A Alfieri Díaz lo conocí en una clase de cine en una conocida universidad, de la cual era docente. Lo más curioso de él es que siempre procuraba contarnos anécdotas sobre el rodaje de una película, los entretelones entre los actores, actrices y directores, etc. Esta característica de querer contarlo todo, sin duda ha influenciado su labor como literato. “Mi gancho para ser escritor se lo debo a la lectura. Leía libros, devoraba cómics y muchas veces, cuando llegaba a la página final, quería que la historia se prolongase y eso creo que fue mi primer impulso para escribir. Lo mismo me sucedía con las películas”, confiesa el autor de Crucificciones, libro que fue presentado en la última Feria Internacional del Libro, contando con Gerardo Cailloma y Domingo Varas como comentadores de su obra.
La ópera prima del autor, Entre Alacranes, fue publicada en 2007. Sin embargo, ambas obras guardan una antigüedad similar. “Cuando me animé a publicar ya tenía la colección de relatos de mis dos libros. Entonces, creo que por razones de marketeo, decidí lanzarme con un público juvenil, no muy acostumbrado a la lectura, que gustase de tramas frescas y una narrativa más ágil y depurada, sin muchos adornos y recursos técnicos”, comenta el escritor de cuarenta años de edad. Así es que salió primero al mercado Entre Alacranes.
Crucificciones es un libro que consta de once relatos cuyo eje temático es la religión pero desde el punto de vista de la herejía. “Personalmente tengo una postura rebelde en contra de la Iglesia, una inclinación iconoclasta que se trasluce en todos los cuentos”, confiesa. Agrega que la principal diferencia entre sus dos libros es que Entre Alacranes se basa en sus experiencias vividas, mientras que Crucificciones aborda las experiencias leídas.
Muchos se preguntarán cuál fue el impulso que Alfieri recibió para animarse a publicar sus escritos. “El estímulo lo recibí de un gran amigo, Alberto Alarcón, uno de los principales literatos del norte del país. Él me decía que tenía talento, algo que difícilmente yo me lo creía. Alberto es el culpable directo de que mis dos libros hayan salido a la luz”, menciona el también docente quien este año cumplirá una década dedicándose a una profesión que jamás imaginó ejercer. “Yo que fui un hijoputa como estudiante, ahora me toca ponerme del otro lado, del educador”.
Como todo escritor, Díaz Arias tiene referentes literarios. “Me gusta Voltaire, pero su lado crítico, irónico y acérrimo anticlerical. Borges, Poe, Dickens, Wilde, Maupassant, más reciente Bukowski. De los peruanos, Palma, Ribeyiro, Vargas Llosa, Reynoso. “Me gusta la buena prosa, la literatura de trama, de personajes. Yo escribo sobre lo que me gustaría leer”. Y es que a pesar de escribir desde que era un niño, el autor confiesa que: “más que un escritor, soy un contador de historias”.
La presente edición de la Feria Internacional del Libro ha servido de vitrina para que muchos escritores locales, como Alfieri Díaz, presenten sus trabajos y sean conocidos entre el público. “La Feria es un espacio necesario no sólo para los escritores sino también para la gente que necesita de los libros más de lo que ellos creen”. Agrega que le gustaría que el evento se realizara de manera anual y que la promoción del mismo se realice con más anticipación para que la acogida sea mayor.
Entre los proyectos literarios del escritor están la publicación de una novela y de un libro de relatos con lo que completaría su trilogía. Sin embargo, afirma que todavía no tiene nada concreto. “Creo que si estuviera preparando un cebiche, recién habría trozado el pescado. Todavía me falta agregarle el limón, la cebolla y, sobre todo, el ají”, menciona. Por otro lado, a pesar de tener una pinta casual, relajada, extrovertida, Díaz Arias —quien durante la presentación de su libro comentó que no le gusta escribir la idea original en computadora, “soy de los que escriben a mano y recién cuando el producto está avanzado o casi terminado, lo paso al medio digital— confiesa que no le agradaría publicar por publicar: “soy un maniático perfeccionista. Debo admitir que soy el peor crítico de mí mismo”.
La ópera prima del autor, Entre Alacranes, fue publicada en 2007. Sin embargo, ambas obras guardan una antigüedad similar. “Cuando me animé a publicar ya tenía la colección de relatos de mis dos libros. Entonces, creo que por razones de marketeo, decidí lanzarme con un público juvenil, no muy acostumbrado a la lectura, que gustase de tramas frescas y una narrativa más ágil y depurada, sin muchos adornos y recursos técnicos”, comenta el escritor de cuarenta años de edad. Así es que salió primero al mercado Entre Alacranes.
Crucificciones es un libro que consta de once relatos cuyo eje temático es la religión pero desde el punto de vista de la herejía. “Personalmente tengo una postura rebelde en contra de la Iglesia, una inclinación iconoclasta que se trasluce en todos los cuentos”, confiesa. Agrega que la principal diferencia entre sus dos libros es que Entre Alacranes se basa en sus experiencias vividas, mientras que Crucificciones aborda las experiencias leídas.
Muchos se preguntarán cuál fue el impulso que Alfieri recibió para animarse a publicar sus escritos. “El estímulo lo recibí de un gran amigo, Alberto Alarcón, uno de los principales literatos del norte del país. Él me decía que tenía talento, algo que difícilmente yo me lo creía. Alberto es el culpable directo de que mis dos libros hayan salido a la luz”, menciona el también docente quien este año cumplirá una década dedicándose a una profesión que jamás imaginó ejercer. “Yo que fui un hijoputa como estudiante, ahora me toca ponerme del otro lado, del educador”.
Como todo escritor, Díaz Arias tiene referentes literarios. “Me gusta Voltaire, pero su lado crítico, irónico y acérrimo anticlerical. Borges, Poe, Dickens, Wilde, Maupassant, más reciente Bukowski. De los peruanos, Palma, Ribeyiro, Vargas Llosa, Reynoso. “Me gusta la buena prosa, la literatura de trama, de personajes. Yo escribo sobre lo que me gustaría leer”. Y es que a pesar de escribir desde que era un niño, el autor confiesa que: “más que un escritor, soy un contador de historias”.
La presente edición de la Feria Internacional del Libro ha servido de vitrina para que muchos escritores locales, como Alfieri Díaz, presenten sus trabajos y sean conocidos entre el público. “La Feria es un espacio necesario no sólo para los escritores sino también para la gente que necesita de los libros más de lo que ellos creen”. Agrega que le gustaría que el evento se realizara de manera anual y que la promoción del mismo se realice con más anticipación para que la acogida sea mayor.
Entre los proyectos literarios del escritor están la publicación de una novela y de un libro de relatos con lo que completaría su trilogía. Sin embargo, afirma que todavía no tiene nada concreto. “Creo que si estuviera preparando un cebiche, recién habría trozado el pescado. Todavía me falta agregarle el limón, la cebolla y, sobre todo, el ají”, menciona. Por otro lado, a pesar de tener una pinta casual, relajada, extrovertida, Díaz Arias —quien durante la presentación de su libro comentó que no le gusta escribir la idea original en computadora, “soy de los que escriben a mano y recién cuando el producto está avanzado o casi terminado, lo paso al medio digital— confiesa que no le agradaría publicar por publicar: “soy un maniático perfeccionista. Debo admitir que soy el peor crítico de mí mismo”.
Escrito por Julissa Tafur Montenegro y publicado en el diario La Industria el sábado 10 de marzo de 2012 (día del nacimiento de Claudio, mi segundo vástago).
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