Un día antes de consumarse nuestra eliminación
frente a la ‘Vinotinto’, Markarián adelantó, de manera velada (casi discreta),
su renuncia frente al combinado patrio; su no va más, tal como había prometido
que pasaría si quedábamos fuera del mundial. Se va a pesar que comparado con
otros técnicos —Popovic, Oblitas, Maturana, Autuori, Del Solar, etc.— su
popularidad y simpatía se mantienen en buen porcentaje del aficionado que hoy
le pide que se quede, que se respete el proceso y la continuidad con miras a Rusia
2018.
El
crédito del ‘Mago’ tras el tercer puesto de la pasada Copa América sigue siendo
muy alto, a pesar que queda claro que su magia no es la solución a nuestros
treinta y tantos años de frustración. La crisis del balompié peruano no sólo
pasa por la elección de un técnico apropiado, pasa también por nuestro torneo,
dirigentes, arbitrajes, prensa, estadios y, sobre todo, por
los jugadores, la materia prima. Si miramos el panorama de lo que tenemos en el
presente, poco o nada tenemos podemos esperar en los próximos tres años.
Los
planteamientos de Markarián no me agradan. Soy poco afecto al juego ratonero.
Si bien simpatizo con Uruguay y deseo de corazón que esté en Brasil 2014 presto
a realizar otro maracanazo, no me gusta tampoco los planteamientos del
‘Maestro’ Tabárez, muy similares a los del ‘Mago’ (por algo son uruguayos). Los
orientales juegan de esa forma porque así entienden el fútbol. Se defienden con
uñas y dientes y esperan que un Forlán (en Sudáfrica 2010) y ahora los Suárez y
Cavani les resuelvan los partidos. En estos tres años de escuela ‘uruguaya’ se
intentó que Perú adoptase la misma filosofía, sin enteder que para eso primero
se necesita defensores de jerarquía, que no pierdan la concentración y se rajen
hasta que suena el silbato.
Para
un esquema ratonero no se puede jugar con defensas del medio local. Lo de la
Copa América —admitámoslo de una vez— fue un champazo. Clasificamos a Cuartos
porque México participó con un equipo amateur, a Colombia le ganamos de contragolpe
en suplementario y el tercer puesto lo obtuvimos ante un Venezuela que a pesar
de haber crecido una enormidad, está lejos de clasificar a un mundial. Para
ratonear necesitas de una zaga que presione, que cometa faltas lejos del área,
que no le ganen el ‘vivo’ en el juego aéreo, necesitas, en pocas palabras,
jugadores de experiencia —no viejos y lentos—, con roce internacional, de
aquellos que lamentablemente carecemos. En otros procesos hemos perdido porque
fallábamos en todas las líneas. En esta oportunidad hemos tenido jugadores de
peso adelante —Farfán, Pizarro, Guerrero, Cruzado— pero hemos otorgado
facilidades en la retaguardia.
Estas
eliminatorias comenzamos a perderlas temprano, en la segunda fecha, cuando la
desconcentración de la defensa —sobre todo de Revoredo— provocó que
estuviéramos 2-0 abajo en los primeros quince minutos. En la tercera,
aguantamos el primer tiempo, pero luego Ecuador nos pasó por encima, como
sucede con toda escuadra ratonera cuando juega, se asfixia, en la altura. De ahí
vino un receso que nos cayó como el orto porque no contamos con varios
titulares por diversas razones. El ‘Mago’ quiso hacer magia con jugadores
improvisados —tal como le funcionó en la Copa América— y el experimento resultó
fallido. Perdimos con Colombia tras un grosero resbalón de Revoredo —otra vez—
y frente a Uruguay. Sumar cuatro derrotas fue lo que al final nos dejó afuera.
Un equipo con pretensiones de clasificar no puede perder tantos puntos en un
proceso que es más corto de lo que parece.
En
la siguiente fecha doble sumamos cuatro cuando bien podíamos haber sumado seis
ante la Argentina de un Messi apocado. De ahí se armó un equipo alterno y
aclimatado —excelente decisión— que logró un empate en La Paz. Llegábamos pues
al partido de Asunción, un partido clave con todos los titulares descansados
frente a un Paraguay, hoy eliminado —lujo que se dan tras asistir a cuatro
mundiales consecutivos—, donde varios rivales directos (Venezuela incluido)
lograron sumar puntos. Nosotros sin embargo, caímos en la abulia ofensiva y una
distracción defensiva —otra vez—permitió a los guaraníes ganar 1-0.
En
ese momento, estuvimos en cuidados intensivos, comparados a otras selecciones
—Argentina, Colombia y Ecuador— que por méritos propios se habían distanciado
de las demás. Los triunfos ante Chile y Ecuador —por fin ganamos dos partidos
seguidos— albergaron un hálito de esperanza, pero luego llegaría el partido en
Barranquilla donde un penal —innecesario— de Yotún y una desconcentración aérea
después significaron el 2-0. De nuevo a cuidados intensivos, pero con la
tranquilidad de depender solamente de nosotros (no de las matemáticas, donde
siempre salimos jalados). Si Perú le ganaba a Uruguay en Lima, estaríamos en
este momento encaminados a Brasil. Lamentablemente no sucedió así. Perdimos un
partido en menos de cuatro minutos con un penal —innecesario de nuevo— de Ramos
y la expulsión de Yotún que cayó en la provocación a la que los uruguayos están
acostumbrados (y los peruanos de Markarián no).
Haber
caído hoy 3-2 frente a Venezuela es como una eutanasia, es como quitarle el
respirador artificial a un desahuciado. Estamos eliminados y con esto se suman
treinta y cuatro años sin pisar una Copa del Mundo. Pienso en cuantos peruanos
nacieron, crecieron y murieron sin gritar siquiera un golcito peruano en un
torneo de esta magnitud. Las eliminatorias pasadas significaron la despedida de
los Palacios y Solano, las presentes de Pizarro, Lobatón y el ‘Mudo’ Rodríguez
y quizá también de Guerrero y Farfán. Lo que preocupa es que miramos lo que nos
resta y no queda mucho para ilusionarnos con una futura clasificación.
En
Fernández hemos encontrado arquero para rato. Advícula o Yotún son dos
laterales que pueden madurar. En la zaga central sólo nos queda Zambrano. Como
compañero que se nacionalice un uruguayo o un paraguayo. No tenemos volantes de
contención (Retamoso tampoco llega por edad). En creación nos queda Cruzado. La
falta de nivel (y de huevos) hacen que dude de ‘Cachito’,Carrillo y Hurtado. Me
las juego más por Benavente, Hinostroza o el propio Manco (si deja las
botellas). Arriba asoma Yordy, todavía como prospecto, y... nada más. Ruidíaz
para la selección es una broma de mla gusto. ¿Vale con un equipo así pensar en
otro ciclo con Markarián? Creo que no. A un equipo de ratones hacerlos ratonear
es hacerlos presa fácil del gato. Para mi gusto necesitamos otro tipo de
técnico —y un escuadrón de psicólogos— que primero nos quiten el miedo y que
nos inculquen que los partidos duran noventa minutos y descuentos por lo que hay
que poner todo en cada momento.
Es
tiempo de que Perú sea cantera de futbolistas, no de peloteros.
1 comentarios:
lo primero q deben de ahcer es renovar gente nueva probar con jente de las provincias que juegan mejor q esos que están años en la celeccion y solo hacen quedar para el culo a los peruanos solo se necesita pensar en la juagar y no en los lios que se te presenta en el juego seamos realistas y punto carjo
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