viernes, 31 de julio de 2009

san agustín el hombre

Voltaire describe a San Agustín, en su fabuloso Diccionario Filosófico, no como obispo, ni como Padre de la Iglesia, tampoco como el pensador que cambió el curso del pensamiento occidental, lo retrata más bien como un hombre cargado de defectos y virtudes. Estas son algunas cuestiones complementarias a lo reseñado por Arouet.

SANTO DE RAZA Por más que la Iglesia intentó blanquearlo en distintas representaciones pictóricas desde la Edad Media hasta nuestros días, San Agustín era morocho. Nació en Tagaste, la actual Souk Ahras (Argelia), en 354 y murió siendo obispo de Hipona (Túnez) mientras los vándalos —bárbaros llegados de Europa— sitiaban la ciudad.

PRECOZ EN EL NOMBRE DE DIOS tanto en cuerpo como en espíritu, según afirma él mismo en sus Confesiones. Antes de los veinte años y sin tener maestros, dominaba la geometría, la aritmética y la música. Al cumplir los veinte dirigió una escuela de retórica en Cartago. Como escribe Voltaire con su acostumbrada mordacidad: Esto prueba que en África, que nosotros llamamos bárbara, los hombres son más precoces que nosotros en todo.

PAGANO CONVERSO Su madre, Santa Mónica, fue una cristiana ferviente, su padre, Patricio, un oficial romano pagano. El joven Agustín abrazó las costumbres de su padre, influenciado por la obra filosófica de Cicerón. Posteriormente se dejó seducir por el maniqueísmo, mezcla de cristianismo con otras religiones orientales basadas en el dualismo entre el bien y el mal, la transmigración de las almas y la posibilidad de la salvación. Agustín se convirtió en cristiano a los treinta y tres años —edad en que Jesús fue crucificado— en su estadía en Roma, gracias a las influencias de San Ambrosio.

MI MADRE ES UNA SANTA La señora fue canonizada, según versión de la propia Iglesia, por ser ejemplo de ‘mujer cristiana’ y por colaborar en la conversión de su adorado retoño —el menor de sus tres críos, pero por su inteligencia a quien más quería— al cristianismo. Mónica acompañó a Agustín en su periplo por Roma y gracias a su pertinaz insistencia consiguió que su hijo se bautizara antes de que ella muriera en Ostia. La misión que Dios le había trazado en la vida estaba cumplida. Años más tarde, Agustín se llamaría a sí mismo: ‘hijo de las lágrimas de su madre’. Si el mérito de María para convertirse en Virgen fue parir al Salvador, el de Mónica fue parir al pilar fundamental de la filosofía eclesiástica.

CASTIDAD ADQUIRIDA Durante gran parte de su juventud, Agustín se entregó con beneplácito a los placeres del himeneo. He ahí que enunciara la siguiente frase: Dios, dame castidad y abstinencia, pero no ahora. En Confesiones afirma: Cuando llegué a Cartago, bullía a mi alrededor un caldero de amores ilícitos. Yo nunca había amado y estaba ansioso por amar (...) Me parecía dulce amar y ser amado y mucho más si podía disfrutar del cuerpo de la persona amada. De modo que contaminé el agua primaveral con la suciedad de la concupiscencia. Enlodé su limpia corriente con el infierno de la lujuria y, a pesar de ser impuro e inmoral, con mi exceso de vanidad solía comportarme como un hombre de mundo que frecuenta los lugares elegantes que están de moda. Me zambullí de cabeza en el amor, ya que anhelaba que me atrapase.

UN MIEMBRO DE RESPETO Según una anécdota recogida por Voltaire, el santo moreno tenía un pene de dimensiones ‘envidiables’. Cuenta que a la edad de catorce, Agustín acompañó a su padre a los baños públicos como era costumbre en los romanos, y cuando Patricio observó la cualidad viril de su vástago, ahí mismo lo alentó a que probara cuanta fémina pudiera y le diera nietos.

HIJO DE SANTO Agustín tuvo un hijo a la edad de dieciséis —año 371— a quien llamó Adeodato. Catorce años después, su misoginia recalcitrante hizo que se deshiciera de la progenitora y el muchacho quedara bajo su custodia. Ambos se bautizaron cristianos el 25 de abril de 387. Adeodato compartió la vida monacal de su padre hasta su muerte prematura a los dieciocho años.

ALEJAD A LAS MUJERES Agustín era misógino como lo fue Paulo de Tarso y todos los padres aurorales de la Iglesia. En Soliloquios escribió: Nada degrada más el espíritu masculino que la atracción de las mujeres y el contacto con el cuerpo. No contento, en Contra Mendacium añadió: El cuerpo de un hombre es tan superior al de una mujer como el alma lo es al cuerpo.

SEXO MALDITO A causa de sus influencias orientales cultoras del ascetismo —que luego conllevarían al celibato sacerdotal— y partiendo de las enseñanzas del propio Saulo de Tarso, Agustín condenó la mayoría de actos sexuales, incluso si eran realizados dentro del vínculo matrimonial. Para el santo, el único acto sexual ‘moral’ era aquel que tenía fines procreadores, pero aún así lo consideraba ‘desagradable’. En Soliloquios escribió: Nada degrada más al espíritu masculino que la atracción de las mujeres y el contacto con el cuerpo. Agustín fue el principal impulsor para que el cristianismo suprimiera cualquier manifestación física de amor, salvo aquellas destinadas a la concepción.

SODOMITA ASOLAPADO Guste o disguste al Vaticano, parece que Agustín tubo inclinaciones homosexuales. El historiador John Boswell en su obra Christianity, Social Tolerance and Homosexuality deja entrever esa posibilidad: La mayoría de maniqueos se oponían a cualquier forma de sexualidad (...) pero [los placeres homosexuales] se consideraban menos graves que los heterosexuales puesto que a) no compartían la falsa aureola de santidad que la sexualidad marital utilizaba para tentar a los desprevenidos hacia una vida autocomplaciente; y b) no atrapaban las almas dentro de la materia, como ocurría con las relaciones heterosexuales cuando producían niños. Agustín, durante sus ‘años maniqueos’, afirma haber reanudado ‘amistad’ con un joven cristiano que conocía desde la infancia que lo llevó, según sus propias palabras, “por el mal camino”. Afirma en Confesiones que la ‘relación’ duró apenas un año pero fue lo más dulce que experimenté en toda mi vida. Líneas más abajo, el santo agradece a Dios que el joven enfermara de fiebres porque, sin que él lo supiera, su familia lo hizo bautizar en su lecho de muerte y fue arrebatado a mi locura para poder ser preservado contigo para mi consuelo. Pocos días después, estando yo ausente, regresaron las fiebres y falleció. El pobre Agustín, como él mismo afirma, quedó desolado. Todo lo que había compartido con él, sin él quedaba reducido a un tormento cruel. ( ... ) Me sorprendía que siguieran vivos otros mortales puesto que había muerto aquel a quien yo había amado como si no fuera a morir jamás. Y me sorprendió aún más el hecho de que mientras él estaba muerto yo estuviera vivo, porque él era mi ‘otro yo’. Ya lo había dicho alguien refiriéndose a su amigo: que ‘era la mitad de mi alma’. Había llegado a sentir que mi alma y la suya eran ‘una sola alma dentro de dos cuerpos’. De modo que mi vida se convirtió en un horror. No quería vivir sólo con la mitad de mí mismo, y tal vez el motivo por el cual le temía tanto a la muerte era que entonces habría muerto la totalidad de mi amado amigo. Boswell afirma que este tipo de amistades ‘apasionadas’ en la antigüedad tomaba muchos términos del lenguaje de las relaciones sexuales y a menudo imitaba deliberadamente a la literatura homosexual de ese entonces. El contenido erótico de la ‘amistad’ en la antigüedad se debía en gran medida al hecho de que la homosexualidad era muy frecuente en numerosas sociedades antiguas y que bien podía intervenir en la relación: los amigos del mismo sexo utilizaban el vocabulario habitual del amor homosexual para expresar sus sentimientos en términos eróticos. El propio San Agustín, escribiendo en estos términos, expresó el amor que sentía por un amigo de su juventud. (...) A diferencia de muchos de sus contemporáneos cristianos, San Agustín lamentaba amargamente el aspecto sexual de estas pasiones (...) y al llegar a la edad adulta rechazó la posibilidad de mantener relaciones homosexuales carnales. Años después sin embargo, cuando Agustín era ‘oficialmente casto’, declaró que le desagradaban en particular los hombres que permitían que usaran sus cuerpos “como si fuesen femeninos”.

5 comentarios:

enrique arias dijo...

s un buen artículo, si es cierto lo que dices he podido saber más de este santo que no fue tan "santo".

gonzalo arturo dijo...

interesante... escribe ahora sobre la vida de Santo Tomás de Aquino.

Saludos.

necia dijo...

cuando uno ya está muerto -incluso antes- la gente puede decir lo que quiera, no importa si con eso se presenta una realidad o un cuento que de tanto contarlo queda como lo cierto. así acabas de hacer con el pobre agucho

me pregunto, ¿a quíen le puede importar si fulano o mengano tiene el pene grande o pequeño? ¿no es eso asunto privado que sólo le interesaría a la mujer del susodicho? en todo caso, y ya poniéndonos en plano faltoso -total, este post lo es- ¿a quién le importa el tamaño del tuyo? a juzgar por el tamaño de tu mano (ojo chicas, no miren el zapato, miren la mano) no creo que la tengas grande. pero en todo caso, eso tampoco es importante. si tu mujer te ama, te acepta aunque lo tengas del tamaño de un manicito. así y todo, ¿es eso relevante para destacar en la vida de una persona? al menos en este caso, no estamos hablando de un semental o un hombre que se hubiese ganado la vida con sus habilidades pélvicas

pero regresando al tema del post, descalificas por completo uno de los amores más grandes que un ser humano puede sentir por otro, que no es otro que el de la amistad. ¿nunca amaste a un/a amigo/a como si fuera parte de tu propia vida? entonces no sabes de lo que estás hablando. el amor del amigo es un amor mucho más grande aún que el que se puede sentir por un amante, se da sin esperar retribución de ningún tipo a cambio, la cama es lo que menos importa en este tipo de relación. no me escandalizo de lo que posteaste, no dice nada que nos lleve a pensar que no se haya tratado de un amor de amigos

le he buscado por todo lado, pero aparte de encontrar muchos errores (horror de horrores: hasta ortográficos) a tu post, no le encuentro el sentido de que nos presentes estos detalles de la vida de agustín. si lo haces simplemente por el afán de ciertos ateos de andar siempre buscando algo con qué joder a los creyentes, pase. pero si lo hiciste buscando convencer a alguien de algo, pues como que no lo conseguiste

alfieri dijo...

Mi querida Necia:

Este post nació a solicitud de mi cuñado a quien su profesor de filosofía le había solicitado hacer un retrato "muy humano" de San Agustín. Aunque no lo creas, esta vez moderé mi iconoclastía y sólo quise recopilar muchas anécdotas de la vida de este hombre que, como todos saben, fue muy descarriado hasta que tomó los hábitos y se convirtió en Santo. Si fue homosexual o no, es cuestión de interpretación y es razonable esperar acalorados argumentos de cualquier agustino... pero no veo que mencionar el tamaño de sus genitales sea algo para ofenderse. ¿Si un genio como Voltaire habló de ello por qué yo no lo puedo mencionar?

necia dijo...

eso debiste explicarlo al principio fierro. que estabas haciendo este post para mostrar a tu cuñado detalles que tal vez los textos católicos no publican (aunque sorpresas tiene la vida, yo encontré muchas cosas que pensaba que no iba a encontrar entre libros religiosos) y por qué lo hacías. tal como lo pusiste, no tenía ni razón aparente ni mostraba algún otro motivo que no fuese otro que la simple maledicencia, algo así como raje de viejos/as cojudos/as que se reunen a darle con hacha a todo el que pase

en lo que a mí se refiere, sé perfectamente que todo ser humano puede pecar, errar, como quieras llamarlo pero eso no quiere decir que los pecados o errores del pasado nos impidan avanzar en la vida, que eviten que una persona se convierta luego en alguien diferente y aproveche las experiencias pasadas para ser un mejor ser humano

si voltaire fue un genio, eso no lo convirtió en un marciano, era humano, y ya ves, también tuvo el error de andar fijándose en cojudezas como tú, al menos ya tienen algo en común, publícalo y consíguete un babero para frenar la dicha que debe envargarte por tanta similitud con el mencionado