Hay dos grandes
diferencias entre Dan Brown y Alfieri Díaz. La primera es que Alfieri Díaz no
caería en las burradas históricas en las que cae Brown. Alfieri, ya
lo he dicho en posts anteriores, tiene un conocimiento escrupulosamente
enciclopédico.
La segunda diferencia
es la triste: Alfieri Díaz jamás venderá los libros que vende Dan Brown. Me
explico: El tiraje de Crucificciones
alcanza solamente los mil ejemplares.
Por lo demás, el derrochar buena gramática, conocimiento histórico, tinta y papel, en decir las majaderías que dicen ambos por las ganas de fregar a la Iglesia, encima en clave de ficción, me parecen —por decirlo suavemente, salvando la redundancia— majaderías.
Por lo demás, el derrochar buena gramática, conocimiento histórico, tinta y papel, en decir las majaderías que dicen ambos por las ganas de fregar a la Iglesia, encima en clave de ficción, me parecen —por decirlo suavemente, salvando la redundancia— majaderías.
Pero Alfieri es mi amigo y quería dedicar este post a explicar por qué un hereje es mi amigo.
No recuerdo muy bien los hechos que llevaron a que el profesor Alfieri Díaz, que dictaba la clase de Fundamentos de Publicidad en IV ciclo de Ciencias de la Comunicación, pase a hablarme de sus críticas a la Biblia y copie y pegue en formato audio —o sea, hablando— argumentos de Voltaire contra la Iglesia.
Sin embargo, ahí estábamos, caminando cuadras de cuadras discutiendo sobre fe, doctrina, Iglesia, religión. Probablemente, sin las críticas y dudas sembradas por Alfieri, yo no me habría esmerado tanto en saber más de todas aquellas cosas que Alfieri gustaba cuestionar.
Sin duda alguna, Alfieri me hizo ser un mejor cristiano. Y eso se agradece.
Creo también haber causado algún impacto en Alfieri. En todo caso, sé que él quisiera creer más, pero le cuesta. Creo que, precisamente, escribe sobre (aparentemente contra) la Iglesia, porque quiere acercarse más a ella. Quizás yo esté abusando del psicoanálisis aquí.
Alfieri es el único agnóstico que escucha, entiende, aprende, y contesta. No niega por negar, argumenta. No te calla y te desacredita, conversa.
Ya, muchos halagos. Suficientes de hecho.
La idea quedó clara. Alfieri es mi amigo, aunque sea un hereje. Pero ojo, no lean sus libros, ni siquiera los compren. Búsquenlo a él. Conózcanlo, convérsen con él. Cáguense de la risa y aprendan más en el camino. Sin duda alguna, serán mejores personas después de eso.
Comentario de David Ramos, publicado en su blog Yo, (DASH)™
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