El ambiente exótico y calenturiento de la Indochina
brindó a la humanidad, entre otros frutos, a dos escritoras libérrimas y nada
recatadas. Margueritte Duras, natural de Saigón, publicó en 1984 L’Amant, libro autobiográfico donde
describe la decadencia económica de su familia y sus relaciones ilícitas con un
hombre chino y pudiente cuando ella era una adolescente de quince años. La otra es Marayat Bibidh, nacida en Bangkok, quien creó a su álter ego, ‘Emmanuelle’, una fémina entregada en cuerpo y alma a la exploración de su propia sexualidad, sometiéndose a diversos placeres.
Marayat contrajo nupcias a los dieciséis años con Louis-Jacques Rollet-Andriane, representante de la Unesco. La pareja tuvo dos hijas. En 1959, cuando la literatura francesa vivía todavía los efluvios de la noveau roman, publica Emmanuelle, pero no se atreve a colocar su nombre debido a su alto contenido erótico. Incluso se distribuyó de manera clandestina. Recién en ediciones posteriores se animaría a adoptar el seudónimo Emmanuelle Arsan, con lo que la obra se promocionó como si fuera cuasi-autobiográfica.
En 1969 la novela fue llevada al cine por primera vez a cargo del italiano Cesare Canevari. Io, Emmanuelle fue estelarizada por Erika Blanc y Adolfo Celi (villano de Thunderball). La película fue un fracaso comercial. Cinco años después, el proyecto cae en manos del francés Just Jaeckin y se lanza a la búsqueda de la actriz que podría encarnar a la perfección el papel principal.
Sylvia Kristel era una chiquilla neerlandesa, natural de Utrecht, cuya carrera como modelo comenzó a los diecisiete años. Abusada sexualmente a los nueve —autobiografía dixit— a manos de un sátiro hospedado en el hotel que regentaban sus padres, ella confiesa que lo más triste que le sucedió en la vida fue el divorcio de sus padres cuando tenía quince. En 1973 cobra notoriedad al ganar el concurso Miss TV Europa. Además de su belleza, sorprende la fluidez con la que domina el inglés, francés, alemán e italiano. Seleccionada para encarnar a la licenciosa —y apetitosa— Emmanuelle, nadie sospechó que se estaba construyendo uno de los mitos eróticos más importantes de todos los tiempos.
Emmanuelle ha sido una de las películas más taquilleras de la historia del cine francés, a pesar de su ‘calificación X’. El éxito radica fundamentalmente en que sus escenas sexuales superaron los límites de lo permitido en las pantallas comerciales. A las violaciones, masturbaciones, felaciones y contactos lésbicos, se le agrega una escena en el ‘Mile High Club’ en la que una bailarina asiática ‘fuma’ un cigarrillo con la vagina. Se estima que a la fecha ha sido vista por 300 millones de espectadores en todo el mundo y todavía se sigue pasando en varios cines de barrio, para deleite de onanistas noctámbulos.
El suceso de Emmanuelle, animó a la Arsan a realizar su propia versión cinematográfica de su obra. Bajo la dirección de su esposo Louis-Jacques y Roberto D'Etorre Piazzoli, filman en 1976 Laure —promocionada con el subtítulo: Forever Emmanuelle—, protagonizada por Annie Belle y la propia Arsan en el papel de Myrte (ya antes había aparecido en un papel secundario en The Sand Pebbles de Robert Wise).
A pesar de las innumerables versiones y de las actrices que se han atrevido a ponerse en la piel de ‘Emmanuelle’, ninguna ha podido reemplazar y superar a Sylvia Kristel. Se realizaron tantas cintas bajo ese título —siendo las producidas por Alain Siritzky las únicas oficiales— que en una época el nombre Emmanuelle era sinónimo de filme softcore.
La Kristel seguiría solidificando su leyenda con la secuela Emmanuelle 2: L'Antivierge —culpable de copiosas eyaculaciones desde mi querido Betamax— de Francis Giacobetti, ambientada en Hong Kong, y Emmanuelle 3: Goodbye Emmanuelle de François Leterrier, donde ella con su marido siguen con sus peculiares ménage à trois ahora en las Islas Seychelles. También con otros filmes como Une femme fidèle de Roger Vadim, Letti selvaggi de Luigi Zampa y Lady Chatterley's Lover de Just Jaeckin, el mismo de la primera Emmanuelle, quien ya había filmado otro título emblemático del soft: Histoire d'O.
Tras un intento fallido de conquistar Hollywood retomaría su eterno papel en Emmanuelle 4, donde comparte la identidad de su papel con una bisoña Mia Nygren. Volvería a las andadas una vez más en 1993, pero ya no aceptaría desnudarse. Si bien la belleza de su rostro se mantenía incólume, los vestidos demostraban que tenía unos kilitos de más que no estaba dispuesta a mostrar. Contratada para hacer de una Emmanuelle ‘madurita’ en una serie de telefilmes donde le realiza una serie de confesiones eróticas al amor de su vida —interpretado por George Lazenby, el James Bond de On Her Majesty's Secret Service— haciendo de la Emmanuelle ‘jovencita’ la venezolana Marcela Walerstein.
Sylvia Kristel murió a los sesenta años el pasado 18 de octubre. La Emmanuelle de de los ojos color zafiro y sonrisa complaciente vivirá con nosotros por siempre.
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