domingo, 1 de noviembre de 2009

el vals del día de las brujas

El 31 de octubre es y será Halloween para mí, nunca Canción Criolla. Dispénsame, pueblo peruano, mi alienada postura. Discúlpame Óscar Avilés y Zambo Cavero que gritas “¡Arriba Alianza!” desde el cielo. Tomar partido por el criollismo sería ser deshonesto conmigo mismo. Me atraen más las brujas y las fiestas de disfraces. Que tenga el orgullo de ser peruano y ser feliz no implica necesariamente que saque pecho por los valsecitos de antaño, sería tamaña hipocresía, a pesar que cholo soy y como tal tengo bastante de hipócrita, porque pocas naciones en el orbe nos pueden hacer sombra en el ejercicio de la hipocresía.

Prefiero Halloween a Canción Criolla porque desde que tengo uso de razón —desde el kindergarten— me gustaba que me disfrazaran sin consultarme de diablillo, con un traje rojo enterizo, heredado de mi hermano mayor, con dos cachos añiles alicaídos (supongo que entre los cuatro y cinco años no crecería mucho porque mi mamá me lo chantó por dos halloweens consecutivos). Vestido como tal, recorrí con otros infantes las calles, en ese entonces despobladas, de California, una comparsa alegre y colorida, sin imaginar que se trataba de una fiesta pagana o de maquinar las crueles travesuras que realizaríamos más adelante. Inculcada la fiesta a muy temprana edad, pues la hice mía sin comprender si era extranjerizante o no. Culpen a mis padres y a mi jardín de la infancia por practicar patrones alienados en tiempos del velascato. Igual conservaré el recuerdo feliz de cuando recibía caramelos y galletas a manos llenas.

No tengo registro desde cuando el Perú, y menos una provincia llamada Trujillo, celebra el Día de las Brujas, Tampoco desde cuando celebramos Navidad con Papá Noel, pavo y panetón. Tampoco puedo precisar cuando los criollos se pusieron de acuerdo para celebrar su día el 31 de octubre. Me parece haber leído en alguna parte que la fecha designada anteriormente era el 26 de diciembre, pero como después de la resaca navideña a pocos les quedaban ganas de jaranearse, se hizo imperioso buscar otro día del calendario. ¿Por qué 31 de octubre? Especulo que, además de ser feriada la mañana siguiente —1 de noviembre— y todos los criollos se la pueden ‘pegar’, es también el último día de la procesión del Cristo Morado de Pachacamilla, el culto religioso más popular de este país, una expresión de tradición y criollismo; la jarana valsera sería un buen colofón para la festividad religiosa. Modestamente considero que hubiera sido más propicio elegir el 27 de julio, empalmando con las Fiestas Patrias o el 29 de agosto, víspera de la festividad de la limeñísima Santa Rosa. Elegir el 31 de octubre significa entrar en competencia con Halloween que, foráneo o no, ya se ganó a un grueso sector de la población y por impacto popular y mediático tiene todas las de perder.

Mis mejores recuerdos de Halloween son de los años 1982 a 1984. Mi disfraz de Drácula lo armaba con lo encontrado a la mano. La capa consistía en una tela negra adherida con agujas a una camisa blanca de vestir. Pantalón negro. Una chistera que perteneció a mi abuelo. Una dentadura con colmillos de plástico, salpicada de témpera roja para darle efecto sanguíneo. Sintiéndome libre ya que contaba con licencia paterna para llegar ¡a las diez de la noche!, con una docena de párvulos cuyas edades fluctuaban entre los nueve y doce años, íbamos por las calles oscuras de California pidiendo golosinas o haciendo bandidaje. El gringo ‘Trick or Treat’ se transformó criollamente en ‘Dulce o Travesura’ y casa que no entregaba caramelos pagaba pato. Si no le volábamos el timbre, pintarrajeábamos la palabra ‘tacaños’ en la fachada y así quedaban estigmatizadas por años o por varios días de brujas. Claro, ahora uno reflexiona y piensa: “¡qué muchachos de mierda!”, por qué no nos quitaron a palos la caca que teníamos en la mollera. El vandalismo fue parte de mi adolescencia y ya luego uno aprende a dosificar sus demonios. Sería deshonesto si no admito que esas reminiscencias me roban sonrisas antes que vergüenzas. De las anécdotas, recuerdo una cuando llegamos a una casa en Fátima. Al grito tétrico de: “¡Jalogüiiin!”, unas señoras amabilísimas nos abren la puerta y nos llevan a una mesa repleta de golosinas, mismo cuento de Hansel y Gretel. Faltaban manos para echar todo el botín a la bolsa cuando de repente el niño de la casa, creo disfrazado de conejito, exclamó: “¡No, mamá, ellos no son mis invitados!” y todos zafamos en una. Al pobre no le dejamos siquiera un miserable caramelo de limón.

Mi madre era afanosa del Halloween. Mientras fuimos chicos compraba bolsas de caramelos para regalar a los chiquillos que tocaban nuestra puerta. Cuando crecimos, su presupuesto para las nuevas generaciones ya no fue caramelos sino cancha (pop corn) que mandaba preparar a la empleada. Luego, con la crisis propiciada por Alan, a mi vieja se le quitaron las ganas y ya no regalaba nada. La palabra ‘Tacaños’ con tiza o con restos de ladrillo comenzó también a asomarse en mi pared. Para ese entonces ya era un mozalbete entre los trece-dieciséis años con las hormonas revueltas. Ya no estaba para pedir dulces pero sí para probar dulces labios a través de la botella borracha en alguna fiesta de disfraces, siempre a ritmo de las canciones de moda. Creo que nunca se coló entre los temas un vals, un festejo o una polkita.

De mocoso sentía genuina aversión por la música criolla. La odiaba. Guitarra y cajón era sinónimo de los Perú 75-76-77-78, los programas ómnibus de Panamericana en los tiempos de Telecentro. Mis deseos por ver El Hombre de Acero o El Príncipe Planeta en el Westinghouse de la casa se estrellaban cuando mis padres optaban por soplarse dos horas de jarana. Amaba a Yola Polastri cuando cantaba En la Feria de Cepillín, pero la detestaba cuando convertía el set en un viejo callejón de un solo caño. La música criolla guardaba para mí una connotación vetusta, lejana, imposible de generarme identificación. Más atractivo era escuchar a los Bee Gees o a Peter Frampton, aunque de inglés no entendiera un carajo.

Ya de viejo —y bien viejo— ‘aprendí’ a valorar algunos valses. La música criolla no me entró por los oídos sino por el estómago. No creo que exista mejor acompañamiento entre la una y dos de la tarde para un buen cebiche o un sudado de corvina, rematado con dos Pilsen Trujillo. No le hago ascos tampoco si un 31 de octubre me ofrecen ir a una peña para cantar Contigo Perú. La música criolla, por supuesto, no es mala y merece como expresión de peruanidad ser rescatada del letargo donde se encuentra, pero habría que plantear una mejor estrategia de redención, en una manera que no nos suene ‘odiosa’ y paradójicamente ‘invasiva’ como nos sonó a muchos de mi generación. Perseguir el Halloween por ejemplo, no creo que sea la solución más atinada.

16 comentarios:

marco dijo...

Alfieri, el día de la Canción Criolla se celebra desde 1944 y el día original era 18 de octubre pero se trasladó al 31 por cruzarse con el recorrido del Señor de los Milagros, mientras Halloween llegó al Perú finalizando la década de los `70 para la celebración, en un inicio, de algunos pocos huachafos. No hubo ningún 26 de diciembre como fecha de paso y dudo que la elección de algún día central para una fiesta nacional deba tener presente celebraciones foráneas para no cruzarse con ellas.

Sí, Alfieri, como dices, la culpa es de tus padres y de tu "kindergarten".

Un abrazo,

PD: espero tu hijo no tenga que echar las mismas culpas.

alfieri dijo...

Fue una ligereza hablar de un 26 de diciembre. La fecha me la dio un viejo conocedor del vals peruano en alguna borrachera de principios de los noventa. Cotejando con Internet muchas páginas indican que el Día de la Canción Criolla se instauró el 31 de octubre de 1944 durante el primer gobierno de Prado. Sin embargo no deja de llamarme la atención la poca difusión que tuvo la fecha durante mi juventud o posiblemente se deba al poco interés que me despertaba el género musical en mi adolescencia. Recién de adulto he "aprendido" a apreciar algunas -no todas- las composiciones criollas.

¿Desde cuándo se celebra Halloween en Lima? No tengo la más mínima idea pero no creo que sea a fines de los setenta. Trujillo, mi isla provinciana, lo celebraba a principios de la misma década como he visto en fotografías familiares de mi hermano y primos mayores. Quizá se haya introducido en la década anterior en la pituquería limeña y luego, en los ochenta, se haya propagado por las demás clases sociales. Respeto tu apreciación de que es una celebración "huachafa" pero honestamente yo que he celebrado Halloween (ya no lo celebro porque a mi edad si que sería huachafo) tengo muy buenos recuerdos (lo que no me sucede con la música criolla que por culpa de la televisión de la época se me hizo detestable) y en tributo a eso he visto con agrado que mi hijo se disfrace de Batman y acuda a la fiesta que organizó su jardín. No necesariamente adoptar todo lo que llega de USA es huachafo (huachafo es adornar con nieve y Santa Claus cocacolero tu jato). Si renegáramos como Velasco de toda injerencia cultural foránea no tendríamos rock and roll y eso sería una lástima.

necia dijo...

al parecer antes era inclusive día feriado el 31 de octubre por la celebración del día de la canción criolla, -ahora ya no- y como bien dice alfieri, pasó completamente desapercibido. yo tampoco me acuerdo de celebraciones semajantes. ya me enteré de esa fecha cuando los chicos andaban tratando de convencernos de ir a una peña en vez de las fiestas "huachafas" y siempre dependía si la peña iba a tener buenos artistas o no, sino, ya fueron: a la fiesta "huachafa" nos íbamos, era más entretenido, había mayor variedad de música y claro, por supuesto, el rock (lo que no íbamos a tener en una peña y para criolladas, pues hay más tiempo)

en lima, en los 80's se escuchaba sobre halloween pero no para niños, sino como ocasión de celebrar baile de disfraces para jóvenes, pero la moda de repartir dulces y que los niños salieran disfrazados, fue después. ya se veían niños acudiendo, no a las casas, sino a los centros comerciales a pedir dulces. como toda moda foránea, tardó su tiempito en integrarse y ahora ya es costumbre cotidiana

es verdad que muchos están en contra de la fiesta de halloween debido a la historia de las brujas y todo el rollo, pero en realidad, no me parece que sea malo que exista un día en que la gente se disfrace y salga a las calles, los niños son los que más disfrutan, ¿tienes alguna foto de tu niño disfrazado de batman? muéstrala, me haría muy feliz poder verlo

y ya marco, apágate, ahora me vas a venir con que eres criollo a rabiar cuando en tu blog lo primero con que nos agredes es con música estruendosa, -en su mayoría rock- nomás sirves para joder la paciencia, tócate el chichón para que no vuelvas a hacerme enojar, ya sabes

marco dijo...

Recuerdo una portada de Monos y Monadas, esa revista de aquellas; en ella salía el siempre bonachón Belaunde Terri con un mensaje a la nación, anunciando con firme postura no permitir el ingreso de palabras y productos en otros idiomas por respeto a nosotros mismos. Esto lo decía con un polo rojo que decía Coke, una pañoleta con la bandera norteamericana, un cartel con el tio Sam, etc. Monos y Monadas, siempre agudos y atinados.

No Necia, no soy un criollo a rabiar y no reniego de influencias foráneas como lo evidencia mi Blog; creo que en todos lados hay cosas rescatables y de todos se puede aprender como es mi caso con el Rock, del cual disfruto, oigo y hago; pero creo que la preferencia de celebraciones ajenas por encima de aquellas que son parte de nuestra identidad dice mucho de nosotros.

Alfieri Díaz Arias dijo...

Antes de escribir el mencionado post debí informarme y saber que La canción criolla se celebra hace 65 años (antigüedad obliga).

Discrepo que Halloween tenga en el Perú tan poco tiempo. Si en Trujillo se celebraba en los 70's, en Lima debió haberse celebrado antes. Los trujillanos tenemos la pésima costumbre de copiar todo lo que se impone primero en la capital. Podría apostar que como mínimo Halloween se inició en Lima en los 60's... Pero igual es una fiesta "usurpadora" de la peruanidad y no al revés como sustentaba con mucha ignorancia en el presente post.

Necia, con quien en 99% de las ocasiones discrepamos opiniones (no sería bueno que lo haga tampoco), al igual que yo se enteró de la existencia del Día de la Canción Criolla cuando Halloween empezó a ganar terreno. ¿Por qué no le hicieron publicidad antes? Para mí 31 de octubre es sinónimo de Halloween porque era a lo único que le daban cobertura a través de series, dibujos, películas y cómics. ¿Culpa de los medios de la época o del gremio criollo por hacer de la celebración casi un asunto de cofradía?

Ahora, intentando ser sincero conmigo mismo, de chiquillo me ofrecían Canción Criolla o Halloween, definitivamente me hubiese inclinado por lo último... por más que uno sea muy peruano, el otro como "producto" es más atractivo. Ahora de viejo me da igual ir a una peña o a una fiesta de Halloween. me parece un chauvinismo muy cojudo apelar al nacionalismo para "obligar" a que la gente se identifique con la música criolla. En una economía de libre mercado somos libres de elegir que celebración nos satisface más.

Prefiero a Black Sabbath que a Felipe Pinglo, esa es mi opción. Si alguien me dice: prefiero un pollo KFC a un buen cabrito con frejoles, ahí, por más libertad de elección, pensaré que es un imbécil.

marco dijo...

Es muy probable, como bien dices, Halloween haya tenido algún desubicado practicante en Lima antes de los `70, pero es recién en esa década cuando cierta atracción de grupos de niños por llevar una máscara empezaría a nutrirse. Justamente a tu pregunta "¿Por qué no le hicieron publicidad antes?" es que respondí con antelación con la ironía que la portada de Monos y Monadas presentaba denunciando una ola de publicidad extranjera, ante un descomputado Belaunde, imponiendo sus principios, posturas, creencias, identidad y nacionalismo por encima de las propias; recuerdo que en mi Barrio, un compañero, cuando jugábamos Fútbol individualmente representando países, llegaba al colmo de querer representar USA, cuando, por lo menos en esa época, eran re-malos. Ahora, sin importar quien haya tenido, como tú dices, "la culpa", el resultado es el mismo. "La televisión puede darnos muchas cosas, salvo tiempo para pensar." Bernice Buresh

Puede que tengas razón y sea un chauvinismo muy cojudo "obligar" a la gente a identificarse con la música criolla, tanto como "obligarlas" a identificarse con el Perú, porque valgan verdades, con la misma economía de mercado y el libre albedrío que profesa la Necia, tanto la música criolla como el Perú son nuestras raíces y parte de quienes somos, así no la queramos elegir y estemos condenados, por no elegir ser quienes no somos, a ser cojudos.

Un abrazo,

necia dijo...

"...recuerdo que en mi Barrio, un compañero, cuando jugábamos Fútbol individualmente representando países, llegaba al colmo de querer representar USA..." ¿el colmo? me imagino que en esa época eran chiquillos, al menos jugabas fútbol (ahora me imagino que no juegas ni pis pis) ¿querías que un chiquillo entrara con sus huevadas de peruanismo o anti imperialismo para despreciar a USA porque a ti te parecía? oye pendex, yo creo que eres comunista y de los bravos, ¡fuera de aquí con esas cojudezas!

¡que viva jalouin en el 31 de octubre! y que el criollismo espere a que vayamos a la peña o que comamos cebichito, o qué también

fierro, ahora te toca esperar a la muchachada con tu recipiente de caramelos, y entrega tú, porque si les dejas que agarren ellos, se te acaban los dulces en menos que canta un gallo (así hago yo)

marco dijo...

No Necia, para variar mal interpretaste la anécdota. Mi compañero es sólo el ejemplo de casi toda una generación en la que me incluyo en la que se nos enseñó a base de un bombardeo publicitario a querer más ser norteamericano que peruano. Ser el ganador de Vietnam (así salen en sus películas), a llevar camisetas con la bandera norteamericana; a querer ser un Rambo a un anciano Bolognesi. A ver más cool costumbres foráneas que las nuestras; el desear ser otro porque no nos interesa quienes somos: es más bacán ser norteamericano y celebrar el Halloween. Si de algún modo queremos ser quienes no somos es porque reconocemos que de algún modo ese ideal es mejor y alimentamos el complejo de tildar lo nuestro y a nosotros mismos como de menos valor. No Necia, no soy antiimperialista; me he disfrasado un montón de veces (en los años nuevos: en algunos lugares de Lima tenían esa costumbre), me encantan los chocolates y varios dulces, me gusta el rock, el jazz, la música y el arte, y las cosas rescatables de USA y de cualquier otro país del mundo, y los disfruto al máximo. Pero cada cosa en su lugar y en su momento.

Besos

necia dijo...

exacto, cada cosa en su lugar y en su momento: el jalouin en las calles, con los niños divirtiéndose y el 31 de octubre como fecha de celebración

es decir, para los que quieran hacerlo. que yo sepa, ningún jalouinero sale a reclamar a los criollos por qué no se disfrazan (por siaca, te habrás disfrazado, no "disfrasado") o por qué no reparten dulces a los niños. son los criollos los que se rompen las vestiduras y salen a tratar de imponer sus puntos de vista. no pues, así no es

y mírenlo hablando de complejos, ya parece el burro hablando de orejas

necia dijo...

ah, oye fierro, no te olvides: tu gemelo también es publicista, jajajaja pero esa clase sobre "productos más atractivos" creo que se la pasó haciendo la vaca porque no le entra en la mollera

marco, te invito a mi próxima fiesta de disfraces, tienes un año para prepararte, y para que veas que aquí impera el libre albedrío, puedes traer guitarra y cajón y disfrazado de ti mismo, o sea, de cabezóoooooon

necia dijo...

oye marco, aparte de toda esta vaina sobre si cantamos el somos libres, contigo perú o si nos vamos de trick or treat, quiero que aprecies la forma en que tu cerebro se paltea malamente para darnos a entender lo contrario de lo que quieres expresar. aquí voy:

- "... un descomputado Belaunde, imponiendo sus principios, posturas, creencias, identidad y nacionalismo por encima de las propias..." si belaúnde trataba de imponer sus principios, creencias, identidad y nacionalismo "por encima de las propias", ¿esas propias son de quién?

- "... y estemos condenados, por no elegir ser quienes no somos, a ser cojudos." si No eliges ser quien NO eres, entonces eliges ser quien eres, ps bestia, y encima te quedas de cojudo jajajajaja

y no jodas pues, ¿a qué muchachito le va a gustar disfrazarse de un viejito como bolognesi en vez de rambo? por otro lado que la indumentaria del luchador es mucho más fácil de hacer en casa con ropa vieja que ir a la tienda a comprar un uniforme y de paso, ¿en dónde dejas el caballo? sin el caballo, bolognesi no es bolognesi, donayre a lo mucho

otra vez me quedo pensando que sí, no asististesssss a tus clases, oshe vago, no te ha entrado la noción de la competencia de mercados y sigues ahí, machacando por un producto que no convence apelando al nacionalismo barato y jorobando con que las cosas tienen que hacerse como tú las quieres. pobrecito tu amigo, me imagino que lo habrás fastidiado hasta decir basta porque se le ocurrió elegir representar ee.uu. en vez de un país que fuera de tu elección. en todo caso, así fuera bolivia, ya era otro país; debiste elegir un campeonato de provincias o equipos peruanos para estar más acorde con tus postulados

... me late que eres humalista, ¿no andarás queriendo fusilar a los homosexuales también? ya te falta poco

marco dijo...

Necia, ¡Qué bueno apoyes la idea de "cada cosa en su lugar y en su momento"! a su vez, ¡Qué bueno diferencies al criollo del jalouinero! y ¡Qué bueno nuestra independencia sea un 28 y no un 4 de julio! hubiésemos tenido que acomodar nuestras fiesta patrias para que no se crucen con las fiestas cool! ¡No way! Necia, no se trata de reclamar a criollos porque no se disfracen, ni a criollos por romperse las vestiduras; como dije yo también me he disfrazado y me gustan los dulces, pero no creo deba darse una fiesta ajena a nosotros imponiéndose sobre una de las pocas fiestas que expresa una identidad por más divertida que sea la foránea, porque con esa actitud contribuyes al menosprecio de nuestras tradiciones, de quienes somos, y a la extinción y olvido (cosa que ya es evidente en estos tiempos) de lo que nos hace peruanos. Depende de nosotros el conservar nuestra identidad y no enterrar, lo poca que aun queda, en el olvido.

"¿a qué muchachito le va a gustar disfrazarse de un viejito como bolognesi en vez de rambo?" ¡Cuanta razón tienes! ¿a qué muchachito le va a gustar un plato nutritivo en vez de hamburguesas, dulces o comida chatarra? No siempre lo que nos gusta es lo correcto Necia, para eso están los padres.

En cuanto a mi pata, yo fui uno de los pocos que no lo molestaba por ese motivo; intenté por mucho tiempo menguar sus complejos y deseo de ser foráneo, pero no lo conseguí. Ese juego era habitual y entre mocosos, un uno a uno que provocaba elegir si no es a tu país, a los más destacados en ese deporte, no por querer ser de ese país sino por tener esa gloria, que no es lo mismo.

A tu invitación de disfraces, creo que estoy muy viejo para esos menesteres, pero lo tomaré en cuenta si es que no cruzas la fecha con las nacionales para no tener que preferir lo cool.

En cuanto a matar a homosexuales, no Necia, Papalindo ya se me adelantó, y con azufre, que duele más.


Besos,


PD: si lees por partes segmentadas a tu limitada y disléxica apreciación, no vas a entender más de lo que en la actualidad puedes, "...denunciando una ola de publicidad extranjera ante un descomputado Belaunde, imponiendo sus principios, posturas, creencias,..." es la publicidad la que se impone.

No te preocupes, supongo es el resultado de tu vicio coprofágico.

necia dijo...

no jodas pues marco, pareces un viejo arcaico, sermoneando a todo el que no celebra la fiesta del criollismo y prefiere el jalouin, pon un poco de humor y alegría a tu desteñida existencia

necia dijo...

fierro, la foto del pequeño batman, toy esperando, si lo pones, te debo una

necia dijo...

fierro, no jodas ps, mi foto, ya te mandaste otro post sin poner al batman

necia dijo...

ya pes fierro, la fotito, aunque sea por un ratito nomás, después la retiras, pero ponla