“¿Que
qué hace un diputado federal? La verdad no tengo ni idea, pero vote por mí y se
lo cuento...” Ese fue el eslogan de campaña de Francisco Everardo Oliveira
Silva, el popular payaso ‘Titirica’, elegido diputado en las pasadas elecciones
de 2010 en Brasil con el récord de 1’253.820 sufragios, el más votado de todos
los que aspiraban a un escaño.
La
honestidad publicitaria de Oliveira podría o no haber surtido efecto en el Perú
—desde que Susy Díaz se pintó un guarismo asociado a la mala suerte en el rabo
lo creo todo—, donde estamos acostumbrados a que los candidatos al Congreso nos
hagan manidas promesas ofreciéndonos ‘Trabajo’, ‘Progreso’ y ‘Educación’ (la
mayoría de las veces sin tener idea clara de cómo lo van a lograr). Verdad de
Perogrullo es que el congresista peruano de hoy es un oportunista que una vez
instalado en su respectiva curul piensa en “Por Dios y por la plata” como
revelase al momento de juramentar el desafortunado Gerardo Cruz en un arranque
de sinceridad.
En los
comicios generales, la atención electoral se posa en los candidatos a la
primera magistratura, no en los candidatos al Congreso (situación similar
ocurre en los comicios municipales donde los candidatos a la alcaldía opacan a
los candidatos a la presidencia regional). Esto ocasiona que muchas veces
votemos sin pensar o por gregarismo, eligiendo a las opciones menos idóneas y
dejando de lado a otras que quizá estaban mejor preparadas para asumir el
cargo.
Según
la opinión pública —hablan las encuestas— la función y labor del Poder
Legislativo en los últimos años ha sido deplorable, de ahí que un columnista
agudo como Andrés Bedoya lo tildase de ser un ‘pozo séptico’. Para limpiarle la
imagen se han elevado diversas propuestas como la elección de los
parlamentarios cada dos años o someterlos a un proceso de vacancia, acciones
que por supuesto originarían un gasto innecesario en el erario público.
Para
evitar estos fiascos o chascos repetitivos, los partidos políticos deberían
esmerarse por seleccionar mejores exponentes en sus listas parlamentarias. No
favorecer a quienes tienen ‘rabo de paja’ o a quienes tienen poder para comprar
un número preferencial. Existe una medida que se conoce como Meritocracia, es
decir el gobierno en manos de las personas que tienen más méritos morales,
intelectuales y formativos para ocupar un cargo estatal. Justamente es en este
punto donde debería aparecer el Jurado Nacional de Elecciones para discernir y
depurar a aquellos candidatos que no posean los requisitos suficientes para
postular al Congreso. En pocas palabras, propondría cambiar ese artículo de la
Constitución que dice que basta tener veinticinco años y ser peruano de
nacimiento para ser elegido parlamentario, yo le agregaría una maestría en
Gobernabilidad porque al fin y al cabo esa va a ser su función al asumir el
cargo. Si cuando las empresas cuando requieren personal para ocupar altos
puestos exigen maestrías y especializaciones, ¿por qué los peruanos no exigimos
lo mismo para quienes nos van a representar durante cinco años? Ser congresista
no es poca cosa y por ende se debe ser más selectivo para designar candidatos.
¿Son
suficientes estos requisitos? Claro que no. Falta el más importante:
transparencia y una conducta pública intachable. Los postulantes deben ser
personajes notables, prohombres de reconocida trayectoria en el campo en que se
desenvuelven. No debe pesar sobre ellos juicios, acusaciones por corrupción o
de abuso de funciones. Deben ser personas honorables, de una probidad
comprobada y leales a sus principios. Aunque cueste creerlo, siempre en cada
elección habrán candidatos que postulan con las ‘manos limpias’ y que gracias a
sus obras y su proyección a la comunidad, se ganan el cariño y el respeto de
sus coterráneos. No son tan difíciles de ubicar, sólo hay que tomarse el
trabajo de buscarlos.
Otro
requisito a tomar en cuenta es analizar sus propuestas de trabajo. ¿Qué es lo
que se propone conseguir en estos cinco años por su región y por el país en
general? Tenemos casos de parlamentarios que obtienen para su terruño
importantes obras de comunicación, servicios, irrigación, comercio, etc. Si
usted es de los que desea elegir buenos representantes este 10 de abril en vez
de a ‘comechados’ y filibusteros que se amparan en la inmunidad parlamentaria
para liberarse de juicios y continuar sus corruptelas, siga estas indicaciones:
UNO Infórmese sobre su trayectoria.
Verifique si cuenta con título universitario o mejor aún, con Maestría en
Gobernabilidad o Ciencias Políticas. Procure que no pese sobre su reputación
escándalos por enriquecimiento ilícito, apoyo al narcotráfico, abuso de
autoridad, etc.
DOS Interésese en sus propuestas.
Todo candidato serio y moderno debe contar con una plataforma web para darse a
conocer y comunicar cuáles son sus planes y metas de llegar a ser parlamentario
(si no lo tiene, desconfíe). Analice en qué medida sus propuestas son viables o
no.
TRES Si piensa reelegir a un
congresista, tómese la molestia de enterarse cuál ha sido su performance
legislativa en los pasados cinco años, cuántos decretos ley propuso y cuántos
realmente fueron relevantes para el desarrollo del país. Sepa qué hizo de
positivo por la región que lo puso en el cargo. Desconfíe de los transfugas. Si
no fueron leales con los partidos que los lanzaron, tampoco lo serán con los
votantes que lo eligieron.
Elegir
un Congreso decente y proactivo no debe ser una utopía. Informarse un poco es
demostrar que tu país y tu región te importan. A eso le llaman ‘votar a
conciencia’.
Idea del Afiche: Alfieri Díaz
Diseñado por: Paiper Piarazamán.
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