A estas
horas de la noche, Pedro Castillo podría seguir siendo presidente. En el
Congreso se seguiría debatiendo sobre la vacancia y lo más seguro es que los
vacadores no habrían alcanzado los ochenta y siete votos con lo que su
presidencia estaría segura hasta por lo menos a fin de año.
En mi vida he presenciado
solamente dos golpes (autogolpes) de Estado. El primero lo organizó un chino y
se mantuvo en el poder ocho años. El segundo lo ejecutó un chotano y duró menos
de dos horas. Por experiencia, los golpes deben hacerse entre gallos y
medianoche y, sobre todo, contar con el apoyo de las Fuerzas Armadas y en la
madrugada tomar por asalto con tanques el Parlamento, instituciones públicas y
los medios incómodos de comunicación. Pedro Castillo se lanzó a una piscina sin
agua. A que golpista, en su sano juicio, se le ocurre patear el tablero sin
tener el mínimo apoyo de los milicos. Imagino que ver la guadaña acercarse
puede hacer que realices actos desesperados, casi suicidas, al punto de perder
contacto con la realidad. Esta torpe intentona es el colofón exacto de un
gobierno irreal, de un régimen que parece no haber tenido noción de lo que
estaba bien o mal y que no tenía una mínima idea de como carajo hacer las
cosas. Un presidente que nunca supo gobernar, mandar, ordenar, gestionar,
robar, mentir, estafar. Un maestro sindicalista que nunca supo hacer nada.
Si trasladamos el escenario al
ajedrez, diría que hasta mediados de noviembre la partida estaba en tablas. El
vacado había construido una coraza —una concha tremenda— para que le
resbalen todas las acusaciones, indicios y las seis carpetas abiertas por el
Ministerio Público y nada le afectaba. Incluso logró levantar un poco en las
encuestas (25% de la población). El apoyo de las bancadas de izquierda y los
congresistas comprados hacían del Congreso un enemigo inocuo, enclenque, estéril.
El error grosero fue intentar un jaque mate con la primera denegación de
confianza, un movimiento que le costó la ‘reina’ pero no el juego. Hoy el ‘rey’
se lanzó sólo, sin alfiles, caballos y una sola torre (Aníbal Torres) y perdió.
Felizmente para el país fue bruto para defenderse. Pudimos quedarnos con esta
bestia hasta el 2026.
Pedro Castillo ya fue. Él y su
entorno se pudrirán en la cárcel y caerán en el olvido. No sabremos más de
Aníbal Torres, Betsy Chávez, Salas, Chero, Sánchez, Wibertos y demás mamertos.
Dina Boluarte —primera flamante presidenta de la República del Perú y
también del Perú antiguo porque mujer poderosa sólo tengo registro de la Dama
de Cao— vendrá con sus propios lambiscones y veremos las mismas raterías, pero
con otros nombres. El cúmulo de babosadas que parecían en su momento obedecer a
una estrategia de desgobierno y desmantelamiento del país, no quedan dudas
ahora que se trataba a improvisación, dejadez y profunda ignorancia.
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