viernes, 15 de enero de 2016

star wars: episodio oscuro

EPISODIO IV: Hace unas décadas en una ciudad provinciana estrenaron una de las sagas que marcaría a toda una generación. Corría 1978, yo tenía seis años. Recuerdo el aviso a media página de Star Wars en el diario La Industria y a los compañeros del colegio comentando embelesados que habían visto el máximo espectáculo  en la pantalla grande. Yo me lo perdí. Tuve que esperar al año siguiente cuando el recién inaugurado Cine Primavera repuso la película. Junto con mi hermano mayor por primera vez hice cola para ingresar —era tan extensa que me pareció imposible— pero valió la pena. La sala, la única en Trujillo sin mezzanine, era amplia y el despliegue de rayos láser y maquetas de naves espaciales flotando en un cosmos estrellado, superaron con creces mis incipientes —y no muy exigentes— expectativas cinemeras, al punto que luego y por buen tiempo, me aficioné a las películas ambientadas en espacios siderales, hasta que una noche convencimos a mi padre para ver una de ese tipo y me quedé dormido en la butaca. A mis siete años no estaba preparado para ver 2001: A Space Odissey de Kubrick.
 
EPISODIO V: En 1980 vi en el estreno The Empire Strikes Back, la película mejor lograda de Star Wars. El adiestramiento de Luke a cargo de Yoda. La petrificación de Han Solo. La mutilada de mano del prospecto de Jedi. El rechazo a la invitación de formar parte del lado oscuro de la Fuerza. La revelación de paternidad más famosa —e impactante— de la historia del cine (el momento climático de toda la saga completa). Por esas fechas en Decosa Gigante —la juguetería de moda en el Trujillo de ese entonces— importó, no me explicó cómo porque las importaciones estaban vetadas y todos los juguetes eran buenos con B de Basa, el set completo de naves y muñequitos de Star Wars. Como nada se vendía por superado todo ascendía a la astronómica cifra de doscientos mil soles, cifra que la compradora compulsiva de mi madre estuvo dispuesta a desembolsar por mi cumpleaños, pero el Palpatine de mi padre dijo "nones" y por su negación lo más cercano a un objeto que tuve de la franquicia en mi niñez, fue la espada láser que canjeabas con chapitas de Pepsi —que en el Perú informal de ese entonces dudo que pagara regalías— que se malograba apenas se encendía. 
 
EPISODIOS VI, I, II y III: The Return of the Jedi se estrenó en 1983, tenía once años y todos los sábados iba con mis amigos a la función de matinée. Esa semana se estrenó al mismo tiempo Superman III y hubo en el grupo una especie de cisma por elegir cual película ver. Yo me quedé con quienes eligieron ver a Mark Hamill y compañía ponerle punto final —de manera decente— a una trilogía que había dejado su huella con espada láser, convirtiendo a varios en fanáticos y prosélitos cultores. Varios de mis amigos y parientes consideran a Star Wars como el epítome del séptimo arte. Con hinchada tan numerosa y extendida por todo el orbe, George Lucas se demoró bastante —dieciséis años— en elucubrar una precuela. Al igual que dos décadas atrás, vi The Phantom Menace junto con mi hermano mayor —consumado starwarofilo— que a mí no me satisfizo del todo, sea por la cargante presencia de Jar Jar Binks o por no sacar mejor provecho de Darth Maul, un villano que merecía más metraje. Será por eso que tres años más tarde recibí con absoluta indiferencia la llegada de Attack of the Clones, aunado a que en esa época trabajaba en Young & Rubicam y como Tiendas Ripley utilizaba a los personajes para un sin número de catálogos que me quedaba corrigiendo hasta altas horas de la madrugada, terminé cogiéndole antipatía a Hayden Christensen y su pinta de gringo cretino. Años después, cuando vi la película por cable, pude comprobar mis sospechas de que es el punto más bajo y prescindible de la saga. No ocurre lo mismo con Revenge of the Sith, que tampoco vi en el cine, cuya trama oscura, plétora de revanchismos y traiciones,  me resultó siendo una agradable sorpresa, la única de la precuela a la altura de la trilogía original.  
 
EPISODIO VII: En 1979, Walt Disney quiso con The Black Hole tener su propia Star Wars, pero el remedo le salió bastante mediocre. Años después, le compraron a George Lucas los derechos de su creación, sacaron a Mark Hamill y Carrie Fisher de su jubilación y filmaron The Force Awakes que ayer la fui a ver, a casi un mes de su estreno universal, lejos de la batahola mediática y con el gusto de ver una película en una sala a media caña y con menos bocas royendo cancha. Comienza con el  mismo "Hace mucho tiempo en una galaxia lejana..." que se va perdiendo en el horizonte estrellado, informándonos que tres décadas después del triunfo de la Alianza Rebelde, sobre las cenizas del Imperio surge el Primer Orden —utilizando el mismo diseño de naves y trajes de stormtroopers— y ante la traición de uno de los jedis que estaba formando, Luke Skywalker se ha autoexiliado y la Resistencia busca un mapa para saber en qué paraje de la galaxia se encuentra. Aparece el venerable Max Von Sydow y pienso que va a emular a Alec Guinness, pero me equivoco, Kylo Ren, quien toma la posta de Darth Vader y resulta siendo su nieto, lo mata de arranque. Un stormtrooper, el moreno Finn, traiciona a la Primera Orden y ayuda a escapar a uno de los rebeldes. Allí termina la novedad del episodio y comienza un rochoso remake de lo que ahora se conoce como Una nueva Esperanza. Sólo algunas perlas: el planeta Jakku es idéntico al planeta Tatooine, con sus dunas, bares y bichos raros; Rey es la versión femenina de Luke (por lo que es predecible que en la próxima entrega se revele que es su hija o su sobrina); BB-8 usurpa con su presencia a R2D2 que en la original tiene los planos de la Estrella de la Muerte y esta esfera rodante el mapa para localizar a Luke; Han Solo y su inseparable Chewbacca siguen dedicándose a estafar y sus acreedores con ganas de darles vuelta; a la Estrella de la Muerte ya no la llaman 'Estrella' , sino 'Planeta de la Muerte', pero como hay que ser originales, se les ocurre hacerla diez veces más grande, pero provisto con el mismo rayo que destruye planetas en ambas películas; el parricidio de Ben Solo se asemeja al asesinato de Obi-Wan; la destrucción del Planeta de la Muerte —tan vulnerable como siempre— es casi un calco de la filmada hace treinta y ocho años. El solo hecho de hacer pasar por original lo que ya hemos visto, representa, al menos para mí, motivo suficiente para colocar esta película en la cola de la saga. Pero para descalificarla aún más era necesario que Finn, sin ningún tipo de entrenamiento jedi —que a Luke le tomó dos películas y media—, le haga la parada a Kylo Ren, quien al final es fácilmente doblegado por su prima (¿o su hermana?) pero de, eso no rajo mucho pues seguro en el siguiente —y predecible— episodio se oficializará su amnesia y se sabrá que es una  jedi en ciernes. Cuesta creer que Lawrence Kasdan, guionista de The Empire Strikes Back, haya firmado este menjunje. Es seguro que en el siguiente episodio la Creatividad tampoco nos acompañará.                  

0 comentarios: