Desde la época de Nicolás Delfino —quizá desde más atrás— la actividad de la Federación Peruana de Fútbol ha marchado acorde a los resultados obtenidos por la selección, es decir, somos perdedores tanto en la cancha como en la mesa. Luego que la añeja CSF —hoy Conmebol— se mudara de Lima a Asunción —no se vislumbra todavía el nombre que reemplazará al renunciante Nicolás Leoz— nuestro peso dirigencial ha sido nulo. Es como si las demás Asociaciones y Federaciones de esta parte del continente nos pasaran factura por los tejes y manejes de Teófilo Salinas al mando de la Confederación y que curiosamente fueron los años en que el balompié peruano alcanzó su máxima expresión.
La administración de Manuel Burga —enquistado en el sillón desde 2001— es tan mala como sus predecesoras, acumuladora de magros resultados. Hace unos días se le ha sumado otra batahola de críticas: conseguirle a la selección ‘sparrings’ de juego discreto para los partidos de preparación. Los detractores citan como ejemplo a Ecuador —próximo rival en las Eliminatorias— en cuyas últimas presentaciones venció a Portugal 3-2 y cayó con Alemania 4-2. Perú en cambio, venció 3-0 a Trinidad y Tobago con tantos de Reyna, Hurtado y Christofer Gonzales, igualó 0-0 con México y doblegó a Panamá 2-1 con tantos de Reyna y Benavente (ninguno de estos jugadores es todos los jugadores es titular en la selección). Mientras los ecuatorianos enfrentaron a verdaderas potencias mundiales, Perú chocó con equipos de la Concacaf que hace unas décadas descubrieron que la pelota de fútbol era redonda.
No obstante, vale reconocer que enfrentar a la blanquirroja tampoco es muy apetecible para los países de primer nivel. 31 años de ausencia mundialista juegan en nuestra contra y en los rankings internacionales de la FIFA —que no los comprende nadie— nos disputamos con Bolivia el penúltimo peldaño de América del Sur.
La última vez que enfrentamos a una nación europea fue en 2011 cuando igualamos 0-0 con la República Checa. En mayo de 2008, enfrentamos a España en el mismo año que se coronaron campeones de la Eurocopa y nosotros —entrenados por Chemo del Solar— nos preparábamos para quedar últimos en las Eliminatorias. Igualábamos hasta el minuto 92 cuando Capdevilla superó la marca de Villalta y nos borró la ilusión de un empate meritorio, venciéndonos 2-1, el mismo score de hace cuatro años atrás cuando también fuimos de visita a la Madre Patria (en 1960 los enfrentamos en Lima y caímos 3-1 con goles de Di Stéfano y doblete de Luis Suárez).
En la era de Oblitas en la década de 1990 nos tocó perder con Dinamarca 2-1 y Holanda 2-0 de visita. En la era de Tim —y por obligación contractual con Panamericana TV— Perú se sometió a una gira extenuante donde venció a Hungría 2-1, a Francia (de mi ídolo Platini) 1-0 y a Rumania 2-0 (de ahí que los jugadores llegaran macheteados a España '82). En la era de Marcos Calderón, como preparación a la Copa de Argentina '78 derrotamos 3-2 a Hungría y caímos 3-1 contra Polonia. En 1972, dirigidos por el húngaro Lajos Barotti, disputamos cuatro partidos en el Viejo Continente, perdimos tres (frente a la Unión Soviética, Escocia y Holanda) e igualamos uno (frente a Rumania). En 1970, como preparación al Mundial de México, jugamos con tres países de la Cortina de Hierro, también clasificados para la justa mundialista: Rumania, Unión Soviética y Bulgaria (a quienes derrotaríamos 3-2 en la Copa). Si queremos hacer más arqueología pelotera, encontraremos que nuestro primer rival europeo fue Inglaterra a quienes goleamos 4-1 en Lima en 1959. Tres años después, los ingleses volverían a visitarnos y se cobrarían la revancha goleándonos 4-0.
Perú en la actualidad no está en la agenda de ninguna selección europea que se respete. Si nos movemos quizá por ahí nos ligue una pichanga con Moldavia, San Marino o las Islas Feroe. Y sin embargo pienso que eso no nos resulta tan contraproducente. Mientras otras selecciones sudacas se dan el gusto de medir fuerzas contra países ‘top’, considero prudente que Perú lo haga contra quienes están en su mismo nivel y cuyo resultado puede ser más útil para sacar conclusiones e intentar corregir nuestras deficiencias incorregibles. Si en vez de Panamá nos hubiera tocado Alemania, era probable que nos llenaran la canasta y nos quedáramos con la sensación de lo malos que somos, quedando desmoralizados previo a un partido oficial.
Ahora, tampoco digamos que los panameños son unos ‘paquetes’ —actualmente lideran la tabla del hexagonal de la Concacaf— y esta selección alterna de Perú demostró que mocosos como Benavente, Reyna y Carrillo (como volante) no les pesa la camiseta y pueden ser figuras de recambio en los partidos que se nos viene frente a Ecuador —a quienes no les ganamos por Eliminatorias desde 1977— y Colombia. Este viernes debemos salir a cortar la mala racha. Es una cuestión de dignidad nacional.
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