sábado, 2 de noviembre de 2024

paul: got back

El pasado 27 de octubre cumplí una de mis metas. Ver a un beatle en vivo. Algo que ya había desistido de alcanzar. No conseguí entradas cuando se pusieron en preventa en mayo.  Era viernes 25 y sólo pensaba con cumplir con mi apretada jornada laboral. El mensaje por WhatsApp de Pepo Rodríguez informándome que todavía quedaban entradas a la venta en Teleticket hizo que mandara todas mis obligaciones al carajo y fuera al encuentro del mejor amigo de mi ídolo máximo. Asegurada mi entrada y la de mi esposa y la de mi primogénito porque nada mejor que una locura en familia, nos embarcamos el sábado y arribamos a Lima el domingo por la mañana. con el cuerpo molido por la incomodidad y porque el pasajero de adelante roncaba en mis orejas. No importa. Ya en otro plano existencial habrá oportunidad de descansar.

Mi familia y yo nos alojamos en el departamento de mi hermana, cerca de Larco Mar, donde fuimos a almorzar. Todos tenían hambre. Mi hermana comete la imprudencia de comentar que el hotel donde se aloja McCartney, el Miraflores Park Hotel, dista a sólo cuatro cuadras y como yo tenía hambre de Paul donde se congregaba una centena de fanáticos de todas las edades con pancartas con el consabido 'I Love You Paul' de la época dorada de la beatlemania. Aguardamos un buen rato a que el bajista zurdo se asomara. Hubiera esperado como tantos a que abordara el vehículo que lo trasladaría al concierto, pero las miradas hambrientas de mi familia me hicieron desistir. Ya no habría más que postergar el encuentro por unas horas más.

Tras almorzar, salimos rumbo al Estadio Nacional a golpe de seis de la tarde. Tomamos el Metropolitano y viajamos apretados como sardina. Mi familia me miraba mal. Por ser domingo hubiéramos tomado taxi y llegado en un tiempo similar. Nuestras entradas eran en Occidente Baja y tuvimos que caminar hasta la Avenida Petit Thouars. Había vendedores de polos, afiches y banderines por todas partes. Me arrepiento no haberme detenido un momento de no adquirir un polo con la carátula del Revolver estampado. Nos topamos con un guitarrista callejero tocando And I Love Her a cambio de monedas y una pareja de bailarines, ataviados como jóvenes de otro tiempo, bailando I Saw Her Standing There, dos temas que Paul esa noche no iba a tocar.  

Ingresamos al Estadio a golpe de siete cuando bien habríamos hecho en entrar a las ocho y quedarnos afuera, en las inmediaciones donde se disfrutaba de un ambiente más de concierto. Pasadas las ocho, tuvieron los organizadores el tino de poner las principales canciones de The Beatles, siendo Help! la que más encendió al público en una espera que se hacía interminable. Lejos de hacer gala de la puntualidad de los británicos, a golpe de nueve y cuarto las dos pantallas laterales mostraron un larguísimo video que en forma de cascada mostraba la lejana infancia de Paul en Liverpool, sus etapas en The Beatles y las posteriores cinco décadas como solista. Muy bonito y con muchos simbolismos, pero pienso que muy extenso y poco apropiado para que una audiencia ansiosa lo pudiera disfrutar. El video se detiene y se escuchan los acordes finales de A Day in the Life. Aparece la imagen de su emblemático bajo Höfner y se escucha una versión de: ...And in the end, the love you take is equal to the love you make... la frase de la última canción con la culminaría su presentación.  

Las luces se encienden y el beatle hace su ingreso. Saluda con el puño alzado y luego todo se apaga. En esa penumbra puede escucharse nítidamente al baterista Abe Laboriel tocar las baquetas para que principie el concierto con A Hard Day's Night, tema que irremediablemente nos transporta a seis décadas atrás, a la película y a los dibujos animados producidos por Al Brodax. Siguió Junior's Farm donde siguiendo las indicaciones de Radio Oxígeno, auspiciadora del evento, los celulares de las tribunas Occidente y Oriente utilizaron un filtro para emitir una luz roja que, combinada a la luz blanca de la tribuna Norte formó la bandera del Perú, pero de ese gesto McCartney ni se inmutó.    

"Buenas noches, causas", saludó. El primero de los peruanismos que memorizó previó al concierto. En Letting Go, llamó la atención ver a los instrumentistas de vientos tocando desde las tribunas en vez del escenario. Al finalizar, manifestó en castellano: "estoy muy feliz de estar acá de nuevo", aludiendo a los anteriores tocadas en Lima del 2011 y 2014. "Voy a tratar de hablar un poquito de español", dijo antes de volver a The Beatles con Drive my Car y Got to Get You Into my Life, canción que Alfi reconoció por la película de los Minions. 

Come On to Me es de esas canciones que pareces haber escuchado de toda la vida, pero no es del 2018 y bien merecería una mayor difusión en radios como Oxígeno que han estancado la música en el tiempo. Después de esa canción, el viejito de ochenta y dos años se despojó del saco y me preocupé porque le fuera a caer mal el frío limeño de octubre, todavía no caía en cuenta que estaba mucho más vigoroso que yo a mis cincuenta y dos. Dejó el Höfner y tomó por primera vez la guitarra para tocar la canción que más me gusta de su etapa solista: Let Me Roll It, título con un tremendo riff y cambios de ritmo permanentes en su estructura que me gustaría en otro universo que formase parte del repertorio de The Beatles, en el Abbey Road en vez de Maxwell's Silver Hammer. "I can't tell you how I feel, my heart is like a wheel..." Al final y con la misma energía eléctrica, empalmó con su tributo a Jimi Hendrix haciendo el punteo de Foxy Lady.   

Getting Better es uno de los títulos que menos me atrae del Sgt. Peppers. Son pocos, en general, los surcos de este disco que me agradan y me parece desproporcionado que lo califiquen como el mejor que produjeron los 'fab four'. Efecto de un reloj y continúa la marcial Let'em In y posteriormente My Valentine que la compuso a Nancy Shevell, su tercera esposa, anunciando que ella se encontraba presente entre nosotros en ese concierto. Una balada empalagosa, muy a lo McCartney, necesitaba del tremendo riff de piano de Ninteen Hundred and Eighty Five para volver a encender a la audiencia y proseguir, exigiéndole a su octogenaria garganta, su destacable Maybe I'm Amazed, su primera gran canción como solista.  

I've Just Seen a Face es uno de los temas más hermosos y menos conocidos de The Beatles. A ritmo de guitarras country, en la pantalla se proyectaron una especie de grafitis con los nombres de varias bandas como The Who, The Kinks, Manfred Mann, Herman Hermits, Chuck Berry o Thin Lizzy. No llama la atención las que están, si no las que debieron estar. De ahí McCartney nos pidió que nos remontáramos hace mucho tiempo, hacia el norte de Inglaterra, en el puerto de Liverpool, donde cuatro muchachos grabaron en un disco la primera canción de The Beatles: In Spite of All the Danger, un temazo que nunca comprendí por qué en los años venideros no volvieron a grabar. Supongo porque sonaba a muy 1950 y ya eran otros ritmos los que mandaban en la otra década. De allí mencionó la canción que George Martin seleccionó para ser el primer single de la banda: Love Me Do y cuando el efecto de la nostalgia volvía a su apogeo, nos regresó a la actualidad con Dance Tonight, un título de 2007.  

Sin el acompañamiento de su grupo y con un fondo estrellado en las pantallas, Paul tocó con la guitarra acústica el pájaro negro del álbum blanco: Blackbird singing in the dead of night. Y solo con ese mismo instrumento cantó Here Today, compuesto en 1982 "para mi pataza John", donde expresa cuánto ama y extraña al amigo que hacía poco más de un año un tal Chapman había acribillado a balazos. Justo por estos días he visionado en YouTube un corto animado en stop-motion, made in Perú, homónima de esa tonada y que a pesar de sus falencias (como que los muñecos no muevan la boca), vale la pena rescatar porque se nota que está producida con bastante sentimiento.

Sentado en un clavicordio de diseño psicodélico, siguió con Now and Then, tal como se lanzó oficialmente en 2023 (hace un año desde que escribo estas líneas). De allí tocó New de 2013 y volvió a The Beatles de 1967 con Lady Madonna, una canción que para mí se echa a perder por su tono caricaturesco. De allí volamos con Jet a 1973, el tercero de los cuatro títulos que tocó esa noche y que provienen del Band on the Run, su mejor trabajo como solista.     

Del amplísimo repertorio de Lennon, Paul eligió cantar Being for the Benefit of Mr. Kite, seguro porque representa muy bien la atmósfera circense del Sgt. Peppers, el considerado primer disco conceptual de la historia y el disco favorito de McCartney de The Beatles (de Lennon era el Álbum Blanco, de Starkey el Abbey Road y de Harrison el Rubber Soul). De allí tomó un ukelele y nos obsequió una versión de Something, "de mi hermano George", que comienza muy ligera e inocua, pero a medida que se torna fiel a la original, aunado a las imágenes de confraternidad de los mejores tiempos de los 'fab four', no pude evitar que las lágrimas corrieran libres al ritmo de: You're asking me, will me love grow? I don't know, I don't know... Sabía que me iba a quebrar en algún momento. Creí que en Golden Slumbers, pero la emoción me traicionó antes.

Ob-la-di Ob-la-da, "una de las canciones para abuelitas" según John, me dio los bríos para reponerme y prepararme para algo más de mi gusto como Band on the Run ("vendo turrón" y en octubre). Siguió Get Back y volvió a apaciguar el ambiente al sentarse al piano y tocar Let it Be, mi tema favorito de Paul con The Beatles. El momento más espectacular llegó con Live and Let Die, por los fuegos artificiales, lanza llamas en el escenario, juego de luces y las imágenes en la pantalla del centro de Londres en pedazos. El estruendo de la última explosión nos preocupó porque vimos al viejito taparse los oídos, una pequeña broma que sirvió como preludio a Hey Jude, una buena canción que para mi gusto ha sido muy sobre expuesta por los gustos de la masa, algo así como I Want to Break Free de Queen. Como era de esperarse, el público la 'nanaraneó' a su regalado gusto, sobre todo cuando el compositor que le dio lástima el hijo de Lennon hizo cantar a los chicos y luego a las chicas, "a las mamacitas", trazando curvilíneas con sus manos. Fue el momento del concierto que Claudia y Alfi disfrutaron más.  

Cuando McCartney dijo "ya me quito, chaufa", el concierto ingresó en su momento culminante. Reapareció con la bandera del Perú, Paul Wickens con la Union Jack y Brian Ray con una bandera multicolor que en otras naciones podría tomarse como un apoyo a la comunidad LGTB+, pero aquí falsamente se la asocia con el Tawantinsuyo. En I've Got a Feeling interactuó con Lennon desde la pantalla. Uno con su juventud desde el concierto de la azotea en 1969, el otro con la inevitable decrepitud de 2024. Igual, como dijo Paul, "fue bueno tener a John con nosotros otra vez". Con la nostalgia enervada al máximo, le llegó el turno a la tercera cara del Álbum Blanco con Birthday, contando con la versión reprise de Sgt. Peppers Lonely Heart's Club Band y cerrando el bloque con Helter Skelter, con la suficiente crudeza y fortaleza que un viejo rocanrolero de ocho décadas se lo puede permitir.   

El último efecto emotivo de la noche la protagonizó una pareja ignota que en el escenario se comprometieron en matrimonio y Paul bendijo el enlace (si un beatle hace lo mismo conmigo no me separo por nada). El cierre vino con Golden Slumbers/Carry That Weight/The End que lo he visto tantas veces en otros conciertos de Paul que no tuvo el efecto emotivo que hubiera esperado, salvo las imágenes acuáticas y surrealistas de la pantalla que quiero pensar es un guiño al Octopus's Garden del otro 'fab' vivo y no mencionado en toda la velada. 

McCa se despidió tomando la mano de los otros cuatro integrantes de la banda, atreviéndose a dar un brinco en el escenario y decir: "gracias a cada uno de los que estuvieron aquí en Lima Perú" en inglés y "Hasta la próxima" en español, reiterando el mismo mensaje: "see the next time". Nos quedamos con la última imagen dándole un ósculo a todos los asistentes desde la pantalla. Hasta siempre, Paul.                

jueves, 16 de noviembre de 2023

ahora y entonces

La tecnología permite lo que antaño era increíble. La voz de Lennon ha sido capturada con Inteligencia Artificial y se ha podido finiquitar la canción que en 1995 durante el proyecto Anthology Harrison daba por irrecuperable. El lanzamiento de Now and Then el pasado dos de noviembre es, a no dudarlo, el evento musical más relevante de la postpandemia. Muchos han agradecido en las redes estar vivos para disfrutar de ese momento. YouTube por un día fue más popular que TikTok e Instagram juntos. Transcurridos los días, como aficionado debo confirmar que esta grabación casera transformada en mega producción me suena cada vez mejor, pero valgan verdades es inferior a Free As a Bird y a Real Love, sobre todo porque es notoria la ausencia de la guitarra de George. 

A pesar de las críticas de puristas y detractores, considero que lo hecho en Now and Then es más que aceptable. Tildarla, por ejemplo, de ser un proyecto solista de McCartney no se ajusta a la verdad y ningunea la participación de Ringo. Parecen no perdonarle que desde el Sgt. Peppers en adelante Paul haya sido de los cuatro el más comprometido en la concepción sonora de cada disco en su conjunto. Tampoco le perdonan su solo de guitarra slide, intentando asemejarse a lo que hubiera hecho George (es cierto, pero tampoco es malo). Que si bien se han conservado algunas guitarras iniciales de Harrison, dos beatles no hacen cuatro. Si hacemos oídos a este argumento, canciones como Back in the USSR donde no participa Ringo, The Ballad of the John and Yoko sin George y Ringo o I Me Mine sin John, tampoco sean consideradas de The Beatles. De lo poco ético de usar la voz de una persona que ya no está. Escuchar la voz de Lennon, a cuarenta y tres años de su asesinato, es una resurrección más que antiético. Que lo que hace Gilles Martin es una pared instrumental antes que un aporte experiencial. La orquestación del hijo de George Martin (el quinto beatle) cumple su función de acompañar la melodía y no tiene por qué necesariamente brindar una incidencia dramática o protagónica como en Eleanor Rigby o A Day in the LifeQue los coros son idénticos a los de Because. Más que un plagio, diría más bien que es una conexión que nos remonta al Abbey Road, su último trabajo de los cuatro juntos en vida.

Lo único que me causa resquemores es el hecho de haber sacrificado el puente I don’t want to lose you (no quiero perderte o abusar de ti, dulce muñeca, pero si te tienes que ir vete...), la parte más sombría y confesional de la tonada. Es probable que el propio Lennon habría desaprobado que fuera eliminado. Posiblemente se haya debido a que es la parte de la grabación donde la voz se escucha más débil e ilegible. Así mismo, los propios beatles sacrificaron en algunas canciones aquellas partes que consideraron opacaban el acabado final. No obstante, esa decisión era tomada por los cuatro y no de dos como hoy y pienso que debieron hacer todo lo tecnológicamente posible por salvar esta estrofa. Now and Then suena bien sin el caprichoso puente, pero Lennon quizá lo consideraba relevante y pudo haberse indignado de la misma forma como McCartney por lo que Phil Spector hizo con The Long and Winding Road. Como no se puede conocer la reacción o satisfacción de los muertos, debieron hacer lo imposible por mantener la canción tal como se concibió en ese demo casero.

Now and Then es la última canción de The Beatles. El final del camino. Es cierto. Aunque quizá la tecnología podría brindarnos algo más. Junto con Free As a Bird, Real Love y Christmas Time (Is Here Again), producidas en la década de 1990, se podría formar un último álbum de despedida con los demos de canciones como Circles, Dehradun y Sour Milk Sea de Harrison (se lo deben por haberlo tenido tan relegado), Bad to Me (con el sonido de The Beatles en 1963), Watching Rainbows, All I Want is You (proto Dig a Pony) de Lennon y para que el ego de McCartney no quede afuera, el disco podría cerrarse con su versión de Goodbye que luego graboMary Hopkins en 1969. Una maravilla que para hacerse realidad se deben apresurar. Paul tiene ochenta y uno, Ringo ochenta y tres.

domingo, 25 de junio de 2023

encuentro cercano con huamachuco

No conocía la sierra liberteña. Nunca me aventuré más allá de Otuzco. Tenía el prejuicio de encontrarme con parajes yermos e inhóspitos. Fríos. Lóbregos. Contaminados por la minería. Triste retrato a causa de la lectura temprana de Los perros hambrientos y El mundo es ancho y ajeno de Alegría o relatos como El Tungsteno o Más allá de la vida y de la muerte de Vallejo. Ribeyro en su Crónicas de San Gabriel ofrece una visión más benévola de las alturas de Santiago de Chuco, pero no con la suficiente firmeza para que un trujillano que, como tantos que conozco, vive de espaldas a los andes de su región.  

Partimos temprano. El viernes 16. A las siete de la mañana. En una van de la UNT para una treintena de pasajeros, observando desde un smartphone el triunfo de Perú ante Corea del Sur hasta que se pierde la señal. Principio de una competencia por establecer cual señal de telefonía era capaz de superar los rocosos obstáculos de las montañas. A las diez, hicimos nuestra primera parada. Agallpampa. Sobre los tres mil metros de altura. Pueblo rodeado de verdes laderas donde el eucalipto cumple el principal rol protagónico y se respira en el ambiente. Nos detenemos en ‘El Rancho’. Restaurante que funge de ser el tambo obligatorio de todo chofer que transita por el interior de la región. Caldo de todos los tipos, siendo el de gallina de corral el más solicitado, sirve para restablecer el cuerpo y proseguir el viaje.    

A las once y media, atravesamos la puna. Arriba de los cuatro mil metros. No se ven cerros. Si no fuera por el terreno ondulado, la vista sería semejante al altiplano. El verde cambia. Ya no es de tono vívido e intenso. Es más bien amarillento, propio del ichu que todo lo recubre. En el desvío a Quiruvilca se aprecian las huellas de la contaminación en lomas horadadas y pozas de agua oxidadas. El sorocho afecta a los chicos poco acostumbrados a transitar por las alturas y nos detenemos para que vomiten y hagan otras necesidades en el camino. El sol esplendoroso invita a salir en polo de manga corta y la ferocidad del viento me obliga a buscar una casaca. Puedo imaginarme el frío que corre al caer la noche, como me advierte don Simón, el chofer de la van

Al mediodía pasamos por la laguna del Toro. Geraldine Gamboa, alumna natural de Otuzco, me cuenta la leyenda de que su nombre se debe a que en las noches emerge de sus aguas un toro robusto y gigantesco que embiste a quienes extraen los minerales que yacen en el subsuelo. “Las paredes de cerro que la rodean están llenas de oro, pero nadie se atreve a sacarlo. Las rocas son porosas y quienes han intentado hacerse del metal, terminaron sepultos bajo toneladas de roca”. Encantada o no, la rapiña humana todavía conserva la laguna intacta, aunque seguro que muy pronto no habrá leyenda taurina que disuada.  

Pasar por el campamento de La Arena, uno de los principales yacimientos auríferos del Perú, nos anuncia la proximidad de Huamachuco, la segunda ciudad en importancia de La Libertad. Llegamos y sólo la atravesamos. Según el cronograma de actividades del viaje de estudios, debemos llegar a Sarín, a través de una pista afirmada que serpentea temerarias precipitaciones. Arribamos a nuestro destino a golpe de tres de la tarde. Nos encontramos sobre los dos mil ochocientos metros y llama la atención, a medio camino, las aguas termales El Edén, distrito de Curgos, anunciado por un vistoso alojamiento de fachada de madera que invita a la estadía.  

Nos dirigimos al colegio de nivel secundario que lleva el nombre del hijo predilecto de Sarín, Abelardo Gamarra ‘El Tunante’. Escritor, periodista y diputado. Figura estelar del escenario político de fines del siglo XIX y principios del siglo XX. Hincha de González Prada. Se le atribuye la composición del primer vals peruano y por cambiarle el nombre a la zamacueca chilena por ‘marinera’ en tributo a Grau. Por si no lo saben, Tunante significa “persona pícara y astuta, que se aprovecha de la gente y de las circunstancias”. El plantel cuenta con una infraestructura moderna y adecuada para la enseñanza. Desarrollamos un taller de orientación vocacional y otro de lenguaje audiovisual antes de bajar unas cuatro cuadras para acudir a la casa donde nos aguardaban con un suculento ají de gallina (con gallina de verdad). Las calles asfaltadas son escasas y llama la atención el número de personas que se movilizan en moto, incluso menores de doce años. Como en todos los pueblos de la sierra, las personas son amistosas —no tienen aspecto de tunantes— y saludan a su paso a los forasteros.  

Salimos de Sarín rumbo a Yanasara. En el crepúsculo pasamos por la laguna de Sausacocha que luce preciosa iluminada por la luz artificial. A los cuarenta minutos arribamos al albergue R.P. Jaime Gari Barceló, religioso catalán que llegó al Perú huyendo del franquismo y estableció esa casa como retiro espiritual. Administrado por la comunidad del lugar, ofrece alojamientos y desayuno a precios módicos, aparte de extensos jardines y áreas de fogatas nocturnas. Para el encendido rápido de la leña, se colocan hojas secas que, al contacto con el fuego, se prenden en un santiamén. Los chicos al ritmo del ron y del reggaetón se apoderan de la fogata, cortando el encanto de quienes hubiéramos preferido contar relatos de aparecidos en el bosque y bajo un cielo estrellado donde los lugareños aseguran el avistamiento de ovnis. Con un grupo de estudiantes menos bulliciosos y ávidos de buena conversación, adquirimos dos botellas de vino de dudosa procedencia y preparamos sangría, distanciados convenientemente del mundanal griterío. 

El sábado 17, posterior al desayuno, compuesto de dos panes rellenos de pollo deshilachado y una taza de quinua, enrumbamos a los baños termales. Como llevaba un día sin bañarme, elegí una ducha y me mantuve bajo el agua caliente —no hirviente— hasta que el jaboncillo de una luca que adquirí en la entrada se deshizo totalmente. Con el cuerpo oloroso —y no sulfuroso como me ocurrió en otras aguas termales—, trepo a la van y nos vamos a Sausacocha, arribando a golpe del mediodía. El lugar, turístico por antonomasia, representa para los huamachuquinos, lo que es Huanchaco para los trujillanos. La presencia de varias camionetas cuatroporcuatro, es prueba palpable de cómo la minería eleva el nivel adquisitivo de los pueblos. Rodeado por una decena de restaurantes y albergues, la laguna ofrece a los visitantes una experiencia bucólica. El comercio ambulatorio es limpio —me llama la atención escuchar a una vendedora expresándose en quechua a la perfección, cuando creía que los incas no habían tenido mayor influencia en esos lares— y cuenta con dos muelles de madera que sirven de embarcadero para el paseo en lancha. Está prohibido bañarse en sus aguas. Quedarse enredado en las algas que crecen debajo es un cepo mortal. Probé con resquemores el cebiche de trucha y no me ensarté. Muy pasable para qué. Almorcé trucha apanada y sazonada con media caja de cerveza negra. Conocí a Luis Flores Prado, bisnieto de uno de los principales héroes de la historia del Perú, Leoncio Prado. La cháchara histórica hizo que me perdiera del paseo lacustre. Es una deuda pendiente para mi próxima visita.

Partimos a Huamachuco a las cuatro de la tarde. Pasamos por Purrupampa, donde se desarrolló el último enfrentamiento de la Guerra con Chile y se erige un monumento conmemorativo, inaugurado por Beláunde Terry en 1983 con motivo del centenario de la batalla. A diferencia de la pampa de la quinua y otros sitios donde se escenificaron actos bélicos históricos, Purrupampa luce en buena parte tugurizada de viviendas de los desplazados que llegaron a la ciudad por la violencia terrorista de la década de 1980. Una pena.

En la calle Sánchez Carrión, Luis Flores Prado habita con su madre, la nieta de Leoncio Prado y en dos ambientes del segundo piso de su vivienda han establecido un museo en tributo a su ilustre antecesor. Flores Prado, a quien le encuentro un parecido con Jean Reno, nos comparte la historia de su familia. Leoncio Prado, natural de Huánuco, era hijo extramarital de Mariano Ignacio Prado, presidente de la república durante el combate del 2 de mayo y en una segunda oportunidad en el inicio de la Guerra con Chile. Leoncio viaja a Europa. Forma parte de la rebelión de José Martí en Cuba. Radica en Centroamérica. Tras la batalla de Miraflores los chilenos lo toman prisionero y lo exilian a Chile. En 1883 pide permiso a los invasores para retornar al Perú, jurando bajo palabra que no formaría parte de las tropas peruanas rebeldes. Venía para despedirse de su madre y luego partiría a radicar al Ecuador. Sin embargo, forma parte de las huestes de Cáceres y participa en la batalla de Huamachuco. A los cinco días es apresado en Cushuro y fusilado por haber faltado a su palabra de no tomar las armas. Igual estaba condenado a muerte por la gangrena avanzada en una de sus piernas.

Pregunto a Flores Prado como es que los descendientes de este héroe insigne radican en Huamachuco. Me cuenta que engendró un hijo único cerca a las serranías de Sayán —donde décadas atrás habitó Sánchez Carrión— a quien le legó su nombre, Leoncio Prado. Años después, en 1917, por concurso de Abelardo Gamarra, al hijo de Leoncio Prado le ofrecen la subprefectura de tres ciudades y no duda en elegir la tierra donde falleció su padre. Allí se quedaría para toda la vida, al igual que su familia. Un estudiante le pregunta si es realidad o mito que le permitieron a Leoncio Prado dirigir al pelotón de fusilamiento con la cucharita de una taza de té. Flores Prado responde que existen dos versiones, la de Abelardo Gamarra quien sostiene que Prado murió asesinado en Cushuro y la versión chilena que le concede al sentenciado de muerte el dirigir su propio fusilamiento. Tiene más peso la versión chilena que era un ejército profesional y redactaban partes de guerra, mientras que los peruanos carecíamos de quienes guardaran por escrito los registros de cada batalla. 

La batalla de Huamachuco no sólo es el último enfrentamiento entre peruanos y chilenos. Es el inicio de una guerra civil en el Perú que se prolongaría por décadas. Al enterarse Cáceres que los chilenos estaban negociando con Iglesias el armisticio y la cesión a perpetuidad de la provincia de Tarapacá, Cáceres parte del centro del país hacia Cajamarca para apresar a Iglesias y es interceptado por las tropas chilenas al mando de Gorostiaga en Huamachuco. Tras la batalla y como los chilenos no reconocían a las huestes de Cáceres como un ejército oficial, si no como un grupo de montoneros, no se les aplicó las leyes de guerra de tomarlos prisioneros, si no que se procedió a victimarlos en el campo en lo que la historia lo conoce como ‘el repase’. Cáceres se refugia con doscientos montoneros en Pataz y se iniciaría un periodo de guerras civiles de Cáceres contra Iglesias y luego de los propios montoneros contra Cáceres, al considerar que ‘el Brujo de los Andes’, al asumir la presidencia de la república, los había traicionado en cuanto a sus deseos de reivindicación en contra de los gamonales de la sierra y esas rebeliones montoneras se prolongarían hasta la década de 1920 en las regiones de Cajamarca, La Libertad y Áncash.

Como se hace tarde, nos vemos obligados a cortar la conversación de hechos históricos con Flores Prado y nos dirigimos a la plaza principal de Huamachuco, a una cuadra del museo. La plaza es grande. Vistosa. Adornada de arbustos esculpidos con figuras propias de las culturas ancestrales de la ciudad. Alrededor de ella se erigen los principales hoteles. Sedes bancarias. El teatro municipal pintado de color verde esmeralda. La iglesia principal desdibuja la arquitectura del ambiente, al tratarse de una construcción moderna que no guarda armonía con el resto. El campanario que conmemora el ingreso del ejército libertario de Bolívar. El colegio San Nicolás, donde cursó estudios César Vallejo, al costado del convento de los agustinos.

Partimos a Trujillo a las cinco de la tarde y nos detuvimos solamente a adquirir quesos y otros productos en el desvío a Otuzco, a poco de donde se cayó al abismo un bus de Transportes Horna y fallecieron una treintena de personas, erigiéndose varias cruces con fotografías de los fallecidos. Creímos que ahorrábamos dinero, pero al ver que la mayoría de productos procedían de Cajamarca y no difería gran cosa de lo que podías encontrar en Trujillo, sentí que era poco menos que una estafa. Llegamos a las diez de la noche. Molidos pero felices. Con ganas de volver por más.  

jueves, 16 de marzo de 2023

la última hora de los presidentes del perú (siglos XX y XXI)

Continuamos con el post anterior, agrupando los decesos de los presidentes de la República del Perú en los siglos XX y XXI.

Manuel Candamo: El primer presidente del siglo XX gobernó solamente por siete meses. Murió a los 63 años de un síncope cardíaco en una visita oficial a Mollendo.

Serapio Calderón: Otro presidente de breve mandato (apenas cinco meses). Murió de causas naturales a los 78 años.

José Pardo y Barreda: Hijo de Manuel Pardo (asesinado en la puerta del Senado) y presidente en dos oportunidades. No culminó su segundo periodo. Enviado al exilio, murió a los 83 años, tres años después de su retorno al Perú.

Augusto B. Leguía: Presidente del Perú en dos oportunidades, gobernó el país durante quince años acumulados, todo un récord. Derrocado en 1930 por Sánchez Cerro, sufrió prisión durante catorce meses y murió poco antes de cumplir 68 años de un mal prostático. Haya de la Torre diría de él que fue el mejor presidente del Perú en el siglo XX, reconociendo que modernizó el país.

Guillermo Billinghurst: Primer presidente que el Congreso destituyó por “incapacidad moral”. Murió exiliado en Iquique a los 63 años.

Óscar R. Benavides: Presidente en dos periodos del Perú. Murió a los 69 años de causas naturales.

Luis Miguel Sánchez Cerro: Presidente del Perú tras derrocar a Leguía, muy popular en las clases populares por sus rasgos mestizos muy pronunciados (o más bien mulatos) y enemigo del APRA, iniciándose la persecución hacia este partido que se prolongaría por varios años. Quiso hacerle la guerra a Colombia, murió asesinado a los 33 años por un simpatizante aprista mientras pasaba revista a las tropas.

Manuel Prado Ugarteche: Hijo de Mariano Ignacio Prado. Presidente del Perú en dos ocasiones. Murió en París a los 78 años.

José Luis Bustamante i Rivero: Derrocado por Odría y vilipendiado por los apristas, le tocó vivir exiliado y luego su fama de tribuno lo llevaría a ejercer la presidencia de la Corte Internacional de La Haya. Murió faltándole poco para cumplir los 95 años. 

Manuel A. Odría: Su segundo nombre era Arturo y no Apolinario como se cree. Amado y vilipendiado por igual, murió a los 77 años y sus restos reposan en la Catedral de su Tarma natal.  

Ricardo Pérez Godoy: Derrocó a Manuel Prado por no reconocer el triunfo electoral de Haya de la Torre. Gobernó durante siete meses con mano dura y por eso mismo fue derrocado a su vez por Lindley. Falleció a los 77 años.

Nicolás Lindley: Gobernó por cuatro meses, negándose a llevar la banda presidencial por considerar que no era merecedor de tan alto cargo. Convocó a elecciones y se retiró de la vida política. Murió a los 86 años.

Fernando Belaúnde: Presidente en dos oportunidades. Murió apaciblemente y en aroma de probidad faltándole poco para llegar a los 90 años.

Juan Velasco: Uno de los presidentes más controversiales. Su ‘Revolución Peruana’ marcó un antes y después en la historia del Perú. Murió a los 67 años, con la salud quebrantada luego que le amputaran una pierna. A pesar de sus detractores, nunca dio vestigios de enriquecimiento ilícito.

Francisco Morales Bermúdez: Se trajo abajo el Velascato y culminó sus años bajo la amenaza de terminar preso por su supuesta participación en la Operación Cóndor. Murió a los cien años, siendo el mandatario de edad más longeva.

Alan García: Presidente en dos oportunidades. Se suicidó a los 69 años para no afrontar una prisión preventiva por las acusaciones de corrupción.

Alberto Fujimori: Presidente en la última década del siglo XX. A pesar de haber estabilizado la economía, derrotar al terrorismo y conseguir la paz con el Ecuador, es una de las personas más odiadas en el Perú, mayormente por las nuevas generaciones que nacieron en épocas posteriores de su gobierno, a causa de las campañas de odio alentadas por la izquierda. En 2007 fue extraditado desde Chile y hasta la fecha purga condena por delitos de lesa humanidad.

Valentín Paniagua: Como presidente del Congreso, le tocó tomar las riendas del gobierno tras la renuncia por fax de Fujimori. Falleció a los 70 años, poco después de postular a la presidencia constitucional.   

Alejandro Toledo: Las contundentes denuncias por corrupción han conseguido que la Corte Suprema de los Estados Unidos autorice su extradición que, de hacerse realidad, es probable que a sus 76 años muera en prisión.

Ollanta Humala:  Si bien él y su mujer tuvieron prisión preventiva, hoy a sus 60 años continúa el proceso por supuesta corrupción con orden de inamovilidad del país.

Pedro Pablo Kuczynski: Obligado a renunciar ante la segura vacancia por parte del Congreso. A sus 84 años prosigue el proceso por supuesta corrupción, aunque hace unos meses le levantaron el arresto domiciliario que afrontó por cuatro años.

Martín Vizcarra: Vacado por el Congreso de la República. A pesar de los procesos por corrupción cuando fue gobernador de Moquegua, cerrar el Parlamento, el mal manejo de la pandemia y las compras fraudulentas de vacunas y pruebas moleculares y la inhabilitación a postular a cualquier cargo político, a sus 60 años el ‘Bebito Fiu-Fiu’ sigue pasando piola y no se oye que el Ministerio Público lo acuse públicamente de alguna irregularidad.

Manuel Merino: Presidente por apenas seis días. Suficientes para que a sus 61 años siga afrontando una denuncia por la muerte de dos manifestantes en la revuelta que al final desembocó en su renuncia. Le faltaron los huevos de Dina que lleva más de sesenta muertos y sigue muy campante.

Francisco Sagasti: Presidente por ocho meses. A pesar de las víctimas de paros agrarios e irregularidades en la adquisición de vacunas, el hombre de 78 años pasa piola y no pesa sobre él ninguna denuncia.

Pedro Castillo: Gobernó casi diecisiete interminables meses, suficientes para ser uno de los mandatarios más inocuos e ineptos en doscientos años de república. Aparte del fallido golpe de Estado del pasado 7 de diciembre, la acumulación de carpetas fiscales hace que a sus 54 años lo puedan enjaular de por vida, salvo que en el futuro un presidente de su misma filiación política y catadura moral le otorgue un indulto humanitario.

Dina Boluarte: Primera mujer en sentarse en el sillón presidencial. Lourdes Flores y Keiko Fujimori pudieron arrebatarle ese privilegio histórico pero se les quemó la banda en el horno. Piñas. A sus 60 años, lleva poco más de tres meses como presidente y no se sabe si llegará hasta el 2026 como le corresponde constitucionalmente. De allí le espera la cárcel porque no se va a escapar de la furia de los caviares. El exilio no cuenta por delitos de lesa humanidad.        

miércoles, 15 de marzo de 2023

la última hora de los presidentes del perú (siglo XIX)

A propósito de los treinta y seis meses de prisión preventiva dictados a Pedro Castillo y que salvo en los próximos años no sea indultado por un régimen afín, es probable que muera en prisión, haremos un recuento de todos los mandatarios del Perú y cómo finalizaron cada uno de ellos sus últimos días.

José de la Riva Agüero: Primer presidente del Perú, a pesar de que Bolívar puso precio a su cabeza y fue desterrado, murió de muerte natural a los 75 años.

José Bernardo de Tagle: Su enemistad con Bolívar hizo que después de ser presidente del Perú se pasara al bando realista de Rodil y se refugiara en El Callao donde murió a los 46 años a causa del escorbuto. Los trujillanos lo recuerdan como el adalid que independizó la intendencia de Trujillo de España el 29 de diciembre de 1820. Doscientos años después y con motivo del bicentenario, sus restos y los de su esposa fueron exhumados del cementerio Presbítero Maestro de Lima y depositados en la cripta de la Catedral de Trujillo. Hecho tan significativo pasó desapercibido por la segunda ola de la pandemia del covid-19.

José de La Mar: Presidente del Perú nacido en Cuenca (Ecuador). Murió en el destierro en Costa Rica a los 54 años, víctima de la melancolía y la amargura.

Agustín Gamarra: Caído en la batalla de Ingavi (Bolivia) a los 56 años en un vano intento por reimplantar la Confederación Perú-Bolivia. Su cuerpo fue profanado por los bolivianos y repatriado en 1849 para ser enterrado en el Presbítero Maestro.

Luis José de Orbegoso: Primer presidente nacido en La Libertad (distrito de Usquil). Murió a los 52 años en Trujillo de muerte natural y sus restos reposan en la Casona Orbegoso de esa ciudad.

Felipe Santiago Salaverry: El presidente del Perú más joven en asumir (29 años) y también en morir (30 años). Murió fusilado por las huestes de Santa Cruz.

Andrés de Santa Cruz: Natural de La Paz (Alto Perú), se hizo del poder tras fusilar a Salaverry e imponer la Confederación Perú-Boliviana que duró tres años apenas. Falleció en Francia de muerte natural a los 72 años y en el centenario de su deceso, sus restos fueron repatriados y enterrado en la Catedral de La Paz.

Manuel Menéndez: Agricultor y empresario, primer presidente sin formación o vínculo militar. Murió a los 53 años a causa de una enfermedad que contrajo en Chile.

Juan Francisco de Vidal: Gobernó apenas cinco meses y murió a los 63 años de causas naturales. Natural de Supe, el escudo de esa provincia lleva su retrato.

Manuel Ignacio de Vivanco: Eterno rival de Ramón Castilla. Murió a los 67 años en Valparaíso (Chile) a donde viajó con la salud resquebrajada.

Ramón Castilla: El presidente más destacado del siglo XIX, cargo que ocupó en dos periodos. Casi septuagenario, Prado lo exilió a Chile y desde allí preparó una expedición para derrocar al presidente. Desembarcó en Pisagua y en el viaje a tierra hacia Arica, murió por el agotamiento del viaje. Sus últimas palabras fueron: “Señor, un mes más de vida y habré hecho la felicidad de mi patria. No, algunos días más”.

Rufino Echenique: Algunos historiadores lo consideran uno de los presidentes más corruptos de la historia por las negociaciones del guano. Sin embargo, fue rehabilitado y siguió haciendo política hasta poco antes de su muerte a los 78 años. Abuelo del escritor Alfredo Bryce Echenique.

Miguel de San Román: Presidente que murió en funciones, a causa de un mal hepático, a los seis meses de asumir el cargo. Murió en brazos de su amigo Ramón Castilla.

Juan Antonio Pezet: Murió a los 69 años de causas naturales en Chorrillos (Lima), a los pocos días de declararse la guerra contra Chile. En esas circunstancias, el presidente Prado quiso nombrarlo jefe del Ejército, pero Pezet bastante enfermo le respondió: “al asno muerto, la cebada al rabo”.

Mariano Ignacio Prado: Depuesto como presidente tras viajar a Europa en plena guerra con Chile, se le acusó de cobarde y de quedarse con el dinero para la compra de armamento (lo que no era cierto). Falleció de cáncer en Francia a los 75 años.

Pedro Diez Canseco: Murió a los 78 años de causas naturales. Es el ascendente de los Belaúnde y los Diez Canseco, estirpes políticas del Perú.

José Balta: Depuesto faltando poco para culminar su mandato por la revuelta de los hermanos Gutiérrez (quienes acabaron colgados en la Plaza Mayor). Marceliano, el más bruto de los Gutiérrez, ordenó el fusilamiento de Balta mientras él se hallaba reposando en una cama del cuartel San Francisco donde había sido recluido. 

Mariano Herencia-Zevallos: Presidente por apenas seis días. Acusado de conspirar contra el gobierno de Pardo, fue apresado y enviado a la frontera con el Brasil donde murió a los 53 años asesinado por sus custodios.

Manuel Pardo y Lavalle: Primer presidente civil constitucional del Perú. Murió a los 43 años, siendo Presidente del Senado, justo en el momento que ingresaba a este recinto.

Luis La Puerta: Presidente del Perú por cinco días, tras ser depuesto Prado durante la Guerra con Chile. Falleció de causas naturales a los 85 años.

Nicolás de Piérola: Uno de los políticos más controvertidos del siglo XIX, sobre todo por su discutible participación en la Guerra con Chile. Murió a los 74 años, siendo todavía un caudillo bastante popular. 

Francisco García-Calderón: Falleció a los 71 años de causas naturales. Reconocido jurista, el día de su natalicio (14 de marzo) es el Día del Abogado en el Perú. 

Lizardo Montero: Se retiró de la política apenas asumió Piérola de quien era enemigo y murió tranquilamente a los 74 años.

Miguel Iglesias: Tiene el discutible honor de haber firmado el Tratado de Ancón en el que cedió a perpetuidad territorios peruanos a los chilenos. Murió sin mostrar arrepentimiento de ello a los 79 años.

Andrés A. Cáceres: Su segundo nombre era Alfredo y no Avelino como se cree. Uno de los héroes máximos de la historia del Perú. Murió a los 86 años en aroma de multitud como Piérola, su gran enemigo.

Remigio Morales Bermúdez: Murió siendo presidente en funciones a causa de una apendicitis mal operada. Abuelo de Francisco Morales Bermúdez, futuro dictador del Perú.    

Justiniano Borgoño: Único presidente del Perú nacido en Trujillo. Gobernó apenas por cuatro meses. Murió a los 84 años de causas naturales. Aliado político y gran amigo de Cáceres y Morales Bermúdez (curiosamente los tres habían nacido en 1836).

Eduardo López de Romaña: Último presidente del siglo XIX y con el que se inició el periodo llamado ‘La República Aristocrática’ que se prolongaría hasta 1919. Murió de causas naturales a los 65 años.

viernes, 20 de enero de 2023

si se queda o se va

Señora Dina Boluarte, presidente de la república, en este momento usted y el país se encuentran ante dos disyuntivas, o se queda o se va. Si se queda, lo cual sería lo correcto desde lo normativo, jurídico, constitucional, etc., no le queda más alternativa que asumir sus funciones con mano firme, es decir, poner orden declarando el Estado de Emergencia Nacional, obligando a que el Ejército asuma el control de todo, reprimiendo revueltas y manifestaciones, desbloqueando carreteras y cuidando la propiedad pública y privada bajo orden de disparar. La Carta Magna la autoriza a tomar esta medida tan radical. El problema es que con ello no se soluciona el descontento de un sector de la población y seguirá siendo caldo de cultivo para que vuelva a estallar próximas acciones que seguirán desestabilizando a la nación. Si se va, al Congreso no le quedará más remedio que adelantar las elecciones en un plazo no mayor de seis meses, los actuales dirigentes políticos se irán a su casa y le quitarán piso a los azuzadores. Si se da el proceso electoral en el presente año, me parece válido que al mismo tiempo se someta a votación si se quiere una asamblea constituyente y que sea el sufragio el que decida si hay o no cambio de constitución. Particularmente pienso que la carta de 1993 tiene gruesos errores e incongruencias que se deben corregir, pero en líneas generales es la protagonista del crecimiento económico y reducción de la pobreza en los últimos veinte años, así que yo votaría porque se mantenga. No obstante, me parece justo que se someta a escrutinio si se mantiene o no. La democracia, nos guste o no, es la expresión de la voluntad de las mayorías y se debe respetar. Así que señora presidente, usted decide, o se queda y establece el orden por la fuerza o se va y en seis meses tenemos elecciones. Si bien la opción última parece la mejor, por transparencia deberían renunciar el jefe de la JNE y la ONPE, ser más riguroso en la selección de los postulantes a la presidencia y el congreso y delimitar la oferta electoral. El germen del caos y de la inestabilidad se incuba en procesos viciados.

sábado, 31 de diciembre de 2022

fútbol en diciembre

Es probable que nunca más volvamos a ver una Copa del Mundo en diciembre. No es la fecha apropiada para desarrollar la máxima competencia. Conflictúa con los calendarios de los torneos europeos. Lo que sí es probable que volvamos a tener otro mundial en una nación de nula tradición futbolística y que pague su localía corrompiendo dirigentes. Diciembre de 2022 lo recordaremos por la tardía consagración de Messi y porque Pelé, el rey de este deporte, dejó este mundo redondo como un balón. Por ello algunas reflexiones antes de que este mes de goles se acabe.  

01. LA PARTIDA DE LOS ÍDOLOS: Con el deceso de Pelé el pasado 29 de diciembre, se suma a la marcha de Alfredo di Stefano (2014), Johan Cruyff (2016) y Diego Armando Maradona (2020). Cuatro de los que siempre figuran en el Top-10 de los mejores jugadores de la historia se fueron en un lapso de ocho años, como si una fuerza estuviera apurando su equipo de máximas estrellas en otra dimensión.  

02. EL MEJOR: Pelé murió a los once días de que Argentina se coronó campeón y en plena efervescencia de los que buscan catapultar a Messi hacia la cima del parnaso pelotero. El deceso del rey ha venido cargada de una mayor reflexión sobre el tema. Aparte de los tres títulos mundiales, centenas de goles y el testimonio videográfico de jugadas maravillosas, el brasileño desde su aparición marcó un hito en la historia del balompié. No hubo antes nada que se le compare en cuanto a habilidad, dominio, inteligencia y creatividad. Después, marcó la pauta para que emergieran émulos como Zico, Maradona, Ronaldinho y Messi. Siempre en América del Sur, porque en esta parte del orbe, el fútbol se entiende como un juego, no como una competencia.   

03. SEGUNDA UBICACIÓN: Con Pelé en la cima, la discusión se se centra en quien ocupa el segundo lugar, si Maradona o Messi. Di Stefano queda fuera de discusión por la ausencia de videos de su mejor momento, al igual que Ferenc Puskás y Ronaldinho (quizá el mayor malabarista con el balón) por los excesos que limitaron su carrera, al igual que Garrincha. Por títulos a nivel de clubes y cantidad de goles y asistencias, a Messi sólo le faltaba el campeonato del mundo y ya lo logró, pero para superar a Diego le falta algo, un detalle casi baladí, que tiene que darse necesariamente en un campeonato mundial, ese "algo" déjenme llamarlo 'el momento mágico'.

04. EL MOMENTO MÁGICO: Messi ha regalado cientos de jugadas para el recuerdo, pero muy pocas en Copas del Mundo. 2006, 2010, 2014 y 2018 apareció poco. En 2022 se echó a jugar. Hizo un par de buenos goles y un par de asistencias extraordinarias ante Holanda y Croacia, pero igual le falta esa jugada, ese momento mágico que se queda grabada en la retina por siempre. Pelé, por ejemplo, en la final de Suecia '58, Pelé mata el balón con el pecho, se saca la marca del rival con un sombrero y define de un derecha. Golazo. Jugada de pichanga de playa, irreverente, propia de un mocoso de diecisiete años. Maradona frente a Inglaterra en México '86. Parte del medio campo, driblea a cuanto rival se le cruza, se saca al arquero que intenta atajarlo y define a arco desguarnecido. Los argentinos se apuraron en llamarlo 'el gol de los mundiales', con todo merecimiento, por la maniobra y por la significancia de marcarlo contra Inglaterra y la Guerra de las Malvinas. Otros momentos mágicos en Copas del Mundo, el gol de Cruyff frente a Argentina o el tiro libre de Cubillas frente a Escocia y, lamentablemente, Messi carece de eso. Esa magia cualitativa que hace que los brasileños prefieran al Brasil de Zico (España '82) que al Brasil campeón de Romario (USA '94).

05. LO MEJOR QUE VI: Pelé se retiró en 1977 y no tuve la oportunidad de verlo en 'vivo'. Me bastan los testimonios y registros audiovisuales para calificarlo como el mejor de la historia. No vi al Maradona de Argentinos Juniors y de Boca Juniors. Sí al de la selección argentina y al del Napoli. Era hábil y físicamente fuerte, un líder en el campo y si bien es cierto que le pegaban duro, para mi gusto exageraba de reclamón (sin llegar al extremo de Neymar). Aparte de los títulos, jugadas y goles, por habilidad, técnica, manejo de balón y cambio de ritmo, Messi es el jugador más completo que vi en mi vida.

06. FIN DE UNA ERA: O el final de una dicotomía entre dos grandes jugadores como Cristiano Ronaldo y Lionel Messi. Qatar 2022 representaba para ambos la última oportunidad para consagrarse como el mejor futbolista del siglo XXI. El portugués, por desgracia, no llegó en su mejor momento y tuvo un mundial para el olvido, haciendo noticia por su enfrentamientos con el entrenador y compañeros de equipo en el camerino. El argentino, en cambio, jugó su mejor copa del mundo y estableció un nuevo récord a tomar en cuenta: jugo todos los minutos de los siete partidos de su selección (con dos suplementarios incluidos) a los treinta y cinco años, edad en que el fútbol jubila a muchos. Messi todavía jugará un tiempo más en el primer nivel. Cristiano por 200 millones de euros al año lo hará por el Al Nassr. 

07. CRISTIANO NO ES MESSI: Aunque pretendió serlo y brilló más en la UEFA Champions League que el rosarino. El gol de chalaca elevándose más de dos metros contra la Juventus es su mágico momento. Messi puede codearse con Pelé, Maradona, Di Stefano, Cruyff, Zidane, Puskás, Platini. Cristiano se codea con otra estirpe de jugadores como Ronaldo (el fenómeno), Romario, Eusebio, Kocsis, Müller, Van Basten, Suárez, Ibrahimovic, es decir, con los reyes del gol.      

08. SOBRE QATAR 2022: Tenía mis recelos de que fuera una buena Copa del Mundo por el trajín de los grandes jugadores y el calendario en conflicto con las principales ligas europeas. Hubo buenos partidos como el Argentina-Holanda, Francia-Inglaterra y, sobre todo, la final a la que muchos se apuran en calificar como 'la mejor de la historia' y se olvidan que tuvo setenta minutos para el olvido con un solo equipo en el campo. A partir del primer penal para Francia el partido se volvió en el espectáculo que salvó al torneo de la mediocridad. El recuerdo de un mundial tiene mucho que ver con lo que te deja el duelo final y las otras dos finales que se definieron por penales fueron muy anodinas (USA '94 y Alemania '06), gracias al dios-fútbol este no fue el caso, porque ambos rivales nos regalaron un suplementario pleno de emoción. La final de Qatar '22 se asemeja a la de México '86, pero creo que dista de dos finales legendarias, la de Brasil '50 y la de Suiza '54, en las que David derrotó a Goliat.     

09. EL GOL PERDIDO: Finalizo este recuento de hechos peloteros con la aparición a principios de diciembre del famoso gol de Perú frente a Argentina en Lima en agosto de 1969. Perdido durante décadas y descrito solamente por cronistas deportivos. Quien iba a imaginar que la televisión británica conservaba una copia en la que se escucha a Eduardo San Román narrando la salida libre de Héctor Chumpitaz desde su propia cancha, lanza un pase soberbio de más de treinta metros a Perico León que le gana el vivo a la dupla Perfumo-Basile, la para de pecho y vence a Cejas. Realmente un golazo. Pelé dijo alguna vez que si Perico hubiera nacido en Brasil, el rey sería él. Quizá no exageraba.