas o
no, pero me mostré en contra del mercantilismo que lleva a la prensa gráfica o
electrónica a magnificaciones irresponsables —el caso del AH1N1 tergiversó
efectos y alcances, generando pánico con tal de vender más— o la irrupción en
la privacidad de las personas, dañando vidas y reputaciones. En el caso de los
artículos en cuestión, mencioné que no necesariamente concordaba con el enfoque
de Orietta pero me parecía válido su derecho a publicarlo. Sobre el de Ester,
mi defensa fue más cerrada, pensando que era el motivo por el cual estábamos
reunidos, pero me equivoqué. El lío de lesbianas no había herido
susceptibilidades como supuse. Los estudiantes y profesores de Derecho reconocían
el espacio ocupado por los homosexuales en la sociedad y su libertad de expresión;
la polémica pues, se centró en nuestra carísima Brusa a quien tildaron de
malintencionada y de manipular la información a su conveniencia (una ‘bruja’ y certera candidata a la hoguera, trescientos años atrás).
He aquí los argumentos de los fiscales y cómo los defensores presentes
respondimos a cada acusación.
1. La Iglesia Católica
es una institución con dos mil años de antigüedad y merece el máximo respeto.
Toda institución, milenaria o no, merece respeto, al igual que
todo individuo clerical o laico. Empero, eso no los libera de ser blanco de críticas.
La Iglesia en su larguísimo devenir ha cometido varios yerros y actos
execrables contra la humanidad y, según la autora, los sigue cometiendo. Ella,
como cualquiera, está en todo derecho de denunciarlos. Uno de los asistentes en
el debate, catequista, tuvo la lucidez de mencionar que la Iglesia en vez de
indginarse, debería escuchar y enmendar sus falencias... pero eso es muy difícil
en una institución que se cree infalible y dueña de la verdad.
2. Que el artículo en
cuestión hiere la susceptibilidad de la gran mayoría de lectores, católicas por
formación.
A diario se publican artículos, se propalan contenidos por
televisión, radio o internet que hieren susceptibilidades, pero eso no
significa razón para censurarlos. Si algo va contra tu gusto, te ofende o
atenta contra tus convicciones, tienes todo el derecho de voltear la página o
hacer zapping. En vez de rasgarte las investiduras y alzar la voz prohibiendo
su propagación, es más saludable que esa indignación se canalice en una polémica
y se enfrente con argumentos a quienes piensen u opinen diferente que nosotros. Eso se llama ‘tolerancia’, eso se llama ‘comunicación’.
3. La señora
Brusa hace una apología abierta al aborto y es tendenciosa al calificar a la
concepción como meros óvulos y espermatozoides.
La postura de Orietta es marcadamente apologista, pero ¿qué
opinión sobre tal o determinado tema no lo es? Las personas al expresar su
manera de pensar hacen una defensa cerrada de ‘su’ verdad, así sus fundamentos
le parezcan a los demás erróneos u ofensivos. ¡De eso se trata la libertad de
expresión! El profesor panelista y los estudiantes católicos derivaron la polémica
en su postura en contra del aborto y la defensa de la vida (lo cual no era tema
de discusión), pero lo interesante fue que las únicas tres mujeres presentes
(una profesora, una estudiante de Comunicación y una estudiante de Derecho) se
mostraron a favor del artículo de Orietta y dijeron algo categórico: “ustedes
son hombres y no pueden ponerse en nuestro papel”.
4. Que el artículo
en cuestión promueve el uso de métodos anticonceptivos y otras posturas que van
en contra de lo estipulado por la Iglesia.
La propuesta de Orietta es que la Iglesia deje su
postura retrógrada y acepte lo que se conoce como planificación familiar y políticas
de prevención. Un alumno católico mencionó que el uso del preservativo, según
declaraciones de un científico de Harvard, en vez de aminorar el avance del
sida, había colaborado en su propagación y que Ratzinger antes de convertirse
en Benedicto XVI había logrado en Uganda reducir los casos de sida de un 90% a
un 5% (un portento milagroso que ni Jesús). A estos sustentos, la alumna de
Comunicación declaró que el sexo era una necesidad ‘vital’ (argumentación que
hizo correr una brisa calentona en el ambiente; un profesor la corrigió
diciendo que no era ‘vital’ pero sí ‘fundamental’) y que promover la castidad y
la abstinencia a lo Jonas Brothers era contrario a los tiempos en que vivimos.
La alumna de Derecho —siempre una mujer— preguntó ¿qué era más cristiano?, si
planificar dos o tres hijos, o traer ocho o diez y condenarlos a la pobreza y
malnutrición como sucede en el Perú.
5. Que la señora
Brusa acusa sin argumentos a la Iglesia de ser una institución corrupta que ha
apoyado y apoya a regímenes poderosos y nefastos.
Es cierto, Orietta no manifiesta una argumentación
sólida para conectar el tema del aborto con el apoyo eclesiástico a los regímenes
autárquicos. Pero saliéndonos del tema, yo concuerdo con ella. A lo largo de su
historia, la Iglesia ha coqueteado con los círculos de poder. Ha apoyado
monarquías absolutas, a déspotas abusivos, ha apañado matanzas o también ha
pecado de omisión en casos de exterminio. El maridaje iglesia-poder es un tema
doloso para los católicos. Es una deuda que todavía no terminan de saldar con
la humanidad.
6. Que habla de
los aspectos negativos pero no de los positivos de la Iglesia Católica, como
haber creado universidades, asilos, hospitales, brindar asistencia a los más
necesitados.
Orietta pasa por alto los aspectos positivos de la
Iglesia (de que los tiene, los tiene, a pesar del negativismo de mi carísima).
Hay religiosos que por su labor apostólica, desprendimiento y proyección al prójimo
son figuras ejemplares, dignas de imitar sin mportar el credo que uno profese.
Hay santos que me simpatizan como San Francisco de Asís o el mulato Fray Martín.
Religiosos con postura política como el arzobispo Romero de El Salvador, el peruano
Gutiérrez y su Teología de la Liberación
(hoy marginado por la Iglesia a causa de su rollo socialistón) o el trujillano
Romeo Luna Victoria... Yo no niego, repito, los méritos de la Iglesia, pero
queda en la potestad de la articulista si los menciona o no. Estos hechos benéficos
nada aportan frente a la discusión sobre el aborto y el contubernio de la
Iglesia con el Poder.
7. Que una
revista universitaria debe ser difusora de ‘valores’ y no todo lo contrario.
Los responsables de su edición deben establecer un ‘filtro’ para no caer en los
mismos ‘errores’.
En
total y absoluto desacuerdo. diatreinta
es una revista creada en el seno de una institución universitaria, pero estos
futuros abogados católicos y su profesor olvidan que ‘Universidad’ deriva de la
palabra ‘Universal’, es decir un lugar donde se congregan todo tipo de
opiniones y manifestaciones. Un medio de comunicación debe transmitir valores,
pero valores universales, no solamente valores católicos, al menos que quiera
especializarse en ese tema (lo cual no va con el espíritu de nuestra revista). diatrienta seguirá
mientras se respete la libertad de expresión y de pensamiento, sin ningún tipo
de ‘filtro’ porque eso, mis queridos amigos jurídicos, se llama CENSURA.

10 comentarios:
Agradezco mi querido Alfi esta exposición extensa y puntillosa que deja registro histórico del lance generado por dos textos de Díatreinta. Desde los tiempos del Lado B y la carátula dragqueeniana que nos valió la etiqueta de maricas, hijos de puta, pervertidos y otras perlas, no suscitábamos un interés puntual por nuestros contenidos y francamente más de una vez me asaltó la idea de estar arando en el desierto con nuestra díscola, incorrecta y querida Díatreinta. Así que, como conversamos, este cruce de espadas al que asistimos supone un pequeño triunfo -pírrico dirán los malvados- de nuestro ser y quehacer periodístico.
Como le he escuchado decir a mi maestro Bedoya, si hay uno que nos lee démonos por servidos, pero si son dos hablando de lo que escribimos seamos felices.
Te reitero mi gratitud por allanarte al combate, como buen soldado de las ideas que eres. Y ojalá los textos de Díatreinta nos sigan dando esta oportunidad.
ta mare pa la próxima inviten a cajamarca, qué tema les arde más pa escribir algo pe????
Esther es linda, le pedí una colaboración de algo que ya tenga escrito y escribió ese texto exclusivamente para nosotros, y solo en unos cuantos días.
jojojo
Tiene razon el "anonimo". Yo he descubierto solo ayer esta polemica. Me la han censurada!!!
He viajado un año a Cajamarca, podia viajar una vez mas.
Buena tu defensa etica, pero me parece un poquito como cuando, en el pais que es la cuna del derecho (Italia), querian hacer pasar la violacio de la mujer, como delito comtra la moral. ¿Y la mujer?
¿Por que han manejado un debate sobre articulos polemicos de dos mujeres, dos hombres?
Pero los amos, son mis enemigos (y machos encubiertos) preferidos
Orietta
Recibí la noticia a través del blog de Aquiles, y en verdad me alegra bastante.
Primero, porque el hecho de que un grupo de estudiantes católicos haga valer su derecho a opinar, criticar, quejarse, enojarse -etc.- contra aquello que consideran ofensivo es un avance gigante contra el usual silencio y avasallamiento del que padecemos usualmente los miembros de la Iglesia.
Luego, definitivamente es un reconocimiento inmenso el que se suscite un debate a partir del contenido de Día30. Aún recuerdo -con una sonrisa algo sarcástica- la sección feedback que acompañaba las primeras ediciones de esta segunda ronda de la revista. Este recuerdo debe compartir mi muy querido "anónimo" RLV.
Sea para el bando que fuera, que los jóvenes tengan capacidad de crítica y valor para la discusión, es ya un progreso para la humanidad.
Un abrazo, Fierro.
Felicitaciones a Orietta, Alfieri y a los editores de la revista. Creo que sería interesante si en Trujillo se organiza un debate similar para que detractores y defensores expongan sus opiniones con libertad.
Un abrazo.
VÍCTOR: Me aúno a tu solicitud, hay que remover el gallinero aquí en Trujillo dizque "capital de la cultura".
DASH: Mi dialéctico discípulo (en publicidad) serías un excelente oponente. Extraño nuestras teológicas discusiones en la ruta UPN-San Andrés.
ORIETTA: El tema del debate due "libertad de expresión", es decir, pusieron en tela de juicio tu derecho a opinar sobre el aborto. Si el tema se hubiese centrado en el "aborto" habría sido una necedad excluir a las damas. Es un tema que las concierne a ellas más que a los varones.
AQUILES: Richard y yo pensamos que el texto de Ester iba a rasgar vestiduras, pero nos equivocamos. Parece que los jurídicos cristiano-ortodoxos toman en cuenta el derecho de expresión de las hijas de Lesbos.
RICHARD: Seguiremos contigo, con Leg, Lar y todos los que se puedan sumar a hacer de DIATREINTA un medio cada vez más plural le guste a quien le guste. Estoy de acuerdo con Dash en que regrese la sección Feedback.
Querido Alfieri: si hay una institución que ha contribuido grandemente a incrementar los índices de estupidez en el mundo, esa ha sido la iglesia católica ( y las otras también). Estupidez, insanía, fundamentalismo a ultranza, guerras, venia ante el fascismo y las últimas agresiones de Bush en el mundo entero, son palabras y asuntos ligados íntimamente a lo que sería una severa crítica de la actuación en el mundo. Me apena que haya jóvenes profesionales (o por serlo) que salgan ahora a defenderla con los viejos esquemas de Torquemada. A ellos hay que recordarles las palabras de Bertrand Russell: los jóvenes deben levantar su voz contra las estupideces de su tiempo. Y vaya si nuestro tiempo las tiene.
Felicitaciones por tu defensa del pensamiento libre. Alberto Alarcón
Graciosamente, la intolerancia y la ignorancia se disfrazan muchas veces de libre pensamiento. Lo que supuestamente es un respeto a todas las partes se convierte en un agravio falto de sustentos, muchas veces sólo respaldado por la superstición o la malicia.
Reitero pues mi aprecio por los jóvenes que, orgullosos, levantan sus banderas en ambos flancos. Claro que yo tengo mi bando definido, el Eclesial, el pro-vida, el creyente.
Tú, Alfierro, lo sabes más que muchos y no planeo abusar de tu blog para debatir. Sólo quería aclarar a algún "librepensador" de hormonas alborotadas que rondaba por aquí.
Estimado ALBERTO: gracias por tus palabras. Los que gustamos de la finura de tu pluma extrañamos tus colaboraciones en diatreinta. Queda pendiente una buena tertulia allí en su casa con un batido de maracuyá y clara de huevo.
Estimado DASH: Sobre este blog... abusa lo que quieras que sin polémica no tiene sentido. A pesar de mi posición anticlerical, aprecio tus opiniones, amigo mío.
interesante. confieso que recién hace poco empecé a leer diatreinta, via el hígado de chancho gordo y triquinoso, ahora prometo hacerlo más a menudo, a ver si las cosas se vuelven mejores después de este debate. hum... si todos leemos así, gratis, ¿cómo se puede apoyarlos para que la revista no muera de inanición? la pregunta va en serio...
aunque la verdad... ninguno de los dos artículos me despeinó ni un poquito, bien webas los cajamarquinos
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