martes, 23 de marzo de 2010

alfi y yo cumplimos cuatro años

Un día como hoy, hace cuatro años, a las 7:03 am, me gradué como padre. No es un gran mérito. Cualquier idiota puede engendrar vástagos. Basta con tener los testículos en buena forma para poblar el mundo con más personas (se estima que seremos nueve mil millones en 2050). De la misma forma como cualquiera puede graduarse de abogado, ingeniero o comunicador social, pero eso no garantiza que en la praxis sea un buen profesional. Lo mismo sucede con la paternidad. Cualquiera saca el título, de ahí que seamos buenos padres ya es otro cantar. Cuatro años no son suficientes para saber si soy o no un ‘buen padre’. Mis escasos logros en esa materia son minúsculos comparados a todos los años que me faltan, mínimo hasta que la cría posea un cartón si es que desea pasar por la universidad.

Cada padre tiene un espejo en cual reflejarse para cumplir esa función. Yo, por fortuna, todavía tengo a mi lado a mi padre que, digan lo que digan, ha sido para mí el mejor viejo del mundo. Su gran pecado como ser humano fue enamorarse de otra mujer, haciéndole a mi madre la vida miserable. Muchos hasta ahora no se lo perdonan, incluso sostienen que alguien que le hace eso a una madre, se lo hace también a sus hijos y por lo tanto no es un buen padre. Particularmente, no creo que ese haya sido el caso con mi progenitor, al menos conmigo, el segundo de sus hijos, con quien mantuvo —mantiene— una relación afectuosa, totalmente al margen de sus conflictos conyugales. En mi padre siempre encontré un compañero, un amigo y hasta un cómplice. Fue también la luz, la enciclopedia, que se encargó de cultivarme y de abrirme los ojos de cara al mundo, aquel que tenía el consejo justo y la acción a seguir. Hoy, como adulto, puedo distinguir sus yerros y debilidades como ser jumano, pero jamás me atreveré a juzagarlo, bastaría con intentar no cer en las mismas faltas (puedo ser creativo y fabricar las mías). Hay quienes me tildan de ser copia de un pésimo original, no se imaginan el orgullo que me embarga cuando me lo dicen.

Poseo un modelo cercano pero no un manual para dummies para convertirme en ‘papá modelo’. De existir uno, sin embargo, no creo necesitarlo. El objetivo lo tengo claro, el método se irá aprendiendo y puliendo en el camino. Mi propósito como padre es, aunque suene a cliché, entregar un hombre de bien a este planeta cabrón, una persona independiente y criteriosa, provisto de las cualidades suficientes para encontrar y labrar su propio destino. No me gustaría, por supuesto, que sea fumón, maricón o ladrón (en ese orden). Tampoco superficial, materialista y huevón. No tengo planes especiales para él. Puede ser carpintero, gasfitero, peluquero o lo que carajo le venga en gana, a mí me basta con que sea feliz y... aliancista. Total, administradores, abogados, ingenieros, creo que sobran en la sociedad. Si tuviera que transmitirle una lección de vida le diría lo que aprendí de los Rolling Stones: You can't always get what you want, but if you try sometimes well you might find, You get what you need.

Debo agradecerle por lo pronto que en sus primeros cuatro años haya colmado y superado todas mis expectativas. Hijo, lo que puedo prometerte es interferir en lo más mínimo en sus decisiones futuras. No tengo porqué cambiar tu vida, basta con que tú hayas cambiado la mía.

3 comentarios:

necia dijo...

lo único que me alegra es que al fin puedo conocer a alfi. ta leeeendo el enano, a pesar de ese padre y de ese abuelo y gracias a su mamá. por qué serán tan machistas los hombres, actúan como si de ellos fueran todos los logros, como si los hubieran parido. échate agua, ese crío va a salir bien, pero gracias a su mamá, no a ti, pedazo de won

alfieri dijo...

Tienes toda la razón. Mi intención no fue en absoluto minorizar el papel maternal de Claudia, mi esposa. Es más, lo poco conseguido a la fecha es más mérito suyo que mío. No en vano Alfi todavía no se despercude de su complejo edípico, espero que no derive luego en tara lacaniana. No niego que mi post tiene mucho de machista. Mi querida Orietta Brusa asegura (y no se lo refuto) que mi orgullo paterno es que veo en mi hijo la prolongación de mi pene. Como ser humano, mi misión es orientar a mi crío bajo mi ideología (buena o mala pero mía, como reza en la canción de Lerner), pero nunca imponer pues un hijo también es un ser racional.

necia dijo...

dices que no lo quieres materialista, ¿te refieres a que no lo quieres convertido en una persona que metaliza todo en cifras monetarias? porque materialista es el que cree en que somos producto de la materia, que no hay dios, o sea, ateo, antónimo de religioso

hum... y si sale homosexual, ¿cuál sería el problema? medio humalista creo que te estás volviendo

en fin, alfi, vive nomás, a pesar de las huevadas que te vaya a enseñar tu padre, ahí va a estar tu mamá para evitar que te lleve por el mal camino el cunche éste