sábado, 27 de junio de 2009

la chica del póster

El galicismo ‘afiche’ es aplicable para todos los carteles utilizados con fines publicitarios. El anglicismo ‘póster’, en cambio, agrupa a todos los carteles que carecen de esta finalidad. El afiche consta de elementos gráficos y textuales que, distribuidos bajo un mismo concepto, buscan promocionar una marca, un evento o un candidato. El póster en cambio, es una reproducción fotográfica a gran escala cuya función es netamente decorativa. En la década de 1970 era común que niños y adolescentes pegaran pósteres en sus dormitorios. Pero la afición quizá se pueda rastrear a una década anterior, al igual que la afición de pegar calcomanías (stickers) en puertas y ventanas. 

Los pósteres más populares en papel couché eran los de artistas de cine, películas (tenía uno de Peter Fonda y Dennis Hopper en Easy Rider), cantantes, fundas discográficas (la más reproducida era la del Let it Be de los Beatles), astros del deporte, carreras de Fórmula Uno o de motociclismo, los de fauna salvaje, los de paisajes naturales o urbanos y los de chimpancés vestidos como humanos (el del mono comiendo su plátano mientras se ocupa en el guáter es un clásico). Acápite aparte merecen los pósteres regalados por periódicos y revistas para aumentar sus ventas en el Perú. La revista alemana Pop traía unos pósteres espectáculares de bandas como Slade, Status Quo, Ufo, Nazareth o Uriah Heep. Los pósteres de TV Guía, cuyo tamaño, calculo, no pasaba de un A3, que además de bandas y cantantes de moda, también sacaba astros de cine y de telenovelas, por lo que adornaban los dormitorios o el baño de más de una quinceañera. 

Los pósteres que necesitaban un permiso especial de papá o mamá eran los de chiquillas preciosas que con poca o sin nada de ropa, hacían que las alcobas tuvieran más ‘calor humano’. Mudas y complacientes, sonriendo u obsequiando una mirada sugestiva, sintiéndose a gusto en el papel de iniciadoras en placeres solitarios. Desdichada más bien sería aquella que pegada en el cuarto ninguna erección hubiese incitado, su misión en este mundo no habría consumado. Como de modelos anónimas no sólo viven los onanistas, han habido figuras del cine y la televisión que no dudaron en estampar su figura en un póster o en un almanaque. La tradición se remonta a Betty Grable, la chica pin-up por antonomasia, exhibiendo sus piernas larguiruchas en fotos siempre de espaldas. Continuaron Marilyn Monroe en la década de 1950, Raquel Welch en la de 1960 y Farrah Fawcett en la de 1970.

El póster de Farrah Fawcett (pirateado en este post) debió ser uno de los más vendidos y reproducidos en su momento. Mujer de impresionante cabellera blonda que con bastante marketing se convertiría en el patrón de belleza de su época. Su popularidad y simpatía mediática, hizo que el póster mencionado sobrepasara pacatas censuras y se instalara con comodidad en las habitaciones de miles de peruanos embelesados, entre ellos, mi hermano. Cierto es que la fotografía tampoco es para escandalizarse, una rubia perfecta que le sonríe a la vida, vestida con un traje de baño enterizo (parecido a los de Baywatch) que con mucha  ‘candidez’ trasluce la forma apetitosa de uno de sus pezones.

En el Perú, no sé si en otros países de la región, en la parte inferior, al costado de la rúbrica de la Fawcett, aparecía la frase: “la mujer nuclear” en alusión a que en ese entonces era la esposa de Lee Majors, el popular Steve Austin en El Hombre Nuclear (The Six Million Dollar Man). Muchos entonces especularon que Farrah usurparía el lugar de Lindsay Wagner en la serie secuela de la anterior: The Bionic Woman, pero no, la incursión televisiva de esta blonda actriz se circunscribió a la primera temporada de Charlie's Angels, cediéndole su puesto a Cheryl Ladd.

Hembra bella pero de limitados recursos histriónicos, de las incursiones de Farrah Fawcett en el cine la recuerdo  en la primera de las Cannonball Run y en dos de ciencia ficción: The Logan's Run con Michael York y Saturn 3 donde nos regala un escurridizo desnudo antes de que Kirk Douglas la cubra con una toalla (sólo con el slow del betamax nos pudimos ganar con sus pechos rosaditos). Luego no volvimos a saber de ella hasta que a mediados de la década de 1990, Global TV transmitió Good Sports, una sitcom de quince episodios sobre el mundo del periodismo televisivo protagonizada por ella y por Ryan O'Neal, su pareja sentimental por casi treinta años.

Farrah Fawcett murió a los 62 años, el mismo día que falleció Michael Jackson. La Farrah treintañera, la que quedó perennizada en el póster, sonreirá para siempre.

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