A una semana de su estreno, Asu Mare se convirtió en la película peruana más taquillera, relegando a Pantaleón y las Visitadoras. Es probable que en su tercera semana en cartelera bordee la cifra de los dos millones de espectadores y puede —quien sabe— superar las megaproducciones de Spielberg o Cameron y proclamarse en el filme más taquillero exhibido en salas nacionales.
Soy humano y como tal proclive a dejarme llevar por críticas, comentarios y la euforia que conlleva el arribo de una nueva producción. Por ese motivo, hace unos años me puse como política no ver una película —sobre todo las galardonadas, ensalzadas o vilipendiadas— en sus días de estreno, optando porque transcurra un buen tiempo para formarme mi propio juicio de valor sin factores contaminantes. Hace poco he visto filmes como The Black Swam (que no es la ‘obra maestra’ que muchos aseguran), Invictus y J. Edgar (biopic que debió filmar Oliver Stone) de Eastwood, Skyfall de Sam Mendes, etc.
Unos tienen la suerte de nacer con el don del carisma, seres que derrochan simpatía casi sin proponérselo. Carlos Alcántara es una de las figuras más entrañables de la pantalla chica (y también de la grande). Miembro del primer Pataclaun (para muchos el mejor programa cómico de la TV nacional), su mediática popularidad quedó manifiesta en la primera temporada de El Gran Show —reality de danza— donde se impuso por mayoría aplastante gracias al voto por celular (y no precisamente por mover bien las piernas). El único tropiezo de su carrera fue su accidentado paso en la conducción del programa para tías Lima-Limón junto a Laura Huarcayo. Renunció tras un exabrupto delante de cámaras, pidió disculpas a la teleaudiencia y retornó para al poco tiempo repetir la misma pataleta y marcharse por la puerta falsa, situación que pudo significar el fin de su carrera si no estuviera hecho de material incombustible y casi de inmediato le llegara la oportunidad de interpretar a la versión lorcha de David Carradine en La Gran Sangre. Imagen hace varios años de una marca de cerveza de venta moderada (por lo que en su película omitió mencionar que su debut televisivo se debió a un spot de Pilsen Callao, aquel de “¡ascendieron al flaco!”), el auge de Cachín se mantiene en alza. Todo lo que en este momento pueda hacer o tocar se transforma en plata, como filmar una producción de cuestionable calidad.
Mi reticencia a ver Asu Mare hasta bien pasado el furor, se vio doblegada primero por mi madre —hincha oficial de Cachín— quien a pesar de los achaques de los que siempre se queja, igual se sopló las colas para ser una de los primeros tantos mil espectadores. A la siguiente semana, la ‘pela’ bendita era tema obligado en el claustro universitario donde laboro. Que si es buena, que si es más o menos (a nadie escuché catalogarla de mala). “Oiga, profe, ¿y usted no la ha visto?”, no pues y mis justificaciones tuvieron sabor a cuarentón revejido reacio a actualizarse (como mi obstinación a no cargar un celular emisor de radiaciones cancerígenas). En la sala de redacción de La Industria —a donde acudo religiosamente los domingos desde hace más de un año— el entusiasmo era mayor y creí solamente que en mi casa me libraría de la presión de ser partícipe del suceso cinematográfico del 2013. Pues me equivoqué. A la segunda semana en cartelera mi Alfi llegó del colegio exigiéndome —los hijos ya no piden— que lo llevase a ver a Alcántara en celuloide porque ‘todos’ sus amiguitos habían ido a verla el fin de semana. Mi respuesta consistió en “no porque todos tus amigos del cole se tiran del techo, tú también lo vas a hacer” y él a sus cortos siete años me replicó: “Mi profesora me da mejores motivos que los tuyos, dice que la película no es apropiada para nosotros porque se dicen muchas lisuras”. “Así que eso dice la cucufata de tu profesora”, pensé, consciente de que en la casa escucha groserías de mayor octanaje, así que al día siguiente por la tarde hicimos nuestra cola para convertirnos en los espectadores millón y tantos de este fenómeno de sabor nacional.
A riesgo de ser tildado de antiperuano por ‘atacar’ a Carlos Alcántara, convertido como Gastón Acurio en ‘vaca sagrada’, casi intocable como nuestra gastronomía o la Marca Perú, debo manifestar sin pelos en la lengua que Asu Mare es cojonudamente mediocre debido a sus escasos alcances cinematográficos, así nade a contracorriente de los masivos comentarios en redes sociales y páginas de cine, afirmando con una autoridad que me escarapela que se trata de la ‘mejor’ película peruana de nuestra historia. Hablamos por supuesto de una caterva de simpatizantes que no saben de Kukuli a cargo de la escuela cusqueña, La Muralla Verde —único filme que he visto de Robles Godoy— o La boca del lobo de Lombardi. El filme firmado por Ricardo Maldonado no resiste siquiera comparación cualitativa con varias películas producidas en el presente siglo como Paloma de Papel o Madeinusa. Podrían los más entusiastas retrucar y afirmar que estamos ante el mejor filme cómico peruano, amparándose en lo malísimas que son las comedias peruanas, pero ser tuerto en tierra de ciegos no necesariamente te corona rey. Además, Cuentos Inmorales como retrato irónico de la sociedad limeña me parece mejor lograda (de la cual Asu Mare plagia con roche el segmento Expertos en Mercadotecnia de Tamayo).
Razones para lapidar Asu Mare me sobran. La fundamental es que los productores no supieron adaptar un buen show unipersonal al lenguaje cinematográfico. Los flashbacks vivenciales en los que se soporta buena parte del filme no tienen mayor vuelo que los expuestos en Al Fondo Hay Sitio y otras series del mismo estilo. Los momentos más hilarantes parten justamente de los que son puro stand comedy en los que Cachín confiesa sus angustias infantiles al llegar a casa o su estrategia para abordar a una flaca en una fiesta pituca a la que se coló. Lo más patético son las situaciones y actuaciones que abusan de la parodía (siendo Gonzalo Torres y Wendy Ramos los peores), la voz en off de Alcántara redundado lo que ya se ve o caer en refritos como la lista de tragos en el zampamento. Salvo el “¡apéguese!” expresado por el milico —y que seguro se convertirá en un clásico del cine peruano, a la altura de: “¡qué me mira, cadete!” de La Ciudad y los Perros— el nivel de los diálogos es discreto. Otro aspecto deplorable de ésta y otras películas peruanas —llámese Django o Tarata—, es la manera ‘acartonada’ como representan décadas pasadas (las de 1960 a 1980). Desde el vestuario, los peinados y las propias marcas. Vemos en la cinta la añorada botella corrugada de Inca Kola con el logo azul, pero comete el error de mostrar los baldes de pintura Fast con el logo actual o se bebe cerveza Brahma en una época en que la marca todavía no entraba en el mercado.
Razones para lapidar Asu Mare me sobran. La fundamental es que los productores no supieron adaptar un buen show unipersonal al lenguaje cinematográfico. Los flashbacks vivenciales en los que se soporta buena parte del filme no tienen mayor vuelo que los expuestos en Al Fondo Hay Sitio y otras series del mismo estilo. Los momentos más hilarantes parten justamente de los que son puro stand comedy en los que Cachín confiesa sus angustias infantiles al llegar a casa o su estrategia para abordar a una flaca en una fiesta pituca a la que se coló. Lo más patético son las situaciones y actuaciones que abusan de la parodía (siendo Gonzalo Torres y Wendy Ramos los peores), la voz en off de Alcántara redundado lo que ya se ve o caer en refritos como la lista de tragos en el zampamento. Salvo el “¡apéguese!” expresado por el milico —y que seguro se convertirá en un clásico del cine peruano, a la altura de: “¡qué me mira, cadete!” de La Ciudad y los Perros— el nivel de los diálogos es discreto. Otro aspecto deplorable de ésta y otras películas peruanas —llámese Django o Tarata—, es la manera ‘acartonada’ como representan décadas pasadas (las de 1960 a 1980). Desde el vestuario, los peinados y las propias marcas. Vemos en la cinta la añorada botella corrugada de Inca Kola con el logo azul, pero comete el error de mostrar los baldes de pintura Fast con el logo actual o se bebe cerveza Brahma en una época en que la marca todavía no entraba en el mercado.
El hecho de que esta película sea sobrevalorada se debe a que los productores tuvieron el olfato mercantil para crear un producto jocoso a través de testeos —contrataron a Rolando Arellano, reputado marketero, para ofrecer ‘lo que le gusta a la gente’—, apelando a la historia triunfalista de un personaje de carne y hueso que es querido casi como un miembro de la familia por muchos coterráneos. La biografía de Alcántara es el vehículo para mostrar pichangas de barrio, racismo, arribismo social, servicio militar, exámenes de admisión, jaranas de barrio, inflación, desempleo, Augusto Ferrando, Aló Gisela, etc. y otras situaciones en las que los peruanos de a pie se saben reconocer. Puro efectismo que puede hacer una obra querendona, pero no necesariamente una ‘gran’ película. Agárrense que ya llega Asu Mare Segunda Parte.
10 comentarios:
por motivos geograficos, no he logrado verla aun pero luego de leer una entrevista a alcantara en donde el decia, "... y eso que no he contado la vez que me dijeron mestizo!..." y otras cosas por el estilo, pense: asu mare! parece que hablara de una telenovela!
pues me imagino que te va a llover de todo por tu poco patriotica manera de llevarle la contra al producto nacional pero no se por que, pienso que despues de verla coincidire contigo
No soy tan popular como Iván Thays para que me llueva túpido, pero no estoy exento de que alguien me clave el epíteto de 'mezquino' y 'malperuano'.
Aguardo nomás que las diatribas vengan con argumentos cinemeros y no con patrioterismos trasnochados.
Besos.
Toda la razón. Más na!
Al final he visto, 'J Edgar' de Clint Eastwood y ha superado mis expectativas. Me la habían puesto muy floja y resulta ser, más allá de algún que otro maquillaje terrible, una película interesante y reveladora. Di Caprio, de nuevo, magnífico. Toda una sorpresa. Un saludo!!
Estimado Manipulador:
Concuerdo que J. EDGAR mereció mejores críticas que las que recibió, pero por más cariño que le profesemos al viejo Eastwood, reconozcamos que estamos ante un biopic frío, solemme y distante.
Un personaje como Hoover -el hombre más poderoso de los Estados Unidos durante cuarentaytantos años- merecía algo con más nervio, de ahí que sostenga en este post que con Oliver Stone la película hubiera sido más 'viva'.
Sobre la actuación de Di Caprio no hay mucho que objetar, salvo que por momentos parece repetirse a su Howard Hughes en THE AVIATOR. Quizá Philip Seymour Hoffman hubiera estado mejor para este papel.
Un abrazo.
Hola Alfieri... no he visto la película y tampoco creo que iría a verla. Después de estar algunos meses en Perú y ver el éxito de programas como Combate y etc...puedo esperar cualquier cosa.
Coincido contigo totalmente y haces muy bien en no dejarte llevar por todo el marketing que rodea una película nueva.
También hay libros que no por muy best sellers son buenos en términos literarios y etc.
Supongo que Asu mare será parte del folklore de nuestro querido país. Tampoco me gustó el anuncio cervecero de Alcántara y su lista de jergas. Al margen de todo, es bueno que se produzcan películas nacionales pero ya que el público acude, que por lo menos sean temas más profundos. Igual mis gustos son otros. Sorry.
Saludos y es un gusto leerte ! Viviana Benites
Querida Viviana:
A pesar de que ASU MARE me parece una pelìcula limitada, igual animarìa a la gente que la vaya a ver sin dejarse llevar por prejuicios y comentarios. Lo más seguro es que pasen un buen rato, como lo manifiesta el 90% de peruanos que la han visto ya. El señor Arellano no se puede equivocar.
Para nosotros los comunicadores sociales, la cinta es un termòmetro de los gustos y tendencias del mercado. No en vano Luis Favre confiesa que cuando hacìa una campaña en el Perú, lo primero que hace es leer EL TROME y ver AL FONDO HAY SITIO. La película de Alcántara está emparentado con ellos.
Un abrazo.
Plenamente de acuerdo, Alfieri, eso no quita que se haya pasado un buen momento "canchita-gaseosa"; sin embargo me parece recontra exagerado que alguien haya podido decir que es la mejor película peruana (¡asu mare, qué despistados!). Está por demás decir que no hay que confundir popularidad con excelencia. Rescatable el hecho que los productores hayan realizado un buen manejo de marketing.
Es un gusto leerte.
Por favor no usen la palabra "mediatico(a). Usen sus sinonimos. Los periodistas, politicos, y los cuasi cultos la usan abusivamente. Jode
Extra tampoco he visto Asumare.
Me estimo mucho. Quiero el Peru pero no todo su contenido
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