Se acabó el Mundial. Joder, España se coronó campeón
por primera vez. Críticos, especialistas, futboleros les rinden pleitesías,
corean al unísono su superioridad ante los demás participantes. Lamento no poder compartir las loas globalizadas. El juego de la
‘Furia’ no terminó por llenarme el ojo. Me parece que el nivel de este equipo
es cualitativamente inferior al que se coronó campeón en la Euro 2008. La
escuadra dirigida por Luis Aragonés era una sinfonía de agresividad, remarcaba
su jerarquía vapuleándote con buen fútbol. La España de Vicente del Bosque
carece de esa alegría, de esa decisión para marchar al ataque. Dominan, corren,
asfixian, pero de cara al arco han sido hasta cierto punto irresolutos. Anotaron ocho
goles en siete partidos, en la Euro doce en seis partidos, un descenso
considerable en cuanto a efectividad.
España
en la primera ronda mostró muy poco atrevimiento. Suiza le ganó —bien— en el
debut. Honduras —con quien tenía una añeja deuda desde España ‘82— le ofreció
muchas ventajas, pero igual fueron incapaces de llenarles la canasta. Chile,
con diez hombres, jugó a empatarle y de haberlo conseguido, habrían quedado
segundos obligándolos a enfrentar a Brasil que posiblemente los hubiera dejado
fuera de carrera. Rendimiento muy discreto en la primera fase para una
selección con etiqueta de ‘favorita’. Honestamente no pensé que
podría superar los Octavos de Final. Si bien es cierto que posee el balón más
que sus rivales ocasionales, en los últimos metros adolecen de precisión. Encaran poco,
hacen siempre una de más. En los cuatro partidos incluido la Final,
los hispanos repitieron el mismo marcador: uno a cero. Lo mínimo. Por más que en la
cancha dejen por sentado una superioridad, dejan también un tufillo de
mezquindad que hace que sus triunfos sean muy deslucidos. España doblegó a
Portugal porque los lusos se contagiaron de las ganas de no jugar de Cristiano
Ronaldo. Contra Paraguay el trámite fue muy parejo y su cacareado nivel
superlativo pasó desapercibido. Si Cardozo convertía el penal otra podría ser
la historia. Alemania traicionó a su tradición copera y se sintió disminuido
desde el pitazo inicial. Extrañaron quizá la osadía de Thomas Müller, la grata
revelación del torneo. Regalándole toda la iniciativa a la ‘Furia’, el gol —soberbio
testazo de Puyol— se caía de maduro. Una Alemania que no parecía Alemania pecó de permisiva y
catapultó a los españoles a la Final.
El
mejor partido del campeón aconteció justamente contra Holanda. Sin embargo,
durante los 90’ Robben tuvo la oportunidad más clara de anotar, pero el balón
fue apenas desviado por el botín oportuno de Casillas. El partido terminó cero
a cero y hubo que ir al tiempo suplementario. Cuando la ‘Naranja’ contaba con
diez hombres y restaban cuatro minutos para ir a los penales, Andrés Iniesta,
el cerebro de esta España, consiguió el gol que les permite ahora alzar la
Copa. España
es un plantel compacto y convencido de que son los mejores del mundo y por eso
se coronaron campeones. Alemania y Holanda ‘compraron’ también esa
supremacía y les permitieron campeonar. Debieron jugar fútbol en vez de
tenerles miedo.
Como
amante del ‘jogo bonito’ —Didí dixit— no me basta con que un campeón mundial
sea superior, exijo vistosidad en su fútbol. Quiero que sean espectaculares,
explosivos, que ofrezcan partidos memorables —de esos que quedan perennizados
en la retina— y sean comentados por los aficionados por mucho tiempo. Fuera de
la polémica que causaron los penales en el partido contra los guaraníes, no nos
queda ninguna jugada, ni un gol notable, sólo una fría estadística que nos dirá
que España se coronó campeón mundial por primera vez en 2010, pero pocos
recordarán estas jornadas. La misma Final fue un partido mediocre, áspero, para
el olvido (1). Sólo agradezco que lo supieran definir en la agonía de la
prórroga. La
ruleta de los penales son buenas para cualquier partido menos para una Final de
Mundial. Los títulos de Brasil en 1994 y de Italia en 2006 carecen
de brillo por ese motivo (2).
A
España le faltó disputar un Holanda 3 Uruguay 2 —de lejos el mejor encuentro
del torneo— o le faltó la contundencia de Alemania cuando le encajó cuatro
pepas a Inglaterra y a la Argentina de Messi. Jornadas más memorables
ofrecieron las Españas de Zamora en 1934, la de Zarra en 1950 o más recientemente,
la de Butragueño en 1986, Luis Enrique en 1994 y la de Raúl en 2002. Claro que
esta reflexión cualitativa no cuenta si no se consigue el objetivo de ser
campeón. La
miel del buen fútbol es placentera siempre y cuando vaya de la mano de la victoria.
Menos mal que la FIFA —tantas veces desafortunada en sus designaciones— tuvo el
tino de elegir como mejor jugador del Mundial a Diego Forlán (3) —artífice del
milagro charrúa— y no designar a un oportunista como David Villa.
En el balance, calculo que son pocas las cosas rescatables de esta Copa del Mundo, que no fue tan mala como Italia ’90 —el peor Mundial que vi en mi vida— pero le restó poco. A. La oportunidad desperdiciada por los países del Mercosur de estar presentes los cuatro en una Semifinal. B. Los pronósticos acertados de Paul el cefalópodo (4), cagándose en todos quienes nos creíamos gurús en fútbol. C. Los escandalosos yerros arbitrales (5) que exigen a gritos el uso de la tecnología (a riesgo de matar la polémica y robotizar el juego, creo que valdría la pena probar. Se acabó el Mundial.
En el balance, calculo que son pocas las cosas rescatables de esta Copa del Mundo, que no fue tan mala como Italia ’90 —el peor Mundial que vi en mi vida— pero le restó poco. A. La oportunidad desperdiciada por los países del Mercosur de estar presentes los cuatro en una Semifinal. B. Los pronósticos acertados de Paul el cefalópodo (4), cagándose en todos quienes nos creíamos gurús en fútbol. C. Los escandalosos yerros arbitrales (5) que exigen a gritos el uso de la tecnología (a riesgo de matar la polémica y robotizar el juego, creo que valdría la pena probar. Se acabó el Mundial.
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1. Similar a la Final de Alemania ’06, pero ese partido
al menos conservará para la posteridad el cabezazo de Zidane contra Materazzi.
2. Si bien no se puede evitar las definiciones por
penales en los partidos previos de un Mundial porque existe una programación
rigurosa que cumplir, pienso que en el caso de una Final, de terminar el
marcador igualado en tiempo regular y suplementario, se debería programar otro
partido en un lapso de 72 horas. Eso sería más justo y beneficiaría al fútbol
(y también a la FIFA y a los organizadores pues contarían con otro match para
lucrar).
3. Mi equipo ideal en esta Copa del Mundo es: Casillas
(España) en el arco, Lahm (Alemania) lateral derecho, Fucille (Uruguay) lateral
izquierdo, Puyol (España) y Lucio (Brasil) defensas centrales, Pérez (Uruguay)
y Busquets (España) volantes de contención, Müller (Alemania) y Sneijder
(Holanda) de creación, Forlán (Uruguay) y Gyan (Ghana) en la delantera.
4. El pulpo Paul o la publicidad de un acuario de
Oberhausen (Alemania) para levantar su alicaído nivel de visitas. No importa si
recaen sospechas de que el molusco de marras actuaba drogado, pues por instinto
debería rehuir de la luz y buscar la oscuridad, esta estrategia BTL será
recordada por su inmediatez, oportunismo e impacto mundial. Que le entreguen el
Cannes de Titanio.
5. El error más grosero fue el del colegiado uruguayo
Jorge Larrionda quien anuló un gol legítimo a Frank Lampard, tras estrellar el
balón en el travesaño y picar para adentro, negándole a Inglaterra el empate frente
a Alemania. La justicia tarda pero llega. Los alemanes se cobraron una vieja
deuda con los ingleses que se remontaba a la Final de Inglaterra ’66. En esa oportunidad
el disparo de Geoffrey Hurst impactó en el travesaño pero picó para afuera. El árbitro
suizo Gottfried Dienst validó la ‘conquista fantasma’.
3 comentarios:
Alfieri, ¿a esto te dedicas en hora de trabajo? ¡Joder!
estoy contigo alfierro
hum... como pulpo paul, resultaste un buen cuy jimmy
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