No llevo la cuenta de cuantos
partidos de fútbol he visto. Si hago cálculos desde 1981 de dos partidos por
semana, a la fecha debo bordear los tres mil partidos (quizá un poco más porque
procuro ver casi todos los partidos de los Mundiales, Eurocopa y Copa América).
De cada cinco partidos que he visto, calculo que uno debió jugarlo Alianza
Lima, el club de mis amores y dolores. Aumenta la cantidad si agrego los
partidos escuchados por radio, sobre todo en la década de 1980 cuando los
partidos del Descentralizado no se transmitían por televisión. En provincias,
el fútbol se ‘vivía’ a través de La Rotativa Deportiva, lo cual tenía su
encanto, pero eso es tema para otro post.
Partidos de Alianza en el torneo
local recuerdo muchos. El 5-1, el 2-1 (que era el Clásico número 200 de la
historia) y el 4-0 que le propinamos a la U en 1986 (aquel equipo entrenado por
Didí y que sucumbió en el Fokker en la siguiente temporada). El 6-3 también
contra las gayinas en 1995. La volteada 5-4 contra los pavos en 1997, tras ir
perdiendo 4-1. Las goleadas a los pavos por 5-0 en 2002 y por el mismo marcador
en 2004. Lástima que no exista filmación del 9-1 que le propinamos a las
gayinas en 1949 con cinco tantos del ‘Feo’ Salinas. El recuento es menos
generoso con las participaciones aliancistas fuera del Perú. Una goleada 6-1 al
Wilstermann en 1995. Un 1-0 en Bogotá frente a Millonarios en 1999 con golazo
del ‘Charapa’ Salazar (Fox Sports lo denominó ‘gol del año’). Un 1-0 en
Asunción frente a Olimpia en 2003 y otros triunfos y empates que al final
resultaron intrascendentes. Alianza Lima nunca ha estado a la altura de ninguna
competencia internacional y eso es un duro pasivo histórico. Su mejor actuación
aconteció en 1978 cuando con un equipazo —Cubillas,
Cueto, Sotil, Velásquez— caímos en semifinales frente al Deportivo Cali. La
peor, en 2007, cuando perdimos todos los partidos. Una vergüenza total.
Con
esos antecedentes, aunados a la forma miserable como caímos frente a la U en
las finales de 2009, mis expectativas eran escasas a nuestra performance en la presente
Copa. Sin deseos de acabar con la mierda revuelta como en otras ocasiones,
presencié por televisión su partido debut en la altura de La Paz, el miércoles
10 a las 4:30 pm. En el segundo tiempo, mientras estaba cero a cero, Alianza,
que había hecho un buen partido hasta ese momento, parece quedarse sin oxígeno
y es cuando el Bolívar, de discreto accionar, genera varias oportunidades de
gol, muy bien neutralizadas por Libman. Cuando parecía que el tanto paceño se
caía de maduro, Alianza a través del trujillano Fernández anota dos goles en
menos de cuatro minutos y luego, cuando parecía que los ‘boliches’ podían
empatar tras descontar al concretar un penal cobrado injustamente, Montaño, más
gordo y pesado que nunca, contragolpeó a toda carrera y anotó el impensable
3-1.
Alianza,
una escuadra que normalmente juega fiel a su estilo e historia, esa tarde le
dio vuelta a la mala suerte y venció. Motivo suficiente para que los hinchas
nos embriaguemos de emoción. Al día siguiente, Estudiantes, campeón vigente de
la Libertadores, golea 5-1 al Aurich y, a pesar de los piropos ayayeros de los
comentaristas de Fox Sports —siempre parcializados con los clubes argentinos—,
la goleada me pareció excesiva pues se concretó cuando los chiclayanos estaban
con un hombre menos en el campo. Igual había que tener cuidado. El ‘Pincha’ es
un equipo que hace lo necesario para ganar. Tradicionalmente sabe amarrar y
cuidar el resultado. Por esa característica, el inicio del partido frente a
Alianza en Matute, el jueves 18 a las 7:30 pm, se presentó ideal para ellos.
Apenas a los doce segundos, un pésimo despeje de la zaga blanquiazvl culmina en
gol de Estudiantes. “¡Chesumadre!, estas huevadas sólo le pasan a Alianza”,
pensé apesadumbrado. Minutos después, luego que el hiperpromocionado Boselli,
solito frente al arco, pateara a las tribunas y perdiera la ocasión de liquidar
el partido, comienza a crecer la figura del ‘Zorrito’ Aguirre, apropiándose del
partido.
A
los diecisiete minutos, Aguirre puja un balón, ingresa al área, el esférico
rebota en su pecho y al bajar, de un puntazo lo clava arriba en un rincón
inatajable. Golazo. Un jugador discutido y resistido por la hinchada, comienza
a reivindicarse, reinventarse, a jugar el partido de su vida. Luego se sucede
una mano pincharrata en el área que el árbitro no cobra penal, se anula un
legítimo tanto de Fernández por supuesto off-side. Alianza, a esas alturas, es
el único equipo de la cancha. La ‘Brujita’ Verón y compañía parecen naufragar.
El segundo gol, en el minuto treintaitrés, es de contragolpe. Aguirre con
velocidad y quiebre de cintura se deshace de un rival y marca un gol que en el
noventa por ciento de los casos hubiese fallado. Notable. Con ese marcador
culmina la primera mitad.
El
segundo tiempo —increíble— contin úa siendo de jarana
íntima con un Aguirre endiablado a pesar de que Clemente le metió la guadaña y
parecía que lo sacaba del partido. Con esa falta pensé que el ‘Zorrito’ bajaría
las revoluciones pero me equivoqué. A los setentaisiete Aguirre consigue su hattrick desde el borde del área rival
de potente zurdazo. Otro golazo. A los ochentaicinco, Fernández sella la
goleada con un tiro de volea tras insistencia de un Aguirre imparable. 4-1
soñado, histórico, precioso, inolvidable para la hinchada más grande del Perú
que hizo sentir su localía en todo momento.
¿Qué
puede suceder más adelante? Con el fútbol nunca se sabe, pero al menos siempre
atesoraremos esta exhibición maravillosa, una noche en que Alianza ganó, gustó
y goleó nada menos que al equipo subcampeón del mundo (si daba gusto escuchar a
Niembro y compañía embelesados por el accionar grone). Queda la ilusión y la
esperanza de que si seguimos jugando bien podemos volver a repetir jornadas
como estas y ver quién carajo nos ataja. Con este Alianza seamos generosos,
vale la pena sonar.
1 comentarios:
sí huevas, total... soñar no cuesta nada
¿qué tal fierro? a los siglos... andas medio apagado, enciéndete pes
jajaja ¿a que no sabes lo que puso el verificador de palabras? "BELYTO" hasta por ahí me soplan que te prenda con una velita, jajajajaja
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