sábado, 9 de abril de 2016

diez candidatos, este 10 de abril

Dentro de unas horas iremos a las ánforas a decidir quién será inquilino del sillón de Pizarro de aquí al bicentenario. Bajo riesgo de ser multado por publicar en este blog comentarios políticos en fecha prohibida —a la par que el activismo sigue fuerte en Facebook—, realizaré un análisis personalísimo de las diez —antes diecinueve— candidaturas que quedan en carrera en estas elecciones que vuelven a caracterizarse por las irregularidades, ataques personales y pobreza de ideas.

BARNECHEA: Parece sacado de otro tiempo, de otro espacio histórico, al igual que Acción Popular, el partido por el que postula. Asoma como un hombre ilustrado, consciente —al menos en teoría— de la problemática nacional. Su defecto es ese ventarrón soberbio y aristocrático que instintivamente le impide aceptar sombreros, ponchos, chicharrones al paso, que no saluda a candidatas a la presidencia y que le parecen los mercados populares unos “sitios de mierda”. Comparte el mismo target electoral que PPK. Es probable que el canibalismo de votos entre ambos termine favoreciendo a Mendoza.
FLORES-ARAOZ: Político de trayectoria impecable, sin anticuchos judiciales, identificado con el PPC cuando era el PPC. Hoy un desconocido ilustre de la gran masa. A pesar de los esfuerzos de Canal 11 y su propietario Ricardo Belmont —su aliado estratégico, tras coquetear en menos de un par de meses con Castillo y luego con Reggiardo—, lo más seguro es que se ubique en el noveno lugar tras el conteo, poniendo, por su edad avanzada, punto final a sus aspiraciones políticas.    
FUJIMORI: Cuenta con amplia aceptación en todos los sectores socioeconómicos —ricos y pobres—, treinta por ciento según todas las encuestas, voto ‘duro’ de muchas personas que piensan que Fujimori papá —con corrupción, robo de 6 mil millones de dólares, Montesinos y violación de Derechos Humanos— es lo mejor que le ha pasado al país. Creen que la hijita nos transportará a la década de 1990, años dorados en que primó el orden a costa de la represión, pisoteando la institucionalidad y la democracia. No les interesa que Keiko y su consorte nunca hayan trabajado, que sus ingresos provengan de oscuras empresas off shore, que su labor como congresista haya sido discreta, que su campaña millonaria —la más costosa de quienes están en carrera— no puede financiarse con coctelitos como ellos alegan. Clasificada de antemano a Segunda Vuelta, sus posibilidades pasan porque clasifique también la alternativa de izquierda. Si este 2016, con la mesa tan servidita, no logra ser presidenta, no lo será nunca. 
GARCÍA: Su segundo gobierno no fue malo, redujo la pobreza a 22%, pero fue anodino, poco memorable, salvo el Baguazo y la vergüenza de los Petroaudios que confirmó la creencia popular que administración aprista es sinónimo de corrupción. Alan cuenta con un 80% de rechazo imposible de revertir. Parece que a la imagen mancillada del paquidérmico candidato —narcoindultos y otras perlas—, hay que agregarle que pocos creen en su floro engominado y que las grandes mayorías no desean saber nada con “la experiencia” o “el voto seguro”. Buscan más bien caras nuevas —decentes— en política y en esa novedad —creyó que la hacía enrolando a Mario Hart en sus mítines— ni él, ni sus correligionarios, ni Lourdes Flores, encajan.
HILARIO: Relleno de la cédula de sufragio, aventurero improbable de convertirse en outsider, es fijo a ocupar la décima posición de los diez postulantes. Recordaré su paso por este proceso por su enfrentamiento con Keiko en el debate, desfigurando su serena postura, sacando la intolerancia heredada de su padre, al considerar “una falta de respeto” que le preguntaran: “¿Por qué votar por la hija de quien es considerado el presidente más corrupto de la historia del Perú?”
KUCZYNSKI: Si gozara de la frescura de las pasadas elecciones, estaría fijo en Segunda Vuelta. Es el postulante más técnico, con ideas claras para reactivar el país, a pesar que no goza con la simpatía de la mayoría que lo ve como un gringo lobista, preocupado en defender primero los intereses de las transnacionales antes que los del Perú. Particularmente, pienso que por su edad avanzada, por su solvencia económica y por ser amigo de alguien como Mick Jagger —con quien cenó previo al concierto de los Stones en Ate—, su principal ambición debe ser pasar a la historia como un gran estadista, quien puso los pilares de la modernización a la que todos aspiramos. Al igual que en 2011, en Primera Vuelta, pienso votar por él. 
MENDOZA: Aglutinar el voto de la izquierda haría posible que el escenario en el siguiente episodio sea por primera vez entre dos mujeres y dos posturas ideológicas opuestas: el neoliberalismo versus el socialismo, lo cual polarizaría el país incluso después que finalicen las elecciones, gane quien gane. Veronika me simpatiza. Me transmite honestidad, transparencia, a la vez que idealismo y mucha ingenuidad, propia de su corta edad e inexperiencia. Su discurso velasquista, similar al de Ollanta en 2006, puede alcanzarle para llegar a la Segunda Vuelta, pero no para convertirse en presidenta. Si aprende a moderar su discurso, se acerca más al centro y se saca de encima a Arana, los presuntos terrucos y otros indeseables, podría convertirse en la opción para el 2021.
OLIVERA: Decirle en el debate sus verdades a García, frente a millones de televidentes, le dio un soplo de protagonismo que le era ajeno desde los días en que usaba barba y no peinaba canas. No obstante, debe mantenerse en el rubro ‘otros’, sin ir más allá del octavo lugar, aspirando en un futuro no lejano a convertirse en contralor de la república, siempre y cuando se imponga un régimen democrático y no uno extremista.  
SANTOS: Sólo en el Perú puede permitirse que postule un encarcelado —no sentenciado—, acusado de enriquecimiento ilícito. Su discurso —arenga— parece más rojo y radical que el de la candidata del Frente Amplio, garantizándole un par de puntos porcentuales entre los antimineros y sindicalistas de Cajamarca y del sur del país. Par de puntos que podrían ser los que Vero necesite para alcanzar la Segunda Vuelta.
TOLEDO: Debo admitir que el cholo con reputación de beodo, juerguero, pipiléptico y coquero, me cae bien. Considero que su gobierno ha sido el mejor que me ha tocado vivir, reconociéndole la habilidad de rodearse con personalidades y tecnócratas que impulsaron el crecimiento económico y social. En este proceso —y en el anterior— su mala fama pesa en la opinión pública, por lo cual, me imagino que después de esta experiencia se retirará a sus cuarteles de invierno en Punta Sal o en alguna propiedad financiada por Ecoteva.

2 comentarios:

Necia dijo...

ayayayay contigo, fierro! presidente, no presidenta, ¿de dónde me sales con eso de presidenta? qué barbaridad! hay que mandarte a la escuela primaria para que aprendas. apuesto que dices miopa en vez de miope también. o testiga en lugar de testigo jajajaja

y bueee... ya sabes que yo con la derecha nada, pero a la hora de los loros, terminé votando por ppkk en la segunda vuelta y ahora sin fumar (odio a los fumadores!) espero el conteo de los votos al 100% para poder dormir tranquila sin los fujimoris en palacio de gobierno

gusto en leerte a los años...

Alfieri Díaz Arias dijo...

Querida Necia:

Dictar clases en tantas universidades y los estudios del doctorado generaron que por tiempo prolongado no visite mi blog y darme con la sorpresa de tu reencuentro. Por mucho tiempo renegué de la palabra 'presidenta'. Incluso en un post de principios de 2011 donde comentaba la renuncia de la hoy segunda 'vicepresidenta' Meche Araoz a candidatear por el aprismo me burlaba del uso de esta derivación femenina, pero hace poco vi que la RAE acepta la palabra, con lo cual todo mi purismo idiomático se me fue al tacho. Y para que me odies más porque yo sí me confieso fumador un ejemplo del uso correcto de la palabra en la siguiente expresión: "En tierra de necios, la Necia sería la presidenta".

Besos.