miércoles, 21 de marzo de 2018

ppk y sus idus de marzo

Pedro Pablo Kuczynski sobrevivió al proceso de vacancia en diciembre y tras indultar a Alberto Fujimori publiqué un post titulado divide et impera, comparándolo con Julio César al conseguir no solamente quedarse en su puesto, si no fraccionar al partido de sus principales enemigos. No calculé que apenas a los tres meses, a fines de este estío más frío que lo usual, que el presidente iba a terminar renunciando pasados los idus de marzo, evitando emularse como el dictador romano, quien acabó de varios cuchillazos en el Senado al no presentarse en el Parlamento donde iban a despedazar su cadáver político. Hoy que es un día triste —otro más en la historia de la infamia del Perú— saco algunas reflexiones que ojalá sirvan de lecciones para las futuras jornadas electorales.

Reiterado mea culpa. Ya lo escribí antes. Votar por PPK con verdadero entusiasmo en Primera y Segunda Vuelta, seducido por sus pergaminos académicos y familiares (que sea pariente de Jean-Luc Godard, a quien quizá no conoce, pesaba en mí decisión), fue un grosero error de mi parte, haciendo caso omiso a su larga trayectoria como lobista (desde la infausta Página 11). Me queda claro que uno no debe sufragar sólo por simpatías. El voto consciente debe pasar por una mejor evaluación de pros y contras de cada candidato, siendo el requisito fundamental la probidad, aunque parezca difícil de encontrar.

La obstinación de PPK a aferrarse del sillón presidencial me parece que más por amor o genuino servicio al país se debió a la posibilidad de verse en un callejón sin salida y terminar sus días tras las rejas. Ahora que está desprovisto de la inmunidad, más temprano que tarde terminará haciéndole la taba a Humala y Toledo (si consiguen extraditarlo). Triste destino para alguien que creímos un ‘Presidente de lujo’.

No quedan dudas que PPK es mitómano, pero las veces que ha sido interrogado, habla con un convencimiento absoluto de su inocencia que me hace pensar que él no cree que sea pecado recibir dinero por lo bajo, lo que lo convierte en un sujeto no que sufre de incapacidad moral, como cacarean los fujimoristas, si no de una capacidad amoral que no le permite distinguir lo ilícito de su proceder. Lo más peligroso es que gran parte de nuestra clase política padece de esa misma amoralidad que veo bien acendrada en las nuevas generaciones, formados en hogares y universidades donde pasan por alto inculcar en ética y valores. Bajo esta premisa, los políticos del mañana van a ser peores que quienes los preceden, al menos que aprendamos a corregir esta deformación en el vientre de los partidos o movimientos políticos.

Kenji Fujimori es uno de esos políticos deformados de nacimiento. En su corto protagonismo durante el régimen de PPK se granjeó simpatías a través de sus continuos desplantes a la bancada de su hermana y a sus memes utilizando —sin pagar derechos— a The Avengers, como de inmediato se conoció a los fujimoristas disidentes. El mismo día que dio a conocer su movimiento Cambio 21 —calco de Cambio 90— estallaron los ‘kenjivideos’ que terminaron aplastando la escasa credibilidad del presidente y, de paso, trayéndose abajo su futuro presidenciable. Menos mal. Un Fujimori menos. De hecho el menos inteligente y por ende el menos peligroso. Tras abrirle proceso, lo más seguro que él y dos de sus secuaces sean expectorados del Congreso y los tres accesitarios que los reemplacen vitalizarán a Fuerza Popular. Como dicen por allí, en una pestañada Cambio 21 se convirtió en Cambio y Fuera

Si bien la gran mayoría de los ciento treinta congresistas han hecho del Poder Legislativo una cloaca y merecerían que se jale la palanca, apostar por el que se vayan todos es un disparate por tres motivos. Uno, tenemos vicepresidente y según la Constitución Martín Vizcarra debe asumir a la máxima magistratura apenas se le acepte la renuncia a Kuczynski. Dos, carecemos en banca de una clase política lo suficientemente preparada para reemplazar a quienes hoy nos gobiernan y lo más seguro que los suplentes terminen jugándole peor al Perú que los titulares. Aguantemos mejor estos tres años y medio que restan para el 2021 y roguemos que a quienes elijamos para esa fecha tengan al menos un poquito de amor por este país y su gente. Tres, tengo la impresión que en el caso Odebrecht estamos viendo todavía la punta del iceberg y se corre el riesgo de si se adelantan las elecciones elijamos a los corruptos de siempre y les otorguemos inmunidad por cinco años más. Así que antes de tomar decisiones precipitadas, tapémonos las narices y aguantemos a Becerril-Salaverry-Salgado y compañía el tiempo que les resta.  

1 comentarios:

Politicamente Incorrecto dijo...

Buen análisis, sin embargo yo no sepultaría tan rápido a Kenyi Fujimori, sin duda será desaforado del parlamento, pero no es seguro que vaya preso.
La política peruana, ha demostrado más de una vez, que acá los "muertos" políticos no existen, además aún falta mucho hasta 2021 y para entonces nuestro "erudito electorado" facilmente puede pasar esto por agua tibia. Saludos