viernes, 4 de septiembre de 2009

críticas alacránicas

Continúo con la promoción de la segunda edición de Entre Alacranes (Editorial CEA, agosto 2009), mi primer y único libro de relatos (si todo sale como lo programado, Crucificciones debe salir a fines de este año). He aquí algunas críticas y comentarios de algunos amigos cuando se publicó la primera edición en 2007 (si no me publicito yo, quién carajo lo va a hacer).

ALBERTO ALARCÓN (Piura, 1949) Poeta, profesor y editor. Dirige talleres de corrección idiomática y creación literaria. Es autor de El viento en los cerrojos (1972), Vestiduras del fuego (1975), Las otras melodías (1980), Una isla por nacer (1990), Un ciego ante el resplandor (2001) y La casa que habito cuando canto (2007). Poemas suyos están incluidos en: Fiesta prohibida (Apuntes para una interpretación de la poesía peruana 60/80) de Jesús Cabel (1986). En 1990 publicó El canto de la Achupalla (la cumanana en Piura) y en 1997 Poetas y narradores contemporáneos de la región Grau. Recibió la Primera Mención Honrosa en el IV Concurso Poeta Joven del Perú (1975), el Premio Internacional de Poesía Fundación Marco Antonio Corcuera en 2003 y el 2do. Puesto en el Concurso Nacional de Educación Horacio en 2008. Este primer libro de relatos de Alfieri Díaz es un recinto diestramente construido para hospedar la atmósfera y los personajes de un universo áspero donde el amor y la muerte muestran sus misteriosas y a veces patéticas correspondencias. Mediante una escritura fluida, cargada de singular intensidad expresionista que le permite desenvolverse con precisión y justeza, Díaz aborda sus temas con argumentos y protagonistas que discurren con la naturalidad de la vida misma. Su juego consiste precisamente en presentarnos ésta como una serpentina de sorpresas donde las fuerzas de Eros y Tánatos, mezcladas con dosis de fatalidad y ternura, continúan su inacabable batalla. Narrador nato y talentoso, dueño de un lenguaje depurado, limpio y cultivado en la mejor tradición de la narrativa hispanoamericana, Alfieri Díaz muestra en Entre Alacranes las fortalezas y posibilidades de nuestro idioma.

HAROLD ALVA (Piura, 1978)
Poeta. Asesor en temas políticos y de comunicaciones. Es autor de Morada y Sombras (1998), Antes de abandonar la Sombra (1999), Cañaveral: libro de Tierra (2001), Sotto Voce (2003), El sonido de la sangre (2006), Los Extraños (2009) y la novela Burdel (2009). Desde abril de 2003 hasta marzo de 2004 fue Representante General del Fondo Editorial Cultura Peruana con el que promovió Perú Lee. En mayo de 2004 fundó Editorial Zignos, sello que dirigió hasta abril de 2008. Es el Director del Festival Latinoamericano de Poesía País Imaginario. Ha publicado Los Diez (2006), 18 Poetas Latinoamericanos (2006) y Literatura de Piura (2007). Sus poemas han sido traducidos por Anthony Seidman para The Bitter Oleander (New York) e incluidos en diversas antologías. Es vital para los que estamos de una u otra forma involucrados con la literatura toparnos con un muy bien escrito libro de cuentos que nos llega desde provincia, y ojo que con esto no pretendo clasificar ni dividir a los escritores, pero sí precisar (repetir) que por culpa de un centralismo avasallador existe una literatura postergada; por eso los que están en la otra orilla, digámoslo así, han asumido desde hace mucho que Lima ya no es esa ventana a la que necesariamente tenían que llegar para que se los conozca. Han constituido entonces sus propios círculos, su propio ambiente cultural, y eso, cuando realmente son buenos, los hace en cierta manera más valiosos. El problema es que pese a ello existe una cultura que pretenden vendernos como oficial, y quienes han fortalecido esta ruptura más allá de los medios, ha sido la propia crítica, los críticos de esta ciudad que se han acostumbrado a ‘investigar’ desde sus propias torres, que todavía pretenden analizar los procesos de nuestra literatura encerrados en sus claustros cuando en la periferia se escriben a diario libros que nada tienen que envidiar a sus ‘hallazgos oficiales’. Eso más allá de la Internet, el google o la televisión. De esos escritores que están fuera de Lima, y que sin embargo han asimilado el reto, porque creen en lo que hacen, y porque, como todo buen creador, se informan de lo que acontece más allá de sus ciudades, es Alfieri Díaz Arias, que aparece en escena con un recomendable libro de cuentos donde apreciamos el dominio de los recursos narrativos, que han hecho de sus historias, relatos memorables que sorprenden por tratarse de una ópera prima. Alfieri Díaz Arias nació en Trujillo en 1971. Es Comunicador Social, a simple vista es un sujeto normal, tímido, el típico intelectual con sus lentes de lector voraz, que da la impresión se mantiene alerta, esperando el momento para lanzar la pregunta con la que pretende medir el talento o la formación libresca de su contertulio. Pero que sin embargo esconde a un creador que no teme liberar a sus personajes sobre la página en blanco (la pantalla de Word para ser más exacto) y presentarnos a través de ellos al cinéfilo, melómano o erotómano compulsivo que guarda muy dentro. Entre Alacranes explora diversos territorios, va desde un cuento que describe la tragedia de un desdichado en la prisión, que se suicida torpemente (Cachupipe); inventa una historia descabellada sobre un sujeto al que pretende hacernos creer que se trata del propio Hitler refugiado en Trujillo (Otto Hassinger); nos narra la vida de una prostituta con finísimo oído para la música, cuyo rostro está marcado por una cicatriz propia de quien sobrevive en los bajos fondos (Oolla); nos describe los días de un niño que asesina su padre poniéndole alacranes en los zapatos (Entre alacranes); hasta los bajos instintos de un necrófilo que quiere poseer el cuerpo de Jim Morrison (La morgue central); o cómo asesina un militar a la chica de sus sueños, aventándola desde un avión, por comunista, en la dictadura de Videla (Último concierto); sólo por citar algunos de sus cuentos. Sin duda, este un libro que ofrece ese gozo que busca todo lector, es un conjunto de relatos que no cansan. Alfieri Díaz Arias nos demuestra que la suya es una asimilación puntual y arriesgada de lo mejor de nuestros clásicos; ubicándose así como uno de los escritores jóvenes con mayor proyección en nuestras letras.

LUIS EDUARDO GARCÍA (Chulucanas, 1963) Poeta, narrador y periodista. Ha publicado cuatro libros de poesía: Dialogando el extravío (1986), El exilio y los comunes (1987), Confesiones de la tribu (1992) y Teorema del navegante (2008); dos de cuentos: Historia del enemigo (1996) y El suicida del frío (2009) y uno de crónicas, ensayos y entrevistas: Tan frágil manjar (2005). Mantiene desde 1986 una página de reseñas y comentarios literarios en el suplemento dominical del diario La Industria de Trujillo. En 1985 ganó el VI Concurso Poeta Joven del Perú. Según su corbata amarilla y el verde olivo de su traje, cualquiera diría que Alfieri Díaz es el gerente exitoso de alguna empresa de comunicaciones. Así, al menos, es como lo vi (o mejor dicho, intuí) la noche de su debut literario, aquella de la presentación de su primogénito Entre Alacranes (Editorial Zignos, Lima, 2007). Enfundado en la prisión de un terno y camisa, Alfieri no se parecía ciertamente a la imagen del escritor, al menos a la imagen del escritor que yo imagino. Su apariencia no iba para nada con su imagen de ochentero y trasnochado, ni menos con su aire de Bart Simpson. La primera imagen que tengo de este novísimo narrador trujillano no es muy agradable que digamos. Recuerdo a un tipo preguntándole a todo el mundo, como si se tratase de una competencia de Trampolín a la Fama, por el nombre de una película o una canción de los ochenta. En realidad no preguntaba, gritaba como si estuviera en la tribuna del estadio de su amado Alianza Lima. Su voz se oía a cientos de metros a la redonda de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UPN con la fuerza de un altoparlante en una fiesta chicha. Más tarde comprendí que así era él; un resorte de emociones, una tromba de afectos, un elástico de sorpresas a capela. Y como a Alfieri le agrada siempre que alguien elija su mejor canción, su mejor libro, su mejor spot publicitario, su mejor película o bata el récord Guinness de sus performances sexuales, con ese mismo criterio he leído Entre Alacranes; es decir, lo he leído con afán de competencia. Para eso enfrenté en feroz riña a todos los cuentos de su libro y, según mi modesto entender, los ganadores resultaron cinco: Cachupipe, El perro, Entre alacranes, El guiso y La morgue central. Y lo fueron por varias razones: por la seguridad con que desarrollan la trama, la solidez de su estructura narrativa y el tono absolutamente coloquial de su lenguaje. Los cuentos de este narrador, particularmente los que acabo de citar, no sé por qué tienen finales trágicos, yo diría que hasta tragicómicos. Extraño en un tipo tan festivo como su autor. Cachupipe, por ejemplo, es el relato de un Romeo feo que decide inmolarse en nombre de algo que está más allá del amor y de la muerte. En El perro, el Jaguar —el duro personaje extraído de la célebre novela La ciudad y los perros— siente un profundo desengaño al comprobar que su hijo es un cadete pusilánime. En Entre alacranes, cual Edipo con su madre, un hijo asesina a su padre sin saberlo con el veneno mortal de dos alacranes. En El guiso, el dueño de un equipo de fútbol de provincias alimenta a sus jugadores con cadáveres de niños. Y en La morgue central, un necrofílico Capewa sufre desconsoladamente porque no puede hacerle el amor al cadáver de Jim Morrison. Me gustó también Oolla, pero creo que la historia se estira innecesariamente. Hay otros, como Otto Hassinger que resultan inverosímiles. La atmósfera áspera y brutal de sus temas, así como su condición de erotómano compulsivo han enriquecido sin duda los relatos de Alfieri Díaz. Estos se leen de un tirón. Uno les mete el diente con facilidad, como si se tratara de una tentación gastronómica o una de esas revistas que los adolescentes coleccionan a hurtadillas y esconden debajo del colchón. No es fácil que un narrador mantenga enganchado a sus lectores hasta el final de los relatos. Y esto sucede en buena cuenta porque en Entre Alacranes no hay tiempos muertos. Menos finales esperados. Eso se consigue sólo si se sigue, cuando menos, las reglas de oro de cuentistas como Julio Ramón Ribeyro o Augusto Monterroso, aunque su filiación no va por allí, sino por el lado de Oswaldo Reynoso, de Daniel Alarcón, de Sergio Galarza. Los de Alfieri Díaz son relatos con pulsión, con desahogo. Entre Alacranes es asimismo un libro que transcurre en escenarios y paisajes diversos. Trujillo (concretamente el parque grande de California) aparece apenas como un decorado en Otto Hassinger; y en los demás, ni siquiera se insinúa. Esto no quiere decir que los narradores trujillanos tengan que utilizar a esta ciudad como un ambiente obligatorio para historias. No, de ninguna manera. Hago solo una simple constatación. En realidad, los relatos de Alfieri Díaz pueden ubicarse en cualquier lugar del Perú o América Latina, de ahí que estén muy próximos a la adaptación cinematográfica.

CÉSAR CASTILLO (Trujillo, 1976)
Ha publicado el poemario Los nombres del agua (2005). A continuación aparece un fragmento extraído de su blog, cuando organizó una tertulia literaria en el local de SBS de Trujillo. Alfieri Díaz quien recientemente publicó su primer libro de relatos con el sello editorial Zignos, hizo una retrospección de sus inicios como escritor. Originalmente, nos contó, soñaba con hacer cine, pero su interés cambió al descubrir, mientras ensayaba la redacción de guiones publicitarios y cinematográficos, la posibilidad de ser escritor. Y efectivamente, si revisamos un ejemplar de Entre Alacranes, podemos ver que los espacios están descritos con la retórica o la misma prolijidad visual de un guión literario; algunos fragmentos bien podrían ser historias mínimas o cortometrajes.

NOTICIASTRUJILLO.COM
Entre Alacranes es el título del primer libro de relatos publicado por Alfieri Díaz, docente de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UPN, cuyo talento narrativo queda demostrado por su capacidad para crear personajes inspirados en la vida cotidiana. Las historias de este libro resultan interesantes porque están ‘aderezadas’ con las dosis justas de amor y odio; fidelidad y traición; cobardía y valor; y otras contradicciones, que siempre conducen a los protagonistas hacia un trágico final. Entre Alacranes, la historia que da nombre al libro, muestra el ingenio, los conflictos sentimentales y los rencores de Jefferson, quien a sus casi doce años de edad se las ingenia para emplear alacranes, como ‘armas’ para escarmentar al amante de su madre. También hay historias como la de Cachupipe, con su desbordante amor platónico y autodestructivo; El perro, con sus lamentos, su cobardía para defenderse de sus compañeros del colegio militar e incapacidad para asumir la actitud de ‘macho’, que avergüenza a su padre. En todas las historias, la fluidez del lenguaje, que a pesar de su sencillez logra expresar emociones profundas y retratar claramente el carácter de los personajes, contribuirá a capturar rápidamente el interés del lector.  

2 comentarios:

necia dijo...

arregla el font osheeeee, se te descompuso el sistema de nuevo

y... ese harold alva... hum... ¿dices que fue tu editor? pues como que su opinión no es muy neutral que digamos, ¿no?

y sí, como la cocinera que lava su olla, porque sino, ¿quién carajos se la lava? debes promocionarte, total, es tu blog

suerte con tu libro y con el que viene en camino, algún día los leeré...

necia dijo...

jajajaja y no me había fijado que el "otro" dizque crítico es tu amigo luis garcia, el que irá a buscar el prepucio de Xto contigo y con marco. no jodas pues fierro, no puedo insultarte como desearía, todavía no pasa la semana y me estás poniendo cabe con tus idioteces

los amigos no sirven para hacer críticas imparciales, su relación con el autor los descalifica; el editor tampoco puede, tiene intereses económicos de por medio. te tacho a los dos de un solo plumazo. se salva el artículo del periódico porque no lleva firma

y mira que no leí ni lo que escribieron porque no arreglaste el fond todavía, después que compongas tu huachafería entro a revisar lo que escribieron y después que lea tu libro con absoluta seguridad que voy a regresar sobre este post para rebatir todo lo bueno que me imagino que han puesto para que no llores