Oye...
ya casi es madrugada.
Déjame
invitarte a pasar la noche y mañana
si
quieres puedes irte, otra vez.
ENTRA ELÉCTRICO (Sui Generis)


Charly es el talento detrás de Sui, Nito sólo la voz. Charly supo escaparse y superar la leyenda del dúo, ser más grande, formar Serú Girán y luego decir: Say No More, Nito en cambio se quedó entrampado en Sui, encarcelado como el Fantasma de Canterville. Nito ante mis ojos juveniles, atrevidos y prejuiciosos —sin el análisis y perspectiva de la madurez— era un segundón, una voz suavecita y flautista encantador. Con los años comprendería que su función en el dúo más famoso de América Latina era fundamental, era el equilibrio capaz de aterrizar el genio desembocado de su compañero.
Mi generación conoció a Sui Géneris en 1986, a los once años de su separación. Fueron dos cassettes (casi estoy seguro que no editaron discos de vinilo en nuestro medio) y circularon casi caleta, no de manera masiva: el Vida y el Confesiones de Invierno, en ambas portadas se destacaba el nombre de Charlie García —no Charly— famoso en estas tierras desde que las radios propalaron en 1983 su No bombardeen Buenos Aires, seguido de Le siguen pegando abajo, Yo no quiero volverme tan loco, No me dejan salir (estoy verde), Raros peinados nuevos y Demoliendo hoteles. Charly ya se había presentado en el Perú, en la Feria del Hogar en las Fiestas Patrias de 1985 acompañado de Git, banda desconocida en ese entonces. De ese concierto se grabó una cinta que se comerció de manera pirata y en una parte García decía: “Me pidieron que sacara la bandera del Perú. No, ustedes saben que la patria es mucho más que eso. Feliz independencia, loco. Vos sos duro”. Y de inmediato sonaba una canción que yo
desconocía: Hubo un tiempo en que fui
hermoso y fui libre de verdad... En agosto de 1987, en mi viaje de promoción
a Cuzco, sabría que esa canción pertenecía a su primera etapa, cuando todavía
no lucía su bigote bicromático y era un joven melenudo de grandes gafas. Sin
saber nada de Sui Géneris, escucharía por parte de algunos amigos unas leyendas
que me entusiasmaron: A) que Rasguña las
piedras está dedicada a una novia de Charly que sufría de catalepsia y fue
enterrada viva (cuando la exhumaron ya era tarde; B) Canción para mi muerte fue compuesta por Charly cuando agonizaba tras
una sobredosis con diversas sustancias (de la que por supuesto se recuperó); C)
que para evitar el Servicio Militar, Charly se hizo pasar por orate, extrajo un
cadáver de la morgue (¿?) y se paseó con él por el descampado (y luego compuso Botas locas); D) que en los conciertos
de despedida se vieron obligados a tocar horas de horas porque la muchedumbre
no se iba y nos los dejaban salir de Luna Park.

Entre 1986 y 1987 el rock en español fue un fenómeno masivo. En 1988 el entusiasmo se apagó de súbito. Soda Stereo y Hombres G pasaron de moda ante la irrupción de bandas como Inxs, U2 y Guns N' Roses, logrando que el rock en inglés recuperase su hegemonía radial. La música de Sui Géneris nunca llegó a las radios. Su difusión entre la juventud trujillana se dio a través de grabaciones —milagro de la doble cassetera— o a que sus canciones fueron referentes obligados en campamentos y fogatas (y muchos también las detestaron por eso). De manera pirata circularon también el Instituciones, el Out Takes (puñado de canciones mezcladas con otras de Almendra e Invisible, bandas del flaco Spinetta) y distintas recopilaciones del ya, a esas alturas, mítico Adiós Sui Géneris, del cual se sabía existía una película homónima (la que puede ver recién en agosto de 1999 en el Centro Cultural Ricardo Palma de Miraflores y cuya frase de presentación al inicio del concierto: “Adiós Sui Géneris, que tengan buena vida” es tan emocionante como el “gracias totales” de Cerati).

Gracias a Lucho Pesantes, organizador del concierto junto con Pepe Alva, tuve la oportunidad de acercarme, estrecharle la mano y entregarle un ejemplar de mi libro Entre Alacranes, explicándole que allí podría notar la influencia de Sui Géneris en dos de mis narraciones, en Cachupipe y Último Concierto (los que abren y cierran el libro, respectivamente). Ya no lo vi pero Lucho me cuenta que Nito y su mujer se mostraron bastante complacidos por el regalo. Ojalá hayan tenido tiempo de leerlo. Antes de subirse al bus que lo llevaría a su hotel, le lancé una frase de cierre:
—Gracias por venir a una ciudad donde, al igual que otros sitios de América Latina, la música de Sui Géneris nos ha marcado de por vida.
—Sí, eso lo comprendimos en 1975 —respondió lacónicamente, aludiendo al momento en que él y Charly se separaron; muy jóvenes pero conscientes del inmenso testamento que le dejaban a todo un continente.
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