lunes, 30 de enero de 2012

once momentos impactantes de la TV peruana en los ochenta

Es paradójico que ahora contemos con más de cien canales de televisión y no encontremos nada para ver. En el Trujillo de mi pubertad con dos canales —la señal del Estado recién ingresó a mediados de 1984 y salía del aire por largas temporadas— nos bastaba para entretenernos.
 
Los trujillanos de igual o mayor edad que yo, recordarán cuando los programas eran emitidos con una o dos semanas de retraso respecto a Lima. La transmisión a nivel nacional se haría realidad recién en 1982 con el mundial de España. También recordarán que viajar a Lima era ver ‘más’ televisión porque tenían otros canales: Frecuencia 2 (Frecuencia Latina), Canal Nueve (ATV), 27 UHF y Stereo 33 (Global). Los provincianos nos contentábamos con tener Panamericana y América, en tiempos que los segmentos estaban bien definidos: programación infantil (dibujos animados) en las mañanas —Panamericana fue el primer canal que en 1981 se animó a abrir su programación a las seis con un noticiero madrugador, Buenos Días, Perú, con su inolvidable cortina tomada de Talking Out of Turn de los Moody Blues—, bloque femenino (telenovelas) desde el mediodía hasta las cuatro de la tarde, películas, sitcoms o más dibujos hasta las siete, de nuevo telenovelas o series policiales en el prime time, noticiero a las diez, una serie de puente para la película de trasnoche y cierre de programación, extendiéndose máximo hasta las dos de la mañana. 
 
Me animo a enunciar la hipótesis de que el consumo tan restringido de televisión ha hecho que su contenido se haya vuelto tan entrañable para mi generación. Ahora, con una parrilla televisiva tan variada, el televidente está expuesto a tal bombardeo audiovisual que resulta imposible retener tantas imágenes. Yo, por ejemplo, llevo en la memoria grandes momentos de la televisión, acontecidos a lo largo de la década de 1980 (tan querida y añorada), quizá no tan impactantes como el de un avión estrellándose contra el World Trade Center, pero que por derecho propio quedaron indelebles en mi retina. Esta es mi selección personal de los que considero Los once momentos más impactantes de la televisión peruana en los ochenta. Si caigo en omisiones, espero que los televidentes de la época me ayuden a subsanarlos.

11. EL ATENTADO CONTRA REAGAN No ocurrió en el Perú pero llamó la atención cómo se transmitió la noticia a nivel nacional. Fernando Llamosas era quien narraba los avances noticiosos de 24 Horas —que se emitían cada hora a partir de las cinco de la tarde—, sin embargo, una tarde de marzo de 1981, apareció de improviso, cortando la película de Platea de Verano y exclamaba: “¡Flash de último minuto! Hace instantes atentaron contra la vida del presidente Ronald Reagan”. Seguían a continuación imágenes del mandatario, sonriente por una calle de Washington D.C. y cuando alza la mano para saludar a la gente, se escuchan varios disparos, la cámara se mueve y se ven varias personas en el suelo. Luego se sabría que fueron seis detonaciones, una bala se alojó en el pulmón de Reagan, pero sobrevivió y fue una figura decisiva a lo largo de la década, rebrotando la Guerra Fría y al final saliendo vencedor de la misma. Otras noticias impactantes de la década fueron el atentado contra Juan Pablo II a manos de Alí Agca, la invasión de Argentina a las Malvinas, la explosión del Challenger en pleno vuelo, el estudiante parado frente a los tanques en la Plaza Tianamen, la caída del muro de Berlín.
       
10. VILLAGE PEOPLE EN PERÚ Que llegase a nuestro país una banda en su pleno apogeo era imposible. Los peruanos nos conformábamos con las presentaciones de Raphael, Camilo Sesto, Paloma San Basilio (famosa por la ópera-rock Evita), Jeanette, El Puma, Menudo, Parchis, etc. Muchos de ellos incluían a provincias como Trujillo en sus giras. En 1980, sorprendió la visita de Village People, sexteto que hacía bailar a medio mundo con temas como YMCA, In the Navy, Macho Man, etc. y ofrecieron un especial para la televisión transmitido por América bajo la conducción de Rulito Pinasco, quien en todo momento conversaba en castellano con Felipe, el miembro de la banda de ascendencia boricua que se disfrazaba de ‘indio’. Ese año su canción Can't Stop the Music  ganaría La Más Más de Radio Panamericana, el ranking musical más importante del país. Village People volvería a presentarse en Lima, junto con el trío Ritchie Family, en 1983, pero su momento había pasado hace rato.
 
09. CUANDO CHUIMÁN HIZO DE BOSÉ En los ochenta, Risas y Salsa era el programa número uno de la televisión peruana, cita obligatoria de todos los sábados a las ocho de la noche, con scketchs antológicos como El Novio con Adolfo Chuiman, Aurora Aranda y Alex Valle; Quién soy yo… papá con Chuiman y Elmer Alfaro; El Jefecito con Antonio Salim, Analí Cabrera, Mabel Duclós y Rodolfo Carrión; La banda del Cholcito con Petipán, Álvaro Gonzales, Pedro Centurión y el ‘Chino’ Yufra; etc. También destacaban sus parodias de un spot publicitario de la época o las imitaciones de artistas conocidos. Chuiman era la figura estelar del programa, el galán, el palomilla, el papirriqui. Una de sus performances más inolvidables fue sin duda su remedo amanerado de Miguel Bosé cantando Don Diablo (me agarra muy suavemente...). Otra imitación memorable fue la del ‘Loco’ Ureta —para muchos nuestro mejor fonomímico— haciendo de Rita Pavone cantando Datemo un Martello. Su deceso a causa de una peritonitis en octubre de 1982, conmocionó a la teleaudiencia nacional.        

08. MISS UNIVERSO EN EL PERÚ 1982 fue un año convulsivo. Terrorismo. Inflación. Quema de llantas. Sin embargo, un país tercermundista como el nuestro —por injerencia de Panamericana TV— se dio el lujo de organizar tres eventos de jerarquía internacional: el mundial de vóley (en Trujillo vimos a cubanas, húngaras, holandesas, etc.), el Festival de la canción de la OTI (que hace años dejó de organizarse) y un Miss Universo en lo que fuera el Coliseo Amauta. Francesca Zaza fue nuestra representante en el certamen, a quien a manera de consuelo le otorgaron el premio al Mejor Traje Típico (un vestido carísimo ornamentado con hilos de oro). La canadiense Karen Baldwin se hizo acreedora a la corona, cuyo rostro de enormes ojos azules aparecía al cierre de un spot de agua mineral San Luis de la época. El Grupo Chaski realizó un documental del evento donde se desnudaban los contrastes sociales del Perú de ese entonces y de hoy).

07. MARIO CUETO CÁRDENAS Comparado con otros puntos del país, los trujillanos pasamos piola frente a las acciones terroristas de Sendero Luminoso. Apenas un par de bombazos, uno en la casa del prefecto y otro que voló la fachada del Hotel de Turistas. Un imberbe de nueve años como yo comenzó a tomar conciencia de la barbarie senderista a través de los informes de Mario Cueto Cárdenas, corresponsal de Panamericana en Ayacucho, quien a diario informaba de los atentados sediciosos en esa localidad que me imaginaba un lugar infernal imposible de vivir. Para aumentar mi visión vesánica, las corresponsalías del señor Cueto eran por teléfono y sólo ponían como fondo la fotografía del campanario de uno de los tantos templos ayacuchanos, aumentando más el terror porque dejaban a la imaginación lo que realmente sucedía. A mediados de la década, la violencia senderista llegaría a Lima y con ello los toques de queda, el vuelo de torres de electricidad, atracos bancarios, apagones, coche-bombas. Aparecería otro movimiento guerrillero, el MRTA, especializado en secuestros, como el de Héctor Delgado Parker, a quien liberaron tras varios meses en cautiverio, negociándose la propagación de un vídeo donde el MRTA se presentaba a la teleaudiencia a cargo de Néstor Cerpa Cartolini, quien luego dirigiría la toma de la residencia del embajador japonés.
 
06. LA LLEGADA DEL PAPA La primera visita de Juan Pablo II al Perú fue el acontecimiento religioso de la década (de los noventa serían las ‘vírgenes lloronas’). Llamado el ‘papa peregrino’ Wiojtila en realidad era un papa ‘marketero’ que promovió la imagen del cristianismo por todo el orbe durante sus veintisiete años frente a El Vaticano, bajo el eslogan ‘Totus Tuus’. Provisto de un carisma que supo aprovechar, su llegada en febrero de 1985 —en una nave de Allitalia llamada Luigi Pirandello— fue apoteósica en cada una de las ciudades en los cinco días que duró su estadía: Lima, Arequipa, Piura, Ayacucho, Trujillo, Iquitos (donde el calor tropical lo llevaron a anunciar que “el papa es charapa”). Yo tenía trece años, aunque su homilía fue cerca a mi casa, mi repulsión natural hacia las multitudes me hizo verlo por televisión. Recuerdo su recorrido en el Papamóvil por la Avenida Mansiche, de ahí por España hasta llegar a la Avenida Libertad —que le cambiaron de nombre a Juan Pablo II tras su presentación— y su arribo al Óvalo Papal. En 1988 volvería al Perú por segunda vez, pero su permanencia sólo fue por cuarenta horas.
 
05. LA ‘BODA’ DE RODRIGO Y MÓNICA Lucho Llosa tiene un sitial bien ganado en la historia y evolución de la producción televisiva nacional. Saltó a la palestra en 1983 con Gamboa, la primera serie policial peruana hecha bajo los patrones de las series americanas. En 1985 utilizaría la Casa Dasso de Barranco para producir Carmín (remake de El adorable profesor Aldao) la primera telenovela grabada en exteriores y su conexión con la audiencia juvenil fue inmediata. La Carmín original —al año siguiente se haría una continuación— constaba de dos partes. La primera enfocada en la relación entre el profesor Mariano Tovar (Roberto Moll) y la estudiante Fiorella Mencchelli (Patricia Pereyra). La segunda, seguía los amores de Rodrigo (Jorge García Bustamante), hermano de Mariano, y Mónica (Claudia Noriega), compañera de clases de Fiorella. Lo curioso es que la segunda parte fue más exitosa que la primera, contando con dos momentos culminantes que barrieron ratings: 1) cuando Rodrigo llega a la Iglesia e impide que Mónica se case con otro y 2) cuando Mónica y Rodrigo se fugan para casarse en Cuzco. Ambos episodios se grabaron en templos de verdad y en los exteriores el público se arremolinaba para verlos. El éxito de Carmín animaría a Llosa a tentar suerte en el cine de serie B —de la mano de Roger Corman— y en la década de 1990 a formar Iguana Producciones y realizar un puñado de telenovelas exitosas.
 
04. LA BRONCA DE FERRANDO Y BELMONT La primera Teletón para colaborar con los niños discapacitados de la Clínica Hogar San Juan de Dios se realizó en 1981 (con un spot sensiblero donde el niño-símbolo miraba a la cámara y decía: “no te olvides de mí”). El animador del evento en sus primeros tiempos fue Ricardo Belmont. Cada año, faltando minutos para que se cumpla el plazo, todo el país aguardaba con auténtico suspenso que se llegase al monto pactado (lo que sucedía la mayoría de veces y luego se repetía la frase: “¡el Perú es un país grande y solidario!”). En 1984 el programa Sábados de Belmont de América se había convertido en dura competencia para el sempiterno Trampolín a la Fama de Panamericana, por lo que la animadversión de Ferrando hacia Belmont se haría manifiesta en la Teletón de ese año. En la tarde del sábado —el horario en disputa— el animador de Trampolín se apareció en la Teletón —en América TV—, sacó de su bolsillo un fajo de billetes y encarándolo al ‘colorao’ le dice: “Mira, hermano, aquí está mi colaboración. ¿Y tú cuánto vas a poner?”. Belmont quiso mantenerse ecuánime, pero lo único que consiguió fue sulfurar más al zambo quien comenzó a lanzar epítetos como: “¡malagradecido!” o “¡yo te descubrí!”, antes de ser desalojado del set por custodios del orden. Más tarde salieron rumores de que el ‘hermanón’ sacaba una tajada de lo recaudado en la Teletón, pero eso nunca se pudo comprobar.
 
03. EL POTO DE AMPARO Analí Cabrera, Gisela Valcárcel, Raquel La Rosa, Sonia García, Patty Cabrera, Giovanna Vélez, Bélgica Rodas, aparte de las argentinas Sandra Villarruel, Selva Mayo, Fedra López, Alejandra Domínguez, Maritza Garay, etc. Hablar de las vedettes de los ochenta da para un post aparte. Una de las más impresionantes y voluptuosas era Amparo Brambilla. Bastante alta y de hermosas facciones, en 1991 yo y dos amigos —que medimos 1.80 en promedio— nos tomamos una foto con ella y con taco bajo fácil nos llevaba una cabeza. Era también bastante prolija en carnes (y grasa), justo para el gusto de los peruanos de entonces. Su trasero era extra-large, estrambótico, fellinesco, era pues todo un big ass, tan grotesco que me parece se discutió por ahí una moción de censura para que no lo vuelva a exhibir en público. Una noche, Amparo nos dejó boquiabiertos a todos. Fue en la Premiación del Circe (círculo de cronistas del espectáculo) de 1983 donde meneó sus nalgas gigantescas por largo tiempo el peruano oprimido. Un espectáculo demasiado calentón para una época donde ver potos y tetas en la pantalla chica era algo impensable. Una visión turbadora, de consecuencias febriles que marcó un antes y un después para un púber espectador como yo.   

02. LA MEDALLA DE SEÚL La década de 1980 fue la edad de oro del vóley peruano, coincidiendo con el declive de nuestro balompié (magnificándose aún más con la tragedia del Fokker). Perú se dio el lujo de organizar un mundial de la disciplina en 1982 —donde quedamos subcampeonas detrás de China— y otro mundial de juveniles en 1989. En 1984 quedamos semifinalistas en las Olimpiadas de Los Ángeles. En el mundial de Checoslovaquia de 1986 volvimos a ser semifinalistas. El momento de gloria aconteció en 1988 en las Olimpiadas de Seúl, cuando todo el Perú se pegó en las madrugadas para ver a Cecilia Tait, Rosa García, Natalia Málaga, Gaby Pérez, Denisse Fajardo, Gina Torrealva y demás, derrotar a Corea, Japón, China en dramáticos encuentros y llegar a la final frente a la Unión Soviética. Perú se impuso en los dos primeros sets y en el tercero iba adelante 13 a 9, pero se dejó voltear y luego perdió los dos sets restantes (estando en el último con dos match points). Una derrota que dolió y que nos duele hasta hoy, al punto que el vóley peruano nunca más volvió a ser el mismo.
  
01. EL MOTÍN EN EL SEXTO La tarde del 27 de marzo de 1984, todo el Perú se quedó perplejo ante las crudas imágenes propaladas desde El Sexto, presidio ubicado en pleno centro de Lima. En vivo y en directo observamos cuando a un rehén lo sentaron en el techo y le dispararon a quemarropa, vibrándole la camisa. A otro le acuchillaron repetidamente la pierna en su intento por escapar. A otro le rociaron querosene y le prendieron fuego. Nunca antes se había expuesto un motín con tanta crudeza y brutalidad. Los camarógrafos de todos los canales —cuales buitres— se apostaron en el techo del colegio Guadalupe y competían entre sí para ver quien captaba las ‘mejores’ imágenes. Según la tesis de muchos psicólogos —y de la película Reportaje a la Muerte—, el hecho de que los propios amotinados, liderados por Luis García (a) Pilatos, se vieran en la pantalla chica, exaltaba aún más su vesania. En la noche ingresó la policía y balearon a los doce amotinados (ajusticiando, de paso, al famoso pichicatero ‘Mosca Loca’). Nunca más se ha vuelto a televisar en vivo un ‘espectáculo’ como este, a pesar que masacres penitenciarias —llámese El Frontón o la del Lurigancho— han seguido sucediéndose.

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