domingo, 14 de febrero de 2016

preguntas con ritmo (desde chiclayo)

Siempre he profesado —y profesaré— un cariño especial por Chiclayo, tierra de mi esposa y de toda mi familia política y donde hasta hace poco laboré en la Universidad Señor de Sipán donde tuve el placer de compartir con varios colegas y sobre todo con muy buenos estudiantes y futuros colegas con los que espero mantener una buena relación amical, al menos por Facebook, hoy y en el futuro. Lo mejor de Chiclayo es la calidez y calidad de su gente —lo de ‘capital de la amistad’ no es un mito—, su gastronomía —aunque sus mejores restaurantes están en Lambayeque—, las playas de Puerto Eten y Pimentel, que como balneario es mucho más bonito que Huanchaco, sin embargo, como todo el Perú, tiene sus defectos como la suciedad, el descuido en sus calles y casas, el desorden vehicular y el aroma de tecnocumbia que se inhala y se transpira, como una sustancia tóxica y pegajosa que parece impregnada por todas partes. Chiclayo es una ciudad con banda sonora, que ha dejado de lado el amistoso: “donde todos parecen hermanos...” por los éxitos del Grupo 5 o los Hermanos Yaipén.
 
En los dos años que dicté clases en esos lares, pocos han sido los alumnos que conservan temas rocanroleros almacenados en sus celulares. Arnold Regalado es uno de ellos, una rara avis que gusta del blues y del rock clásico. Mi querida Erika Cruz era otra, fanática de los Artic Monkeys. Arnold me contactó el sábado pasado con una batería de preguntas relacionadas a este asunto, las cuales, me asegura, servirán como ingredientes para su tesis.
 
“Recuerda cuáles fueron las radios trujillanas más sintonizadas en las décadas de 1970-1980-1990?” “¿Por qué no te enfocas en las radios chiclayanas?”, retruqué, intentando que se centre en un solo espacio geográfico-histórico, me responde con su ímpetu juvenil que su deseo es abarcar este fenómeno radiofónico desde Piura hasta Chimbote. Como no tengo intenciones de desanimarlo —y si investiga lo suficiente puede salirle un interesante estudio sobre el tema— le respondo. “En la década de 1970 todas las radioemisoras eran en Amplitud Modulada. Radio Trujillo y Radio Libertad, las más antiguas, se enfocaban en noticias, boleros y música criolla. Las sintonizadas por la juventud eran Radio Universo y Radio Heroica —1210 y 1410 en el dial, respectivamente— que pasaban los temas de moda en español, sea de Camilo Sesto o de Los Iracundos, y las de inglés. Recuerdo nítidamente las canciones Disco de Donna Summer o de Tina Charles o el soundtrack de Saturday Night Fever. Recuerdo otras estaciones de música juvenil como Mi Nueva Radio, Primavera o Indoamérica, pero su presencia fue más efímera. En la década de 1980 irrumpe con fuerza la Frecuencia Modulada y cuyo contenido era básicamente música juvenil: baladas y pop en inglés. Aparecen Fm96, que subsiste hasta hoy, Señorial, Panamericana (en versión regional, con locutores regionales y contenido rock & pop) y posteriormente, presumo con licencia pirata, Mundial, Antena Uno, Doble 9 (que no tenía nada que ver con la radio limeña), etc. La AM todavía gozaba de buena sintonía, Heroica compartía su popularidad con Radio Star, esta última netamente juvenil que luego se mudaría a la FM, hecho que creó yo, sentenció la audiencia de la AM en Trujillo. En la década de 1990, Panamericana cierra su estación regional y se convierte en la primera radio satelital juvenil del país, es decir, en la primera en transmitir música en todo el Perú desde la ciudad de Lima. Su contenido todavía era en rock —con excelentes programas como ‘Ciudad de Negro’ y ‘Los Dinosaurios’— y eso animó la llegada de otras radios limeñas como Studio92, 1160, Carolina, etc. Varias estaciones trujillanas desaparecieron o cedieron su dial a las señales capitalinas. El hecho de que Panamericana —la radio que dictaba la moda en todo el país— dejara de transmitir rock & pop y se decantara por la salsa, cambió radicalmente los gustos de la radiofonía nacional. La música en inglés cedió enormes espacios a los ritmos latinos y el rock quedó prácticamente encerrado en un ghetto. La única radio que enarboló la bandera del rocanrol en Trujillo fue Antena Norte, hasta que desapareció a fines de esa década por inanición publicitaria”.
 
“¿Cómo eran las letras de las canciones de años atrás, comparadas a las que se componen hoy?” Sospecho que este tema es el que verdaderamente le interesa a Arnold y lamento darle una respuesta que quizá lo desaliente. “Opino que no hay grandes diferencias en cuanto a temática. Siempre han existido canciones cursis y canciones de contenido, incluso hoy, lo que sucede es que las bandas y cantautores que hacen por decir títulos más reflexivos, son menos conocidos o no tienen la difusión que se merecen. En realidad, considero que este tipo de música nunca ha tenido acogida o ha gozado de las preferencias de las mayorías, siempre han sido cantantes de culto o seguidos por grupos selectos. O, en todo caso, se difundían de ellos las canciones más sencillas o ‘comerciales’. De Lennon, por ejemplo, podíamos escuchar Woman o Just Like Starting Over, muy ocasionalmente Imagine y nunca un temón como Working Class Hero.
 
“¿Cómo era el comportamiento de los jóvenes cuando escuchaban las canciones hace veinte o treinta años atrás, si los comparamos con los de la sociedad actual?” Aquí si agarra carne. “La música no ha cambiado mucho, pero sí la juventud que adolece de un vacío ideológico justamente por la obsolescencia de muchas doctrinas tras la caída del muro de Berlín. Los jóvenes de hoy son más pragmáticos, hedonistas y descomprometidos, por ende el tipo de música que consumen guarda con ellos similitud con sus deseos y expectativas de vida. La juventud de hace cuarenta o cincuenta años atrás estaba más interesada en la realidad que los rodeaba y buscaban músicos que los representaran y formaran parte de sus vidas, incluso formaban comunidades alrededor del tipo de género como los ‘rockers’, ‘mods’, ‘hippies’, ‘punkies’, ‘metaleros’, ‘rastas’, etc. Ojo que los jóvenes de hoy siguen utilizando la música con fines tribales, allí tenemos a las comunidades de ‘emos’, del ‘hip-hop’ y del propio ‘reggaetón’, que guardan y se relacionan con sus propios códigos culturales”.     
 
“¿Por qué la juventud de hoy prefiere escuchar canciones relacionadas al sexo antes que a las que cuentan una historia de amor?” “No estoy de acuerdo contigo. Si bien estamos inmersos en una cultura que rinde pleitesía al sexo como máximo fin y tenemos canciones sexualmente explícitas —como Travesuras de Nicky Jam o Propuesta indecente de Romeo Santos—, el amor sigue siendo el principal leit motiv de canciones, películas, novelas, etc. Ahora, el sexo siempre ha estado presente en el rock and roll, medio camuflados en los tiempos de Chuck Berry hasta más explícito con Kiss o AC/DC. Sucede que como el 99% de los radioyentes nacionales sabe poco o nada del inglés, uno tarareaba las letras sin entender qué carajo significaban. Imagina el escándalo que ocasionaría en todo el mundo la propagación de un tema tan erótico como Je t’aime moi non plus de Serge Gainsbourg y Jane Birkin ¡en pleno 1969! En la década de 1980 se puso de moda la llamada salsa ‘sensual’ con temas como Desnúdate, mujer de Frankie Ruiz, Aquel viejo motel de Eddie Santiago o La cita de Galy Galiano. En 1986, Los Violadores cantaban: “éxtasis, lujuria y placer, llevo marcados en mi piel”, Amistades Peligrosas en 1991: “hoy voy a ir al grano, te voy a meter mano” y Luis Eduardo Aute en 2001: con Mojándolo todo. El reggaetón de hoy no enciende nada nuevo”.          

0 comentarios: